viernes, 16 de octubre de 2015

Tiempos modernos / por Álvaro Rodríguez del Moral



Tiempos modernos

La inminente -y parece que irremediable- prohibición en las islas Baleares se ha rebozado con el veto de la fotografía mural de Morante en Barcelona. El mapa político sigue salpicando al toreo

Trifulca surrealista en la ciudad condal

La verdad es que al final la jugada ha salido maestra y ha mostrado la auténtica vocación de libertad de los que dicen defenderla. Morante estaba dispuesto a rascarse el bolsillo -diez millones de pelas- para instalar en el paseo de Colón de Barcelona una inmenso mural con la fotografía -que le retrata travestido de Dalí- que le había hecho Joserra Lozano para ilustrar la ambiciosa y necesaria campaña publicitaria de la feria del Pilar de Zaragoza. El resto ya se lo habíamos contado: la gerencia de Urbanismo de la Ciudad Condal vetó el empeño del diestro de La Puebla. En este punto habría que preguntarle a la ínclita Ada Colau por la foto de su jefa de comunicación aliviándose en la calle. Lo dejaremos ahí por si es la hora de comer pero sí nos podemos cuestionar si la cacareada libertad de expresión -la que lleva a tal señora a mear ricamente en la calle- es la misma para todos. La imagen de un torero revestido de icono surrealista debe ser un peligro para la sensibilidad de muchos. Ojú.

Peligro: la letra pequeña de ciertos pactos

A estas alturas no hay ninguna duda. El toro está en las claúsulas menudas de ciertos pactos y en ese punto se echa de menos una postura si no de respeto, sí al menos de indiferencia. Hablamos del mismo PSOE que alienta y tutela a las escuelas taurinas en Andalucía pero sostiene a la inefable alcaldesa Manuela Carmena en en el Foro. Ella es la responsable de cortar el grifo a la escuela madrileña para dejarla morir de inanición. En ese saco hay que meter el sorprendente pacto de los socialistas baleares con Podemos y Més. La propia líder del PSOE balear, una tal Sivia Cano, ha admitido que el acuerdo estaba incluido en las condiciones previas para acceder al gobierno de las islas. Si Dios no lo remedia -los profesionales del toro no están pero tampoco se les espera- la Fiesta tiene los días contados en unas orillas que, como Barcelona, también son herederas taurinas del viejo imperio de los Balañá, realquilado a sus camarlengos, los Matilla. Algún día habrá que hablar de todo ello. Tampoco hay que irse tan lejos. Los aficionados sevillanos siguen sin recibir una explicación convincente sobre el futuro del premio taurino del Ayuntamiento por más que el alcalde Espadas niegue la supresión que aventó el PP. Pero no se vayan todavía, que aún hay más: en Gerena andan poniendo palitos a la rueda después de que Manuel Escribano invitara a los escolares de su pueblo -del colegio Fernando Feliú- a la corrida pinzoniana de Palos que, por cierto, se ha aplazado por el mal tiempo. Mire usted, el que quiera que vaya y el que no, que juegue a la play.

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