sábado, 25 de julio de 2015

León Ruiz Miguel / por Ricardo Díaz-Manresa




"... León de la Isla, Francisco Ruiz Miguel sí, Ruiz Miguel en los carteles, que nos hizo felices en los mejores años de nuestra vida. Quizá no en los mejores pero sí en los más intensos. Bravo por ti, torero..."


León Ruiz Miguel

25-julio-2015
Rugiente. Temible. Espectacular. Amo y señor. Dando bocaos si era necesario a los toros e incluso a sus compañeros para que no le ganaran la pelea. Siempre triunfador en su patio, en su parcela, en su territorio. Ruiz Miguel, un león.

León, con mayúsculas. Se fue en su Isla de San Fernando, su casa, su tierra, su sangre, su sentimiento. Al parecer definitivamente porque mira que se ha resistido. Tanto, demasiado, haciendo pirulas al tiempo, pero todo por su enorme afición, un caso ejemplar en la Historia del Toreo, también con mayúsculas.

Había que verlo en sus años de gloria, sudor, lágrimas, sueños, sufrimientos, dolor. Pelea heroica con las alimañas de Victorino, que entonces salían muchas, y con los resabios de los miuras, que se echaba a la espalda cada año como si nada batiendo récords y demostrando que, en su estilo, era un torerazo. De verdad. A su estilo del ¡ay!. Poquita cosa físicamente pero vaya nervio y corazón.

Era emperador de las corridas duras, llamadas toristas, de las que no quieren ni ver las figuras, pero no un desesperado de ese circuito, que dominaba a la perfección y en el que todos reconocían su autoridad. Estuvo ahí hasta que se fue y nadie le tosió. Un terreno al que han llegado unos pocos y han desaparecido pronto.

Recuerdo una tarde con los villagodios en San Isidro, que tuvo a la plaza en pie durante casi todo el tiempo. El cénit de la grandeza y de la sorpresa: increíbles su pundonor, sus recursos, su sabiduría…y los pitones y la movilidad de sus adversarios. No he visto puntas más afiladas nunca y él luchando y venciendo contra el mar embravecido ante la masa enloquecida. Una de mis tardes más emocionantes en directo, en la plaza, con el alma en vilo.

Dos pasajes de la mítica faena de Ruiz Miguel a "Estopeño", de Miura, en Pamplona

Mes y medio después de aquel triunfo tan rotundo como macizo lo recibieron en San Fermín como un héroe y llevó a cabo la temporada más espectacular, seguramente. Entonces Madrid era el dios absoluto del toreo y en las demás plazas tenían memoria. Un triunfo tan completo en San Isidro movía y todavía mueve muchos motores.

El ganadero Victorino Martín y los diestros Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar saliendo a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas en la llamada "corrida del siglo". 1 de Junio de 1982.
También hay que apuntarle la Corrida del Siglo en Las Ventas. En fin, fue protagonista de muchas tardes gloriosas.

Siempre tuvo la duda, y no sé si la amargura, y en ocasiones se quejó, de que lo habían instalado en la parcela del morlaco imposible, que dominaba a la perfección. Se hizo imprescindible en esas corridas. Jugándosela, recortando (fue el Rey del Regate), bastante al filo de la cornada siempre, sorteando, pajareando cuando hacía falta. En lo suyo, un monstruo.

Si podía torear con temple o no, él creía que podía, pero no era un exquisito y además había un plantel tan largo para las llamadas corridas dulces que no se podía abrir hueco. Se comió pocos pasteles, pero una vez en San Sebastián, canoso, envejecido, en una corrida en directo, lo bordó en la Semana Grande, ahora resucitada. Fue un Ruiz Miguel pausado, pero que no decía tanto porque los públicos se morían por ver al cañailla, al torero nervio, al de la lucha de gladiadores, al solo ante el peligro.

A cada uno nos encasillan en algo. Un primo hermano de mi mujer, José Ignacio del Rey, sobrino del gran Selipe, me dice : sí, sí, a ti te gusta mucho alabar pero cuando estás más interesante es cuando das caña.

Y así fue Ruiz Miguel, duro, rocoso, poderoso, tremendo, y así ha pasado a la Historia del Toreo. Como un valiente grandioso con una técnica muy personal y unos reflejos de envidia. Impresionante.Valorado, cotizado y pagado siempre.

Se resistía a irse del todo. Y toreaba corridas sueltas, ya pasado de edad y supongo que de facultades. Hace dos temporadas, creo recordar, un toro le dio tal volteretón que lo dejó inconsciente durante un tiempo. Todos creían que no volvería a torear de luces. Pero si, si… no quería dejarlo pese a las peticiones de mujer e hijos. No le bastaba con ser ganadero, ni profesor de Escuela Taurina de su entorno, ni actor en festivales. Quería de luces y arreando para demostrarse a sí mismo –otro objetivo no podía haber- que seguía siendo el bravo e inolvidable Ruiz Miguel. El sábado 18 de julio de 2015 fue su adiós. Recordaremos la fecha.

Tanto le costó irse del todo, que le hicieron comentarista en Canal Sur, con el muy simpático y entusiasta Romero y de ahí pasó de su tauromaquia durísima de protagonista en la arena a blandito y amable con los toreros de una tauromaquia dulce, que nada tenía que ver con él a años luz con muleta y espada.


Micrófono en mano en su nueva actividad. He creído siempre que se equivocaba y, en cierta medida, esta actitud de alabar un toreo nada que ver con Ruiz Miguel -tan tremendo- podía diluir 
su figura. No sé si lo hace por entretenimiento, por ayudar a los demás, por seguir en el machito de otra manera, por ver contento a los que no pasan las fatiguitas que él superó tantas veces o por qué. Por dinero supongo que no será.

Pero yo cierro los ojos y me acuerdo de aquel Francisco Ruiz Miguel, de San Fernando (Cádiz) nuevo en esta plaza, al que vi tanto hasta sus retiradas , y me emociono todavía. Pocos como él hicieron estallar las plazas de ayes y olés, de sentimiento verdadero, de una verdad que debía volver más veces a los ruedos porque prendía y hacía afición. Y con sus referencias como el inolvidable Rafael Ortega. Y con su apoderado de siempre, tan fiel, tan dispuesto, otro Ortega.

León de la Isla, Francisco Ruiz Miguel sí, Ruiz Miguel en los carteles, que nos hizo felices en los mejores años de nuestra vida. Quizá no en los mejores pero sí en los más intensos. Bravo por ti, torero.

Lo más destacable de su carrera es que ha toreado 100 corridas de Miura, 86 corridas de Victorino Martín y 36 corridas de Pablo Romero.
En 10 ocasiones el maestro Francisco Ruiz Miguel abrió la puerta grande de Madrid privilegio logrado por muy pocos toreros y llegó a ser uno de los toreros que más veces ha toreado en Las Ventas, y en una tarde la Feria de Abril en Sevilla cortó un rabo a un toro. Gesta conseguida por muy pocos toreros.

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