miércoles, 12 de agosto de 2015

Pedro sigue esperando la carta de Xavi / por Juan Manuel Rodríguez




¿Y si en lugar de Pedro fuera, por ejemplo, Isco? ¿Y si en vez de Neymar o Luis Suárez fueran, por poner un caso, Benzema o Bale?... Ya respondo yo: ahora mismo estaría ardiendo Troya y no quedaría piedra editorial sobre piedra editorial.

Pedro sigue esperando la carta de Xavi

Juan Manuel Rodríguez
Me imagino a Pedro, impaciente, nervioso, esperando a que le llegue su carta de Xavi desde Qatar. A Casillas, por ejemplo, sí le llegó a tiempo, pero Abidal, a quien el club pegó en su día una lamentable y sonrojante patada en el culo después de haberle prometido que contaría con él si se recuperaba del cáncer, sigue esperándola. ¿Tendrá Pedro mejor suerte? ¿O, como le pasó a su ex compañero en el Barça, no habrá tampoco quien le escriba a él? ¿O se ha integrado tanto Xavi en el Al-Sadd SC, su nuevo equipo, que ya no se acuerda de cómo se escribe correctamente en español, el idioma del Estado opresor? ¿Ni siquiera en catalán?... La foto de la celebración de la Supercopa lo dice todo: el grupo feliz y, allá al fondo, en una esquina, solitario y meditabundo, mirando a lontananza con cierta ansiedad por si, en el último minuto, en el último segundo, con pie y medio ya puesto en la escalerilla del avión que le llevará a Manchester, llegara al fin el cartero, su cartero, el suyo y el de Xavi, el gran Pedro Rodríguez Ledesma pensando en sus cosas después de haberle dado a su equipo otro título más con un nuevo gol agónico, triste sin noticias de Xavi Hernández.

Creo firmemente en la independencia de un entrenador para tomar sus propias decisiones, también, por supuesto, en la independencia de Luis Enrique, que además, y por si fuera poco, puede ganarlo todo en su primer año como técnico culé. Si ayer jugó Pedro fue porque a Neymar le aparecieron unas inoportunas paperas, de lo contrario habría visto el partido desde el banquillo o quién sabe si incluso desde la grada... o desde Manchester. Pero la situación de Pedro reúne una serie de circunstancias que, de haberse producido en el Real Madrid, tendrían ahora mismo en jaque editorial los Tattaglia, a saber: Pedro lleva en el Barça desde 2004, llegó al club siendo un chiquillo y lo ha ganado todo con su equipo y también con la selección; Pedro, además, ha sido fundamental para los éxitos azulgrana y es de la españolísima Santa Cruz de Tenerife, más español no se puede ser; pese a ello, pese a sus goles decisivos, su documento nacional de identidad español y sus Champions, Ligas, Mundial y Eurocopas, dos futbolistas llegados desde lejanas tierras, dos jugadores incuestionables para el entrenador, dos invasores le han robado (podría decirse que, en realidad, nos han robado a todos un poco) su puesto en el once titular. ¿Y qué hacen los Tattaglia ante semejante burla, ante tamaño oprobio?... Miran hacia otro lado: afrancesados.

Yo no me quejo de las decisiones de Luis Enrique, él sabrá. Y creo que Pedro, aunque con todo el dolor de su corazón, hará bien en marcharse porque él lo que quiere y necesita es jugar. De lo que me quejo es de la doble moral y del triple lenguaje. ¿Y si en lugar de Pedro fuera, por ejemplo, Isco? ¿Y si en vez de Neymar o Luis Suárez fueran, por poner un caso, Benzema o Bale?... Ya respondo yo: ahora mismo estaría ardiendo Troya y no quedaría piedra editorial sobre piedra editorial. El campeón del mundo Pedro se va. El campeón de Europa Pedro se marcha. Se va porque no juega en su equipo. Se marcha porque no tiene puesto en el once titular y porque para el entrenador del Barcelona hay dos jugadores insustituibles. Dos jugadores, por cierto, que han costado entre los dos más de doscientos millones de euros. Pedro se marcha afeándole su conducta a Roberto, el nuevo director deportivo. Y, aún así, ni el campeón del mundo que lleva desde que era un juvenil en el Barça ha recibido aún carta de Xavi desde Qatar, ni los Tattaglia han salido en defensa del "producto nacional", ni se hace referencia a la cartera y la cantera ni, por supuesto, Del Bosque ha dicho todavía eso tan melodramático de que es una pena que se produzca esta espeluznante fuga de cerebros. Doble moral, triple lenguaje y cuádruple cara dura. Y la carta... esperando un sello.

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