lunes, 1 de junio de 2015

MADRID: ESTE SAN ISIDRO MARCA EL CAMINO / por Antolín Castro


Fotografía: La Loma

"...Sin tercio de varas, sin toreo auténtico, sin estocadas en su sitio, con euforias colectivas, con triunfalismo desbordado y presidentes afines a tales desbordamientos y falta de rigor, no es exagerado decir que el camino al que nos lleva lo que sucede en Las Ventas es totalmente identificable: Añadir una plaza de segunda más a la larga lista que hay en España..."


ESTE SAN ISIDRO MARCA EL CAMINO
 
  • Un camino, este de Las Ventas, hacia la normalización de las plazas de toros, se trata de igualarlas a todas por abajo, no por arriba. Sin el escollo de Madrid todo será más sencillo.


Para unos será de una manera y distinta para otros, el caso es que este San Isidro que llevamos nos marca el camino de para dónde vamos.

En cuanto a triunfos, a orejas cortadas, no creo (sin mirar estadísticas) que le gane ninguno precedente. Casi todos los días hemos podido disfrutar de la oreja del día, que es como un menú que nos ha traído la modernidad. Una oreja que para muchos deja una huella del triunfalismo que impera en la plaza.

Triunfos pocos, muy pocos; orejilla para consuelo de los compradores de entradas y paisanaje sí ha habido. Pero ya no hace falta que esa oreja, más o menos facilona caiga en manos de la figura de turno, ahora también se le otorga a cualquiera que haya matado al toro a la primera, con independencia de dónde cayó la espada.

Un camino, este de Las Ventas, hacia la normalización de las plazas de toros, se trata de igualarlas a todas por abajo, no por arriba. Sin el escollo de Madrid todo será más sencillo.

Y piensen que hemos citado la oreja de cada día, pero el tercio de varas camina en la misma dirección. Picotazo por dar sentido a ese que sale montado en caballo y se queda sin sentido la prueba de la bravura que antes era ese tercio. Teniendo en cuenta que el toro acudirá al caballo la primera vez sin saber a qué va, no repitiendo la entrada no es posible medir nada, por lo que ese argumento queda desnudo delante de quienes piensan que solo es un abuso sobre un toro contra un peto. Sin la prueba todo queda en machacarle un poco. Dando alas a los que piensan en lo sanguinario de la suerte.

Sin un tercio fundamental, sin rigor en las estocadas y con la oreja de la euforia ya estamos en una plaza de segunda. Lo vimos el otro día cuando un presidente nefasto hacía las dos cosas al mismo tiempo: conceder orejas y vuelta al ruedo a un toro, solo bueno para el torero.

Y si estas son las cosas que marcan el camino por el que no merece la pena que se la llame la cátedra a Las Ventas, otro cantar es el toreo que se practica, alejado de la autenticidad, validando cualquier cosa que se haga, sin ninguna exigencia para con su intérprete. Aun cuando esto pudiera tener sentido enmarcándolo en que cada torero tiene su estilo, no puede serlo ante el rigor que siempre supuso la cátedra donde había que examinarse. En eso ya ha quedado como un colegio más de un barrio cualquiera. Eso sí, pegado a la M•30 de Madrid.

Sin tercio de varas, sin toreo auténtico, sin estocadas en su sitio, con euforias colectivas, con triunfalismo desbordado y presidentes afines a tales desbordamientos y falta de rigor, no es exagerado decir que el camino al que nos lleva lo que sucede en Las Ventas es totalmente identificable: Añadir una plaza de segunda más a la larga lista que hay en España.

Una vez aceptada esta conclusión, la propuesta que desde aquí se hace, y a la vista de que es imposible darle la vuelta al camino emprendido, es que los futuros San Isidro se celebren en el Palacio Vistalegre, último paso para evitar también el padecimiento de los toreros con el viento. Tal y como están actualmente los abonos, también hay sitio suficiente allí. Sería la solución idónea para encuadrar esta feria en un coso de segunda. Con todo a favor.

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