lunes, 4 de mayo de 2015

Han huído de Sevilla / por Ricardo Díaz-Manresa


La afluencia a la plaza ha sido, justificada o no, floja en la de abril 2015. Si Sevilla y Madrid, se desparraman, adiós muy buenas. Hay que buscar soluciones y que vuelvan los que se han ido.


Han huído de Sevilla


O no lo ha dicho o escrito nadie, o no claramente o no me he enterado. Así que harto de esperar y aunque sea políticamente incorrecto habrá que abordar el tema. Muchos afición, abonada o no, ha huído de Sevilla. Y la de abril lo sufre en sus carnes y días de farolillos, especialmente sangrantes, y ha ofrecido una imagen de alta preocupación.

Sé que incluso ha podido ir más público del esperado y que los resultados artísticos también han superado lo previsto en una 
feria que fue de carteles flojos y que se cimentaba en Manzanares y algo menos en Ponce, entre otras cosas porque coincidieron un día que, al parecer porque nadie informa, fue el único de llenazo.

Pero no hay que engañarse. Los cementos despoblados de los tres primeros días fueron patéticos. Daba pena. Dolía. La segunda feria del mundo con este aspecto. Vaya forma de promocionar el toreo y Sevilla. En toda la feria de farolillos, en toda, se podía ir a la taquilla pocos minutos antes del comienzo y había entradas. Ya lo creo que había. Antes era impensable.

En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver huecos los días más fuertes del Real de la Feria en su barrio de los Remedios. La ciudad, llena, y por las calles de las casetas muchas veces no se podía andar. Más de millón y medio de personas de población esos días.Y no había ni diez mil que acudieran al Baratillo.

Hay muchas razones pero la imagen que se da es tan negativa que necesita solución urgente y nadie la toma, y pocos dicen que lo arreglen y la decadencia sigue rodando y aumentando.

Ni los caballos, tan queridos, ni los victorinos, ni los mediáticos (con más gente que otros días) ni los miuras ni Manzanares en su viernes de feria llenaron porque hubo papel, más o menos, poco o mucho, pero hubo.

Los abonados, un año más, salieron de estampida. Mi familia política sevillana, que es larga, y muchas de mis amistades, desengañadas, ya no son abonados. Aspirar a tres cuartos los días de farolillos es una afrenta para la ciudad y su Baratillo. Los de la tele de pago estaban contentísimos y decían, mintiendo, que era una gran entrada, cuando lo que se veía era lo que no debía ser. 

El que se va es muy difícil que vuelva. Y el abonado lo que hace es intentar conseguir las entradas para dos o tres corridas que le interesan. Esto es así aunque muchos no quieran verlo o intenten negarlo o taparlo.

Hay varias causas, que repito año tras año, que justifican la deserción:

1.- La mayoría de los carteles son flojos.

2.- Y resultan caros. La empresa, que tiene pocas críticas para lo mal que lo hace, puso este año los abonos al precio tradicional tras la pequeña bajadita del espantoso 2014 anterior, porque contaba con dos de los 6. No tiene sentido. Y naturalmente los precios de entradas fijas, los de siempre, caros objetivamente, y carísimos para algunas combinaciones pobrísimas.

3.- La tauromaquia interminable y light cada vez atrae menos. Las corridas del gran aburrimiento por falta de emoción y motivación son cada vez más frecuentes. También por matadores incompetentes. Alargan demasiado su tiempo sin razón alguna. La feria de Sevilla ha transcurrido, como la de Fallas, con duraciones entres dos horas y media y dos horas tres cuartos. Los espectadores terminan hartos, además de aburridos. Alguna rozó las tres horas.

Me alegro y muchísimo de todo lo bueno que sucedió y que contentó a los espectadores, pero lo otro hay que decirlo y solucionarlo. Si no, la decadencia –iniciada ya años atrás y que va a más- llegaría a ser peligrosísima.

La solución puede estar, o no, en que vuelvan todos los toreros desertores y que convenzan a los desertores abonados o simplemente espectadores de ocasión –estamos en Sevilla y en la feria y hay que ir un día al menos si los carteles son fuertes- pero, a estas alturas, eso habrá que verlo. Deseo lo mejor por Sevilla, por la afición, por el toreo y por mí. Siempre quiero un espectáculo grande y una plaza llena.

El daño, profundo, está hecho. Que despierte el grupo de maestrantes y deje su penosa pasividad. Que le canten las cuarenta a la empresa de los cuñados. Que miren los precios y que la calidad esté de acuerdo con ellos.

Si Sevilla y Madrid se desparraman, adiós muy buenas. No hace falta nadie que nos persiga, insulte y denigre.

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Avance taurino


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