miércoles, 3 de febrero de 2016

FESTIVALES Y TENTADEROS / por Antolín Castro

Se puede disfrutar viendo torear


FESTIVALES Y TENTADEROS

La solución es esa, más tentaderos públicos y festivales. La época de oro, la de los vestidos de torear, toca a su fin si es que no ha tocado ya fondo, y es en otros espectáculos cuando se puede degustar la belleza de lo que es el toreo.

Podrá ser simplemente curioso, pero no lo es. Es la constatación de que en estos festejos, me niego a llamarles menores salvo por el astado que se tiene enfrente, es cuando se puede saborear el buen toreo, la torería, la naturalidad; en resumen, el arte de torear.

Además, dejas a un lado aquello del trapío, incluso de los encastes, y te prestas solamente a ver torear. No crean, no es mala cosa, máxime si actúan los toreros que ni por asomo nos dejan ver en los festejos llamados mayores, aunque sean más bien mínimos.

Es en los festivales, también en estos recientes tentaderos públicos, cuando vemos a toreros veteranos, retirados o no, y toreros marginados por las empresas, por el simple hecho, a las pruebas nos remitimos, de que saben torear. Esa condición de saber es excesiva, les debe parecer a los que organizan, para que los hagan alternar con los que el toreo lo ejecutan de forma falsificada.

En dos de los tentaderos públicos, y benéficos, en Torrejón y Talavera, ha habido ocasión de ver a Juan Mora en los dos, y también a Ortega Cano, Paco Ojeda, Víctor Mendes, Joselito y Morenito de Aranda. Quienes estuvieron en uno u otro salieron pegando muletazos por la calle. 

Hablan y no paran de Juan Mora en Talavera y de Morenito en Torrejón, sin dejar de lado el sabor de esos otros toreros que ahora se encuentran ya en el retiro. Todo un lujo poder contemplar el sabor quizá añejo, pero el de siempre, que no deja de ser el auténtico sabor del toreo.

De los dos citados, Mora y Morenito, me expresé la pasada semana, y siguen ausentes de todos los carteles anunciados hasta la fecha. De los ya retirados, viéndoles lo que dan ganas es que les anuncien a ellos en las ferias, pero la verdad es que lo mismo el problema es ese. La fiesta de los toros está sumida en un punto meramente comercial y toreando a diario se pierde la esencia y los valores de los sentimientos puramente toreros. Las exigencias de las empresas y los públicos de ferias exigen el dar pases y no el torear y es ahí donde se le ha dado la vuelta a todo.

Lo cierto es que deberían montarse este tipo de eventos más a menudo y podríamos ver a toreros veteranos que saben expresar el toreo. Festivales pero no con las figuras de hoy, si no con los toreros de ayer que, sin duda, ayudarían a visualizar a los aficionados lo que siempre fue el arte de torear. 

Volviendo a los orígenes, sin circuitos comerciales, es como de verdad se puede ver lo que quiere el aficionado, pues a dárselo. En las mañanas de feria, un festival con toreros que enseñen el camino, y por la tarde corrida con figuras y toreros repetitivos. 

Prueben la fórmula y saldremos de dudas. Lo mismo se llenaba la plaza antes por la mañana que por la tarde. Poder ver torear es más deseable que ver simplemente cortar orejas tras una labor a destajo.

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