viernes, 8 de mayo de 2015

Madrid, 1ª de San Isidro: Destacaron la presencia del Rey Felipe VI y la oreja que cortó Juan del Álamo / por J.A. del Moral


S M El Rey Don Felipe VI asistió al festejo ocupando una barrera de sombra.

1ª de San Isidro en Madrid. Destacaron la presencia del Rey Felipe VI y la oreja que cortó Juan del Álamo

J.A. del Moral /08/05/2015
Madrid. Plaza de Las Ventas. Viernes 8 de mayo de 2015. Primera de feria. Tarde soleada con nubes sueltas, algo de viento fresco y dos tercios de entrada. 

Seis toros de El Cortijillo, muy bien presentados. Dieron juego de mansos en distintos grados de manejabilidad. Manso y tardón aunque con franca violencia por el lado derecho. Manso de libro en varas y encastadamente noble por el lado izquierdo el segundo. Algo menos manso y manejable por el lado derecho. Manso y malo sin paliativos el cuarto. Sin la menor clase el quinto.
Joselito Adame (caña y oro): Estocada, aviso y palmas. Estocad, silencio.
Pepe Moral (plomo y oro): Estoconazo y tres descabellos, aviso y ovación. Estocada trasera tendida, aviso y palmas.
Juan del Álamo (blanco y plata): Gran estocada, oreja injustamente protestada. Pinchazo y estocada a un tiempo, aviso y gran ovación.

S M El Rey Don Felipe VI asistió al festejo ocupando una barrera de sombra.


Bueno, pues ya estamos en Las Ventas. ¿Cuántas corridas, cuantas novilladas, cuantos festivales habré visto en esta plaza que fue el tercer marco de mi estreno como aficionado? Llevo más de 60 años viendo toros en la que fue mi plaza favorita aunque ya no lo es. Lo he explicado en el artículo que publiqué ayer como antesala de la feria más larga del mundo.

Por recordar las primeras tardes de mi vida con muy pocos años de edad, un festival al que me llevó mi abuelo en Chinchón. Solo recuerdo que fuimos en el tren de Arganda, “que pita más que anda” se decía de él. Partía desde Colmenar de Oreja, mi pueblo, y llegaba hasta Madrid, parando en varios pueblos. El viaje completo duraba cuatro horas, cuatro. Iba tan despacio que se podía bajar uno a coger un racimo de uvas una de las viñas que atravesaba y volver a subir a este entrañable tren del que ya no quedan más que unas cuantas vías… Bueno pues, a Chichón llegue con mi abuelo como digo pata ver torear a ¡Manolote! Nada menos y rejonear a Conchita Cintrón. Pero yo solo me acuerdo del tren y del viajecito entre los dos pueblos que distan cinco kilómetros. Un mundo para mi tierna niñez. Por cierto que, otra cosa que recuerdo de poco tiempo después, quizá solo un añito más, fue ver llorar a mi padre. Me impresionó verle entre lágrimas. “Papá ¿por qué lloras?” “Porque a Manolete le ha matado un toro”… Mi padre le guardó un año de luto. Un año sin ver toros… Entonces primaba el romanticismo, la autenticidad, la bondad humana. Doy gracias a Dios por haber tenido un padre – y una madre – ejemplares.

La segunda vez que fui a los toros y esta con mi padre y varios amigos que también llevaron a sus hijos, fue a otro festival. A 22 kilómetros de Colmenar bajando por los valles que llegan a maravillosa vega de El Tajo. En esta ocasión fue en la histórica plaza de Aranjuez. Toreó entre otros un prematuramente avejentado Domingo Ortega. Me acuerdo de su pelo blanco. Me llamó mucha atención ver a un torero con el pelo totalmente encanecido… Tendría yo siete años. Ocho. No más. Después del festival, mi padre, sus amigos y toda la tropa infantil fuimos al restaurante “La rana verde”. Los papas no paraban de pedir cañas de cerveza y sus correspondientes raciones varias. Los niños estábamos sentado en una mesa al lado de las de los padres. Y los camareros nos llevaban a nosotros las mismas cañas y las mismas raciones. Al llegar a la sexta, los padres de dieron cuenta y se levantaron asustados, creyendo que los niños ya estaríamos como una cuba. Estábamos tan campantes…

