miércoles, 8 de octubre de 2014

LLEGÓ JUAN MORA… / por Antolín Castro




Lamentamos la ausencia del maestro en nuestro evento, por supuesto, pero tres días después llegó Juan Mora… y nos pagó con creces la espera. Nos regaló otra fecha en octubre para recordar ¿Será que el toreo cae del cielo en otoño como las hojas del árbol?

LLEGÓ JUAN MORA…


Antolín Castro / España
Tras de esperarle en la celebración de nuestro 10º Aniversario y no poder acudir por un inoportuno resfriado, le esperábamos y llegó Juan Mora.

Le habíamos citado el domingo 28 y llegó... y nos citó él miércoles día 1

Y llegó Juan Mora a la cita, al paseíllo en la plaza de Las Rozas, a las puertas de Madrid, y acabó con el cuadro.

En unas horas habíamos cambiado la tristeza y desilusión por su ausencia con nosotros el domingo, por un estado de bienestar y reconciliación con los valores del arte de torear. Solo hizo falta esperar los minutos de la primera actuación del rejoneador del cartel.

Se anunció el toro de El Pilar y se hizo presente Juan, de ahí en adelante se produjo una sucesión de momentos con el capote, llenos de buen gusto, de naturalidad, de empaque, de torería… de todo cuanto estamos ayunos un día si y otro también.

Parecía como si el toreo fluyera de la nada habida cuenta que Juan Mora lo exponía ante los aficionados desde el espíritu, desde el corazón, y solo sus manos eran capaces de recibir los impulsos llegados desde lo más dentro para ejecutar el toreo bello, el toreo en suma, porque lo demás lo llaman así pero no es toreo. 

Todo lo que hizo Juan Mora estaba impregnado de torería y personalidad

Con la muleta otra vez nos mostró el camino del disfrute. Nada era al azar pero tampoco nada era rebuscado o fingido, surgía como llega el agua al manantial, con ese leve susurro que no hace más que anunciarte que lo que viene es transparente y cristalino.

Momentos y momentos que se iban apretujando según trascurría la faena sin que bajara la intensidad en ninguno de ellos. El toreo se enseñoreaba en una plaza de tercera, eso sí con un torero de primera. Justo lo contrario que suele suceder todos los días. 

Desde la naturalidad en redondo

Y si cuanto hemos relatado era posible superarlo, pudimos comprobarlo cuarenta minutos después. Sí se podía, gracias al estado de gracia del torero extremeño. Unos miles de personas podíamos intuir que algo iba a suceder esa tarde, pero éramos solo unos cuantos afortunados a los que la fe nos había iluminado. El resto del planeta taurino se quedaron en casa, o se conformaron con acudir el sábado anterior a Vistalegre, ignorando dónde están las verdaderas fuentes del prodigio natural del toreo.

Buen gusto y belleza a raudales desplegó Juan Mora

Con su segundo fue un recital más compacto todavía. El del Pilar de mejor condición que su hermano, permitió que Juan fuera desgranando, con capote y muleta, un muestrario de las suertes que siendo eternas son efímeras y que tan pocas veces no es dado presenciarlas. Alguien dirá que falló a espadas pero es innecesario citarlo, cuando se torea no es necesario conjugar el verbo matar… eso sirve mayormente para las estadísticas de las orejas.

Un gesto que lo dice todo. Juan Mora no salió a saludar, como es preceptivo y costumbre, desde la misma boca del burladero inició la vuelta al ruedo, consciente de que la obra era para recorrer el anillo con o sin apéndices en la mano. Nadie reprochó el inusual hecho, y nadie lo hizo porque los aficionados también nos estábamos dando la vuelta al ruedo con él como celebración del reencuentro con el arte del toreo.

Al final pudo con este gesto brindar con nosotros por el X Aniversario de OyT

Lamentamos la ausencia del maestro en nuestro evento, por supuesto, pero tres días después llegó Juan Mora… y nos pagó con creces la espera. Nos regaló otra fecha en octubre para recordar ¿Será que el toreo cae del cielo en otoño como las hojas del árbol?


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