lunes, 1 de febrero de 2016

En marcha la burrocracia de la FIFA / por Juan Manuel Rodríguez



"...se permite el lujo de decirle desde el púlpito y en su cara a un club que tiene una Fundación que incluye más de 300 escuelas para niños desprotegidos repartidas por 70 países de todo el mundo que está mercadeando con mano barata infantil. Y si la FIFA se permite ese lujo es porque, en la abracadabrante situación actual, podrá permitírselo, ¿a que sí?..."

En marcha la burrocracia de la FIFA

No veo, sinceramente, motivos para descorchar botellas y más botellas de Champagne. Ni, por mucho que busco, encuentro tampoco razón alguna para tanto optimismo desmedido. Lo que sucedió ayer con la suspensión de la sanción que tan arbitrariamente impuso la FIFA al Real Madrid (del Atlético de Madrid seguimos desconociendo, a día de hoy, el cómo y el por qué) y que tanto alborozo ha generado es simple y llanamente que se puso en marcha la burrocracia, el tristemente famoso "quien tiene pase pasa y quien no tiene pase no pasa", de un organismo que está corrupto hasta las trancas y que, aún así, se permite el lujo de decirle desde el púlpito y en su cara a un club que tiene una Fundación que incluye más de 300 escuelas para niños desprotegidos repartidas por 70 países de todo el mundo que está mercadeando con mano barata infantil. Y si la FIFA se permite ese lujo es porque, en la abracadabrante situación actual, podrá permitírselo, ¿a que sí?...

La suspensión de la sanción, que inevitablemente llegará más pronto que tarde, sigue exactamente el mismo patrón que otras sanciones que fueron posteriormente suspendidas para luego acabar siendo confirmadas, y ahí está sin ir más lejos la del Barça. Al Barcelona le sancionaron y, cuatro meses después, le suspendieron la sanción para, luego, confirmarla de nuevo; me temo que con el Real Madrid ocurrirá lo mismo pese a que entre los casos de uno y otro existan notables diferencias. Tal y como explica Guillermo Domínguez hoy mismo en Libertad Digital, al Barcelona se le comunicó la suspensión temporal de la sanción un 23 de abril, dieciséis días después de notificada; a Real Madrid y Atlético de Madrid la cautelar les ha llegado quince días después, y todo probablemente porque hoy es sábado y en FIFA tampoco trabajan los festivos.

El 21 de agosto, y después de haber tenido tiempo más que suficiente para confeccionar una plantilla nueva (¡ni más ni menos que ocho jugadores!) al club catalán se le confirmó el castigo: cuatro meses. Si los plazos se cumplen, calculo que los equipos madrileños recibirán la confirmación de su sanción de no poder fichar durante las dos próximas "ventanas" hacia el 27 de mayo (porque el 28 vuelve a ser otra vez sábado) y eso les impedirá "llenar el depósito de gasolina", como sí se le consintió por cierto al Barça, en el mercado bueno, en el mercado fetén, que es indudablemente el de verano. La sanción al Real Madrid lleva fecha de 23 de julio, y la pregunta sigue siendo exactamente la misma: ¿Por qué tuvo la FIFA retenida en un cajón durante cerca de seis seis meses la sanción al mejor club de fútbol del siglo XX según ella misma?...

Los casos de Barcelona y Real Madrid son muy distintos por dos motivos: el primero es que el Madrid tiene razón mientras que el Barcelona carecía de ella; el segundo es que, con sus plazos, la FIFA sincronizó milimétricamente su reloj con el del club catalán permitiéndole rehacerse a su gusto y con total tranquilidad, y mucho me temo que ahora se impedirá que Real Madrid y Atleti cojan aire. Ya lo dice el proverbio árabe: "La primera vez que me engañes será culpa tuya; la segunda será culpa mía". Lo único que, alcanzado este burrocrático punto, debe decidir en realidad el Real Madrid es si consiente o no que la FIFA le engañe por segunda vez; si lo consiente, si admite que le tomen el pelo por segunda vez, la culpa será única y exclusivamente suya. Por cierto: ¿La federación española de fútbol dirá algo acerca de algo en los próximos 30 años o tiene previsto permanecer callada hasta que se desclasifiquen todos los archivos del asesinato de John Fitzgerald Kennedy?

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