domingo, 26 de julio de 2015

El suceso de Mont de Marsan: hablan y no paran....




Ponce y Fandiño salieron a hombros junto al mayoral de la ganadería de Victoriano del Río como remate de una jornada memorable. Enrique Ponce cortó dos orejas que podrían haber sido cinco y un rabo de no haber fallado con los aceros. Iván Fandiño logró tres.

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-Fotografía cortesía de Diego Ramos-

Mont de Marsan (Francia), viernes 24 de julio de 2015. Toros de Victoriano del Río, de variado e interesante juego, destacando 1º 2º y 6º. Un sobrero de Juan Pedro Domecq (4º), tras devolverse el titular al dañarse los pitones. Enrique Ponce, oreja tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso y oreja tras aviso; Iván Fandiño, oreja tras aviso, ovación con saludos y dos orejas. Entrada: Casi lleno.Sobresaliente: Jeremy Banti. Tras romperse el paseíllo, la alcaldesa de Mont de Marsan le entregó a Enrique Ponce la reproducción de la pintura oficial que anuncia los carteles del abono. 


Resulta muy difícil traducir en palabras lo acontecido ayer en el repleto coso de PlumaÇon en tarde medio calurosa y a ratos ventosa. Y es difícil, sobre todo por lo que respecta a la explicación de las impresionantes creaciones que llevó a cabo Ponce, porque cuanto hizo a los tres toros que le correspondieron y muy especialmente a su segundo, fue una actuación rayana en algo sobrenatural.


A las ya reconocidas virtudes del gran maestro, ayer añadió una perfección tan intensa como desbordante porque la interpretación de cuanto llevó a cabo fue un compendio de todas ellas tan quintaesenciado como profundamente sentimental.


La sobrenaturalidad del toreo de Ponce corrió pareja a la sencillez de sus geniales maneras de hacer, a su manera de ser y a su manera de estar. Fue como un milagro. 


Adentrándonos en los aspectos técnicos de las faenas de Ponce en función del juego que dieron sus tres toros, cabe apuntar que al primero le corrigió muy pronto su inicial brusquedad hasta convertirlo en sumiso


Del finalmente estupendo que hizo tercero de la tarde, tras someter por bajo sus protestonas embestidas, le sacó todo y más de lo que tuvo en una interminable, grandiosa y recreada faena en la que no faltó nada más que una buena estocada.


 Si toreó maravillosamente con la derecha, con la izquierda al natural fue el desiderátum. 


Y todo en perfecta sincronía con los remates de pecho o de trinchera en una ligada simbiosis hasta llegar a sus poncinas al tiempo que la banda de música acompañó la señorial obra con el Concierto de Aranjuez.


Y que del quinto, un marrajo inoportuno que desmereció algo la estupenda corrida de Victoriano del Río, sacó lo que solamente Ponce puede extraer mediante su científico valor tantas veces demostrado en similares casos.


La oreja que le dieron a Enrique Ponce del primer toro tras descabellar dos veces después de una estocada ladeada, sumada a la que le concedieron del quinto, le valieron salir a hombros de la plaza con todos los espectadores en pie, ovacionándole como locos. ¿Qué no habría ocurrido de haber matado pronto y bien a los tres? 


 



Digno de elogio lo hecho por Iván Fandiño en su dificilísima y hasta diría que imposible alternancia mano a mano con el inalcanzable Enrique Ponce. 


 Consiguió las orejas del extraordinario sexto que fue, con mucho, el mejor toro de la tarde, tras un pinchazo previo a la estocada. Fue la suya con este toro la faena más emocionante de la tres que hizo.


Fandiño logró responder a las asombrosas faenas de Ponce con una dignidad que le honra en su intento, logrado, de recuperar lo perdido en esta temporada tan cuesta abajo que llevaba. Enhorabuena.


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