jueves, 30 de julio de 2015

Valencia: La niña Norah y el triunfo de Rafaelillo./ por Juan Lamarca



Rafael Rubio «Rafaelillo» ha sido declarado triunfador de la recién finalizada Feria de Julio de Valencia por el jurado de la Diputación.

Juan Lamarca
'Del toro al infinito'.- Madrid, 29 de Julio de 2015.-
Y con toda justicia tras jugarse la vida ante toros de Miura con unas dotes de lidia plenas de maestría, técnica y arte. Rafael Rubio estuvo inmenso con su lote consiguiendo cortar solo una oreja por fallo a espadas, y con ella en la mano dio una clamorosa vuelta al ruedo ante la mirada penetrante y atónita de una niña de nombre Norah acompañada de su abuelo Domingo.  

He ahí el documento gráfico con la alegre limpieza de alma plasmada en las caras de  Norah y Rafaelillo, donde el brillo en los ojos del torero murciano y su faz sonriente, delatan su felicidad por tener sobre sus brazos el gran premio de la tarde como colofón a su memorable actuación en el coso de la calle Játiva; es la niña Norah aupada al torero, es el símbolo de la España eterna, el de la sangre joven admirando al que la ofrece gallarda y generosamente mediante un rito ancestral enfrentándose a un toro en el acto culminante de la cultura taurómaca, la corrida, una liturgia espiritual que ha sido y es seña de identidad y sentimiento de unidad entre españoles, pero que, sin embargo, en estos desquiciados tiempos la han convertido en moneda de cambio entre apóstatas que obran en contra de su nacencia, de sus propias raíces, de lo que han mamado...

Es Norah la que, en su asombrosa precocidad, mira a Rafaelillo como un héroe -tal cual fue sobre la arena-, la niña que se deja manchar su inmaculado vestido con la roja sangre del toro impregnada en el traje de luces del torero, la que vibra de inquietud por lo que percibe en el tendido de una plaza de toros, con emoción, sentimiento, alegría, miedo...en esta su primera vez presenciando la lidia y muerte del totem ibérico, de la mano de su abuelo Domingo el que ya viviera en sus carnes las mismas emociones de su nieta pero delante de un toro acariciando con sus dagas las sedas y bordados que envuelven al héroe. Hoy las comparten, es lo natural.

Norah no gime, no llora ni rehúye la visión de aquello que ve y que le impacta. Norah sonríe, salta, aplaude y hasta agita su pañuelo para pedir oreja a Rafaelillo; de su mirada profunda y escrutadora brotan sus incógnitas elevadas a la sabiduría del abuelo feliz; claro, pues naturalmente, es el mandato de los genes, es el ejercicio de libertad de los mayores a educar a los suyos, es el derecho a ir libremente a los toros y ser partícipes de un patrimonio cultural genuinamente hispano donde se muestra el significado de lo humano mediante una excelsa expresión artística, de forma heróica y efímera, en cuerpo y alma.

Es la corrida de toros, es el espectáculo donde Norah, aun sin saberlo, siente lo que los españoles vienen sintiendo desde su infancia a través de los siglos ante la visión de un toro y sobre la "piel de toro" que enmarca el territorio patrio... como es natural.

Pueden estar tranquilos, Rafaelillo y el abuelo Domingo, por la probable reacción de la gentuza que integra ese odioso mundo esperpéntico y aberrante en contra de la Fiesta -los de siempre, la horda, la anti España que la acosa- y que no dudaría en tacharlos de "maltratadores emocionales" de la niña Norah. Son los mismos que, preconizando la cultura de la muerte en los humanos -terrorismo, aborto o eutanasia...-, calificarían a los mayores como autores de daños irreparables en la psicología infantil por llevar a los niños a ver una corrida de toros, nuestra fiesta ancestral amparada y auspiciada por la legalidad, donde el torero, creando arte, pone en riesgo su vida ante una fiera .

Cuando Norah vaya creciendo y accediendo a las artes y las letras, en ese pozo de cultura propio del caudal familiar de donde proviene, y desde su recuerdo a su primer encuentro con los toros, podrá comprender en la poesía de Lorca su afirmación: “Los toros son la fiesta más culta que hay hoy en el mundo”. De ello se sentirá feliz y orgullosa, al igual que sus padres y sus abuelos de ella...como es natural

Nosotros como aficionados y como españoles también sentimos el orgullo de ver en Norah un símbolo de libertad, de la Fiesta, un  verdadero canto a la españolía.

¡Gracias, Norah!

Rafaelillo, con la oreja que cortó 
este domingo en Valencia

Norah atenta al ruedo.

 
Norah pidiendo oreja


Norah aplaudiendo

El abuelo y la nieta en los toros 
¡como Dios manda!

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