La tercera vez fue en otro festival en Madrid. Mi primera en Las Ventas. También toreó Domingo Ortega y, con él, Antonio Ordóñez. Ya le conocía. Los hermanos Ordóñez iban con bastante frecuencia a comer en mi casa de Colmenar. Pero entonces, no tuve ni las más remota idea de que Antonio iba a ser mi torero durante mucho tiempo. Muchísimo. Mi torero y mi amigo. Fui con él a todas las corridas que toreó en 1971 hasta que se retiró sorpresivamente en San Sebastián. En mi niñez, pues, y hasta mi primera juventud fue completamente torera. El toreo para mí fue una manera de vivir, de ser y de estar casi desde mi nacimiento…

Ayer llegue a Las Ventas con estos bonitos recuerdos y añorando sus mejores años. La primera de San Isidro de este año contaba con un cartel bueno de la segunda fila. Atractivo, para mí al menos. El Mexicano Joselito Adame, el sevillano Pepe Moral y el salmantino Juan del Álamo. A los tres les falta romper del todo. ¿Será en esta primera corrida? Veamos lo que pasó.

Terminando de hilvanar estas líneas de prólogo, vimos como el Rey Felipe entraba por sorpresa en el tendido 1 para ocupar una barrera de sombra. Ni que decir tiene que fue recibido por el público con una nutrida y alegre ovación. Excelente noticia que, como en tantas ocasiones desde que fue coronado, Felipe VI viene dando constantes pruebas de españolidad y hombría de bien. Lo que le faltaba era constatar fehacientemente su apoyo a la Fiesta. Su señor Padre, siempre demostró ser un gran aficionado. Este detalle de su regio hijo, nos hace gritar un ¡Viva El Rey” por muchos años con nuestro agradecimiento más cariñoso y sentido.

Un pavo colorao armadísimo fue el toro que abrió plaza. Se emplazó distraído de salida, fue aunque no llegó a tablas , escarbó y salió suelto hasta que Joselito Adame lo fijó en los medios para lucirse después con sabrosos lances. El toro continuó distraído y suelto hasta darse de bruces con el picador de turno, todavía sin estar colocado en su sitio. A pocos de intentar tomar el segundo puyazo al relance, finalmente lo hizo en relativa forma recolocado por un peón tras tardear escarbando. Suelto de nuevo se fue al picador de reserva tomando un picotazo del que también salió ó chicuelinas y bonita media recortada a pies juntos. El toro esperó en banderillas arrancándose luego con violencia. Uno de esos toros que tandean mucho pero que cuando van, van. Pascual Mellinas y Jarocho parearon con mucho mérito. Adame brindó su faena al Rey entre ovaciones. El primer brindis de su reinado.Ojalá reciba muchos más. Adame inició su faena por bajo con la derecha con determinación aunque molesto por el viento. Pese a ello se llevó al toro a los medios. Y sin que le importara el viento y la violencia del animal, le sacó algunos pases diestros sin poder templarlos ni ligarlos. Sobre las rayas, los consiguió mejores. En el mismo sitio intentó naturales sin que el burel apenas se prestara, rematando con un buen pectoral. Y ahí se acabaron las posibilidades por el pitón zurdo. Lo mejor con mucho llegó en una muy firme y esta vez templada ronda por redondos. Terminó por bajo sobre las piernas con añeja torearía y mató de estocada entera entrando desde algo lejos.

Negro el cuajado cuarto. Distraído y corto de viajes, suelto, manso como los ya lidiados en su fea salida. Adame también lo fijó en los medios pero el animal se fue enseguida a tablas sin parar de ir de un lado a otro. Fue sentir el hierro en un primer encuentro sin estar colocado y empezar a huir de su sombra. Lo repitió una y otra vez. Otro manso de libro. Apenas aceptó las tafalleras del quite de Moral. Persiguió en banderillas que se colocaron como buena o malamente se pudo. Adame empezó la faena con Estatuarios teniéndose de quietar del segundo. Luego se mostró algo más seguro con la derecha y con el toro colaborando más de lo esperado aunque sin ninguna clase. Rajado el toro tras baldíos intentos con la izquierda, la verdad fue que los oponentes no se mostraron dispuestos a colaborar. Ni el toro ni el torero por demasiado conservador. El susto que había sufrido el azteca en el arranque del trasteo tuvo este mal efecto salvo al entrar a matar dejando una decente estocada.

