miércoles, 13 de mayo de 2015

"SAN ISIDRO": AL RICO CHULETÓN / por Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore.

 -Fotografías de Andrew Moore-


AL RICO CHULETÓN

Domingo Delgado de la Cámara
Yo, que me devano los sesos todas las noches para intentar explicar bien la corrida. Yo, que hago esfuerzos ímprobos para desvelar las claves de la lidia. Yo, que me esfuerzo por escribir con claridad y buen tino. Yo, que quiero alardear de erudición taurina…pues a la hora de la verdad, la crónica mía que más ha gustado es la de las piernas de la señorita del domingo. ¡No paro de recibir felicitaciones y parabienes por la crónica de marras! A lo mejor he confundido mi vocación y puede que lo mío sea escribir relatos porno…me lo tendré que pensar seriamente…

Envueltos en un calor sahariano, hemos visto la quinta de feria. Tanto calor me da muy mala espina. Ya se sabe, la atmósfera se calienta y comienzan las tormentas primaverales, auténtica tortura para el aficionado taurino. Además, cuando mayo se mete en tormentas, tenemos una puntualmente a las siete de la tarde que revienta la corrida de cada día. Está haciendo muchísimo calor, esperemos que refresque un poco, porque si no es así, nos espera un fin de feria con tormentas de pánico. Ojalá no se cumplan mis augurios.

La corrida de Pedraza de Yeltes fue desigual de presentación, pero tuvo tres toros descomunales: primero (626 kilos), cuarto (639 kilos) y el sexto, lidiado como quinto (686 kilos). Ha sido la gloria del carnicero, ¡al rico chuletón!, una enormidad. Claro, el de 686 prácticamente no se ha movido. Y es que cuando se rebasan unos límites, no hay toro que se mueva. Ni la cabra escuchimizada, ni el toro elefante, yo quiero el toro con buen trapío, nada más.

Los de Pedraza han dado un juego muy desigual. Ha habido dos toros muy toreables (primero y tercero), dos descastados y sin clase (segundo y cuarto) y dos sin ninguna historia por su poca fuerza y escasa embestida (quinto y sexto). Resumiendo, no ha sido para tirar cohetes, pero ha habido dos toros buenos.

Javier Castaño siempre me ha mostrado una gran deferencia personal y le tengo en gran estima. Pero esto no debe impedir que diga la verdad sobre lo sucedido ayer. Y ayer Javier Castaño dio una impresión penosa, estuvo muy mal. El primero manseó claramente en el caballo, pero fue muy claro en el último tercio. Por ponerle un pero, se salía algo suelto de la muleta, pero embestía con prontitud y claridad, sobre todo por el pitón izquierdo. Castaño estuvo muy desconfiado, no terminó de quedarse quieto nunca. La faena fue un conjunto de indecisiones y renuncios. Desperdició una buena oportunidad.

El cuarto fue un torazo cinqueño que derribó con estrépito en la primera vara. Entonces comenzó el descalzaperros, asistimos a la apoteosis de la mala lidia. La lidia estuvo parada mucho tiempo porque los monosabios eran incapaces de levantar al caballo derribado. Ni el director de lidia ni el presidente, supieron dar la orden oportuna, que no es otra que continuar la lidia en otro tercio del ruedo. Se imaginan si hace cien años, cuando los derribos de caballo y picador eran abundantes, se hubiera parado la lidia a cada derribo…Las corridas no hubieran terminado nunca. Si el ruedo es redondo y mide sesenta metros es por algo, hay que continuar la lidia en otro terreno, nada más. Lo otro es cansar al público y descomponer al toro. En medio del maremágnum, el toro ha tomado otros dos puyazos en el caballo de puerta, no porque se los quisieran dar, sino porque en medio del desmadre pasó por allí. Le zurraron de lo lindo. A la muleta ha llegado sin peligro, pero soso, con la cara alta, con media arrancada. Con una lidia menos desastrosa, no digo que hubiera sido una maravilla, pero sí podía haber llegado el toro algo mejor al último tercio. Castaño ha estado tan movido y desconfiado como en su primero. Mató fatal, además. Parece estar totalmente agotado y desmoralizado. Como es tópico y norma, los banderilleros de Castaño fueron ovacionadísimos. No fue para tanto, sólo hubo un par de Fernando Sánchez al primero de la tarde, verdaderamente torero. Los otros pares, rapiditos y corrientitos.

Paco Ureña era consciente de que había que borrar como fuera la mala impresión dejada el sábado. Hoy ha salido a arrimarse y a jugársela. Lo malo es que el esfuerzo no ha tenido recompensa por lo deslucido de su lote. Además ha dejado impresión más de torpeza que de arrojo. Así de perra es la vida a veces. Ya se sabe, a perro flaco…Su lote no ha valido un duro. Su primero ha sido un manso sin clase que se salía suelto de todos los muletazos. Ha habido algún muletazo suelto de buen trazo, pero sin continuidad ninguna porque el toro siempre se marchaba desentendido. Encima, al final de la faena ha habido volteretón y dos puntazos. Arrimón sin eco ni recompensa. Su otro toro ha sido un inválido. Ureña ha estado pesado en una faena imposible por la debilidad del toro. El murciano sale de San Isidro con el cartel en entredicho. Le va costar un mundo rehabilitarse.

La lidia más interesante fue la del tercero de la tarde, el menos grande del encierro y el que más se ha movido. Juan del Álamo le ha toreado primorosamente de capa en un gran quite a la verónica que ha tenido muy poco eco en el tendido. Ha sido medido con una gran severidad por el tendido Siete y aledaños. Que estos señores luego no se quejen porque el escalafón no se renueva. Llevan lo que va de feria puteando a los toreros más jóvenes, y por tanto, haciendo el caldo gordo a los ya instalados y a la patronal taurina. No es la primera vez, que el sector contestatario, inconscientemente, termina sirviendo a los intereses más reaccionarios y conservadores del stablishment taurino. Y todo por el estúpido prurito de ir de castos y puros, de defensores de las esencias. Pues señores, como el escalafón no se renueve, como no salgan nuevas figuras, esto se va a la mierda. Así que ya verán ustedes lo que hacen…

Pero vayamos al toro. Este tercero dio la impresión de ser mejor de lo que realmente era, porque del Álamo planteó su lidia de un modo muy inteligente. El toro admitía muy bien tres y el de pecho, cuatro y el de pecho como mucho. Del Álamo le ha recetado siempre al toro los muletazos justos, ni uno más. Además, ha terminado la faena precisamente en el momento en que el toro se estaba empezando a parar. Tras una serie con la zurda donde el toro ha embestido peor, del Álamo ha optado por cerrar faena con un ramillete de remates. Y así el público no ha visto que el toro ya se estaba parando. Del Álamo ha aprovechado muy bien lo bonancible del toro en unas series medidas y templadas, bien rematadas con buenos pases de pecho. Eso sí, su quehacer ha tenido dos defectos, un bajonazo que le ha quitado la oreja, y la tendencia a torear despegado. Pero que conste que del Álamo ha lucido muy bien la nobleza del toro y ha tapado sus limitaciones. A pesar del bajonazo y de cierto desapego, el salmantino tiene clase, temple y buen oficio. Tal y como está el patio, no podemos permitirnos el lujo de que un torero así se malogre. La lidia de su otro toro, no tuvo ninguna historia, este toro asfixiado por su enorme volumen, prácticamente no se movió. Y esto es lo que hubo en la quinta de feria.











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