"SAN ISIDRO": EXCELENTE CORRIDA DE PARLADÉ / Por Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore

Miguel Abellán / Fotos de Andrew Moore

EXCELENTE CORRIDA DE PARLADÉ

• La corrida de Parladé fue ejemplar desde cualquier punto de vista. Es la primera corrida verdaderamente seria e igualada que se lidia en esta feria. Todos los toros eran cinqueños, muy cuajados, de generosas y astifinas cornamentas. Toda la corrida se dejó torear, logro difícil. Pero además los dos únicos toros negros del encierro, cuarto y sexto, fueron de altísima nota.

Domingo Delgado de la Cámara

Para el día de San Isidro fue anunciada la corrida de Parladé, triunfadora el año pasado. Y bien puede ser la triunfadora de esta isidrada también, porque la  corrida de ayer fue todavía mejor que la del año pasado. Parece que Juan Pedro Domecq hijo, se toma la cría del toro en serio. Está en camino de ser un gran ganadero, de hecho ya lo es.

La corrida de Parladé fue ejemplar desde cualquier punto de vista. Es la primera corrida verdaderamente seria e igualada que se lidia en esta feria. Todos los toros eran cinqueños, muy cuajados, de generosas y astifinas cornamentas. Toda la corrida se dejó torear, logro difícil. Pero además los dos únicos toros negros del encierro, cuarto y sexto, fueron de altísima nota. El cuarto fue un dechado de clase y buen estilo. El sexto fue un toro muy completo, de embestida humillada y repetidora. Fue una lástima que les hicieran las cosas tan mal en el primer tercio, no lucieron a los toros nada, con ese egoísmo tan propio de los figuras o los que aspiran a serlo. Y, sobre todo, fue una lástima el viento.

Un molestísimo viento obligó a  plantear todas las lidias al abrigo de las tablas del tendido cinco. Era imposible salirse a las afueras. Si no hubiera hecho viento y los toros hubieran sido lidiados en los medios, hubieran lucido el doble. Y podrían haberse cuajado faenas inolvidables. El viento en la plaza de Las Ventas es un auténtico martirio y de momento no se vislumbran soluciones factibles. Es muy difícil cubrir con éxito una plaza de un diámetro tan enorme, además, la inversión sería faraónica y ahora mismo no hay ningún político que se atreva con ese reto. Así que cuando hace viento, llueve o truena, ajo y agua.

Miguel Ángel Perera ha estado totalmente desdibujado toda la tarde. El viento le ha descentrado totalmente. Esa seguridad arrolladora que suele gastar, ayer no apareció por ninguna parte. Incluso estuvo torpón. Hostigado por un viento molestísimo, no pudo aprovechar a ninguno de sus dos toros. Su primero metía bien la cara en los tres primeros muletazos y ya le costaba cuando tomaba el cuarto. O sea, material suficiente, para que Perera arme una gran faena, pero ayer no pudo. El quinto fue el que más manseó en el caballo y el de menos calidad en la muleta, saliendo siempre con la cara por arriba. Era noble, se dejaba, pero sin clase. Perera no pudo ligar los pases ni estructurar faena. Alguna vez hemos visto a Julián López y al primer José Tomás (antes de que le apoderara Martín Arranz, el nefasto) paliar el soplo del viento, con media muleta por el suelo y sacándola desde atrás. Pero hay que tener mucha sangre fría para estar tan descubierto delante del torazo que se lidia en Madrid…Perera es la cimiento principal de la feria, no se puede permitir otra tarde como la de ayer. De la cuadrilla de Perera hay que destacar a Joselito Gutiérrez, que banderilleó como en él es habitual, con mucha exposición.

Miguel Abellán, vestido de blanco y plata (¡qué raro, nunca jamás le hemos visto con ese terno!) fue a saludar a sus dos toros a portagayola. Estuvo mucho mejor con su primero que con su segundo. Su primero era difícil por el pitón derecho y bueno por el izquierdo. Por el derecho derrotaba y se quedaba por debajo, sin embargo, por el izquierdo embestía hasta el final y con entrega. Abellán se dio cuenta rápidamente de las características del toro, construyendo una faena basada casi exclusivamente en la zurda. No hubo ligazón, los muletazos surgieron de uno en uno, para evitar el viento en lo posible. Pero los naturales fueron templados y profundos. Toreó muy bien al natural. La estocada fue muy buena, lenta y con entrega. Es por ello que no entiendo las protestas y las reticencias al respecto.

El cuarto, tuvo una clase sensacional, clase que no fue aprovechada cabalmente. Un toro de dos orejas. Las dos primeras series con la diestra no fueron malas, pero a partir de ahí, la faena se vino abajo. Cuando Abellán se echó la muleta a la izquierda, la faena se hundió. Y se hundió por dos razones. La primera fue intentar torear fuera de la raya del tercio, cosa imposible por el viento. La segunda razón fue que se dejó influir por los gritos de los de siempre, que le acabaron descentrando. Un pinchazo en lo alto y una buena estocada coronaron la labor de Abellán. Mucha gente no se dio cuenta de la enorme calidad del toro. Sin ser tan espectacular con el fuenteymbro ensabanao, este parladeño ha embestido aún mejor. Por el momento es el toro de más clase de la feria.

Iván Fandiño también se fue a portagayola en sus dos toros, con suerte desigual. Lo intenta todo, pero casi nada le sale a derechas. Tiene prisa por rehabilitar su cartel, lo malo es que en este negocio, las prisas no son nada buenas. La faena a su primero, un toro noble y que se dejaba, estuvo llena de buenas intenciones, pero no hubo ligazón y fue recomenzada cien veces.

El sexto era todo un pavo, muy hondo y con dos guadañas en la frente. En el caballo no se le vio, cumplió sin más. Pero en la muleta fue extraordinario, de consagración. Aunaba en perfecto equilibrio la clase con la agresividad en la embestida. 

Fandiño muy voluntarioso, ligó los muletazos con la mano derecha. Sin embargo, con la izquierda, fue sorprendido siempre por la prontitud del toro. Cuando sale un toro de bandera, Fandiño no termina de cuajarlo. ¿Porqué? Por su empeño en echarse el toro hacia adentro desde el primer muletazo. Por esta mala costumbre, al noble y bonancible lo para antes de tiempo. Y el encastado y agresivo le termina desbordando por tenerle siempre por debajo. Paco Camino siempre ha dicho que para ligar los muletazos, al toro hay que llevarlo en línea y hasta donde el brazo da de sí, porque el toro instintivamente corta y se mete hacia adentro. Si desde los primeros compases de la faena, el torero se mete el toro atrás, las series serán obligadamente cortas y precipitadas. Y esto es lo que le pasa a Fandiño. Es loable querer pasarse al toro cerca y no desplazarle hacia afuera, pero si lo hacemos exageradamente, los muletazos serán cortos, y las series también. Unas manoletinas pusieron el colofón a la faena. Luego hubo un pinchazo con voltereta y una buena estocada algo tendida. El toro, encastado, tardó mucho en doblar. Un público deseoso de congraciarse con el torero, pidió una oreja no concedida por la presidencia. Tampoco pasaba nada si se la hubieran dado. Y más teniendo en cuenta las orejas facilonas y de escasa petición que se han dado los días anteriores. Pero con oreja o sin ella, Fandiño estuvo con muchas ganas, pero por debajo de un toro estupendo al que obligatoriamente hay que cuajar si quieres ser figura del toreo. Con viento o sin viento.                                  .