Pepe Moral enfrentó un segundo toro de parecida estampa al anterior aunque aleonado. Suelto del capote del sevillano, fue protestado por cojear de patas. El primer y el segundo puyazos – picotazos, mejor dicho – los tomó por su cuenta a la carambola. Igualmente el tercero y el cuarto sin dejar de corretear hasta aguantar el más dañino quinto y el sexto para continuar huyendo. Manso de libro en varas. Juan del Álamo tuvo que desistir en su intento de quitar. Los peones clavaron las banderillas forzosamente imprecisos, salvo Agustín González en el tercer par. Y otro brindis al Rey de nuevo muy aplaudido. El toro no se prestó nada en la muleta por el lado drecho. Pero si por el izquierdo. Los aguerridos naturales de Pepe los pego con firmeza aunque de uno en uno por tardear el animal. No debió cambiar de mano. Vuelto a la izquierda, la faena tomó alto vuelo rematando varios naturales francamente buenos que remató con profunda hondura y belleza. Bien de verdad anduvo Pepe Moral en esta segunda parte del trasteo. Mató de gran estoconazo y como tuvo que descabellar tres veces, perdió una posible oreja.

El quinto, otro colorao, fue muy protestado por cojo de patas y por menos toro que los anteriores. Correteó blandeando de salida. Pero cumplió más en varas que los ya lidiados aunque también manseando. Tarde de mansos. No fue fácil ni cómodo banderillear por la nula fijeza del animal. Se fue de la muleta al dar Moral el primer pase por alto con la derecha. Pero como obedeció más en los tres siguientes, el sevillano se fue a los medios y desde allí llamó a toro que acudió con cierta codicia. Nada del otro mundo. No obstante, Pepe se extremó y logró que pasara a derechas otra vez. No tanto con la izquierda aunque dio algunos buenos naturales. Como antes. Algo tardíos, pero certeros. La gente ya estaba empezando a aburrirse y como el ganado estaba saliendo aún peor que el de la primera parte, no todos prestaron la debida atención a los siguientes redondos que consiguió Moral. Terminó con giraldillas que no salieron bien. En conjunto, esta faena no tuvo unidad ni estructura. Tampoco fue el toro para conseguirlo. Lo mejor, la estocada pese a caer muy trasera y tendida.

Otro colorao aleonado y muy serio fue el tercer toro. Salió haciendo las mismas cosas feas que sus hermanos anteriores. Se quedó muy corto y frenándose en el capote de Juan del Álamo. Cumplió más en varas aunque manseando. Quite de Adame por cuasi frustradas chicuelinas por la mala condición del burel. Desparramó la vista en banderillas. Buen par de Domingo Siro superando los defectos del animal. Nueva ovación al Rey en su tercer brindis. Y Juan a los medios citando de lejos con la mano derecha. Que aguantara firme fue lo mejor de los pases que pegó. Soberbia la segunda tanda. Y el toro adquiriendo fijeza en la tercera de la que salió rajado el animal. Fue más difícil por el lado izquierdo, pero del Álamo también aguantó mucho pese a todo. Regresó a derechas para terminar dando dos circulares invertidos, muy arriesgadas giraldillas y un excelente de pecho. Mató de gran estocada efectiva y le pidieron la oreja que fue concedida. La primera de este San Isidro sin que faltaran las protestas de los inevitables.

Antes de que soltaran al sexto, muchos espectadores abandonaron los tendidos. Otro colorao, más claro de pelo. Y otro animal despistado. Cuasi ajeno a llamadas y a las buenas intenciones de los toreros. Juan del Álamo no perdió la moral sino todo lo contrario. También este se “picoteó” por su cuenta. Para qué insistir en su irredenta mansedumbre. En uno de los muchos aunque breves encuentros con los montados, el piquero de reserva fue descabalgado. Se pasó a banderillas con todo el mundo harto. Menos el salmantino que, inasequible al desaliento, intentó faena. Por bajo con la derecha, tres de pecho y cambio de mano. Y más con la diestra mano francamente bien. Por encima del toro. Al natural, con tantas ganas que resultó revolcado, cogido y ¿herido? Le llevaron hasta las tablas para ver lo que tenía y el toro se arrancó al grupo teniendo que hacer el quite Pepe Moral. Por fin y desprovisto de la chaquetilla, Juan del Álamo volvió a la cara del toro con sus ganas intactas con la gente muy a su favor. Rajado el toro a tablas, el salmantino aprovechó para cambiar la espada y disponerse a matar con la entereza que mantuvo pese a sufrir más magos de cogida en un costoso aliño por lo mucho que gazapeó el burel. Fue penoso que pinchara antes de agarrar una estocada a un tiempo. Una gran ovación le acompañó mientras pasaba a la enfermería en donde fue atendido de contusión en región costal derecha pendiente de estudio.

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