lunes, 13 de abril de 2015

Espartaco: Espejo para sus hijos / por Pedro J. Cáceres


Y el maestro se cortó la coleta. Su padre y su hijo fueron los encargados de culminar este inolvidable momento / Foto: Matito/


Leer más:  Espartaco, locura que acabó en delirio  http://www.larazon.es/espartaco-locura-que-acabo-en-delirio-EJ9380372#Ttt18CdAIqWINN9B
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 "...En eso radicó el primer triunfo de Espartaco que vio y ratificó el tirón que aún tiene, con ese “No hay billetes”, con la ovación que se registró al romperse el paseíllo y luego en el emotivo momento en que su padre y su hijo le cortaron la coleta para salir por la Puerta del Príncipe..."

Espejo para sus hijos

  • Por si había dudas, Espartaco pasa la historia del toreo como espejo de una filosofía de vida, revalida su condición de figura de todas las épocas y acuña para sí el plus de torero de toreros y, sobre todo, el cariño, el respeto y la admiración de sus hijos.

Crítico taurino y Periodista
Lo vivido el domingo en Sevilla fue tremendamente emocionante. La reaparición de Espartaco por un día para cortarse la coleta definitivamente desbordó todas las expectativas creadas: desde el inicio, colgando el cartel de “No hay billetes” hasta luego su forma de andar por la plaza, de cortar una oreja a cada toro basándose en el que siempre ha sido su pilar, la técnica, hasta la salida en hombros por la Puerta del Príncipe que, en esta ocasión, se abrió con solo dos orejas, de forma extraordinaria, y nunca mejor dicho, con más de 150 personas que se tiraron al ruedo para provocar esa salida en hombros y la apertura Puerta del Príncipe, por lo civil o lo criminal, ante la grandeza de torero, de hombría, de responsabilidad y de compromiso de Espartaco.

De entre las muchas personas que se tiraron al ruedo varios matadores de toros como Juan José Padilla, Pepín Liria, Víctor Puerto, José Antonio Campuzano, incluso se unieron quienes le acompañaban en el cartel, José María Manzanares y el recién alternativa Borja Jiménez. Fue una auténtica fiesta que duró en Sevilla, prácticamente, hasta la resaca del día siguiente por la mañana donde sólo se hablaba del gesto y el compromiso y de la responsabilidad.

Un compromiso el que tenía Espartaco con Sevilla. Atrás queda aquella despedida de una feria de otoño en el año 2001 en el que las cosas no salieron como esperaba. En cualquier caso aquello es agua pasada, que no movía molino, pero las circunstancias del deterioro producido en la Feria de Abril de Sevilla por la autoexclusión de cinco figuras del toreo, que prácticamente hizo que la feria tocara fondo y que este año las perspectivas no fueran muy allá a pesar de la asunción de responsabilidad de José María Manzanares hizo que la empresa llevara a cabo un esfuerzo mental para convencer a Juan Antonio Ruiz Espartaco para casi 14 años después despedirse con honores como merecía y acorde a una trayectoria impoluta de figurón del toreo durante muchísimos años durante prácticamente toda una época.

Era difícil: 52 años, apenas sin torear ningún festejo de mantenimiento, el fuego sagrado del ídolo de masas cada año… esto era otra historia. Una cuestión tremendamente seria, con el toro en puntas, con Sevilla, con la responsabilidad. Con el toro de plaza de primera, nada de levantar la mano, como así se vio, los veterinarios para la ocasión. Y Espartaco, tras pensárselo mucho dijo sí. Una responsabilidad como sevillano y como figura del toreo en un momento muy delicado.

Espartaco no solo le echó una mano a la empresa, que también, sino a la Feria de Abril, incluso, a la Tauromaquia. Las grandes figuras siempre han estado al quite cuando en circunstancias anómalas, ajenas a la propia tauromaquia esta se deteriora. Por eso Espartaco asumió ese riesgo. Puso en valor los valores taurinos de toda la vida ahora que parece que muchos los están mutando por unos nuevos que nada tienen que ver con la Tauromaquia y sí mucho con egoísmos personales y circunstancias a veces un tanto espurias y bastardas. En eso radicó el primer triunfo de Espartaco que vio y ratificó el tirón que aún tiene, con ese “No hay billetes”, con la ovación que se registró al romperse el paseíllo y luego en el emotivo momento en que su padre y su hijo le cortaron la coleta para salir por la Puerta del Príncipe.

Apuesta personal que le enriquece de por vida. Espartaco es de carne y hueso y ha estado en el disparadero de muchos ignorantes de otros sectores de prensa por circunstancias personales. No había tenido oportunidad de que sus hijos le vieran torear en la Real Maestranza, en un Domingo de Resurrección pero además Espartaco tenía un problema íntimo, personal, con esos hijos. El domingo, además de triunfar y recoger el cariño de una multitud de gente, aficionados y admirados, por si había alguna duda, mostraba a sus hijos quién es como torero, quién es como persona para dar ejemplo y espejo de cómo se debe comportar uno en la vida. Genio y figura. Por si había dudas, Espartaco pasa la historia del toreo como espejo de una filosofía de vida, revalida su condición de figura de todas las épocas y acuña para sí el plus de torero de toreros y, sobre todo, el cariño, el respeto y la admiración de sus hijos.

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