lunes, 14 de marzo de 2016

3ª de Fallas en Valencia. La emocionantísima manifestación se tradujo en una tarde inapropiadamente generosa / por J.A. del Moral.



El discurso-proclama que dictó Enrique Ponce fue varias veces interrumpido con vivas y enormes ovaciones. Y la emoción alcanzó grados pocas veces visto. Tanta emoción, como acabo de decir, se tradujo en un vale todo en la posterior celebración de la corrida.


La emocionantísima manifestación se tradujo en una tarde inapropiadamente generosa

Valencia,13/03/2016.- Plaza de la calle Xátiva. Domingo 13 de marzo de 2016. Tarde progresivamente nublada y fría con más de tres cuartos de entrada.
Seis toros de Adolfo Martín, excelentemente presentados con hechuras y pelaje cárdeno en distintas tonalidades propios de la casa. Todos nobles aunque en su mayoría muy blandos y descastados. Se salvó el tercero por más entero y más posible. Y en parte el sexto.
Rafaelillo (rosa y oro): Pinchazo y estocada, silencio. Estocada trasera caída, oreja e increíble petición de otra.
Manuel Escribano (grana y oro): Pinchazo y estocada trasera caída, ovación. Media estocada tendida, ligera petición y ovación.
Paco Ureña (malva y oro): Estocada trasera caída de efectos fulminantes, oreja. Dos pinchazos y estocada, ovación.

Tras el paseíllo, el publico obligó a saludar a Rafaelillo que compartió la ovación con sus compañeros mientras la plaza en pie gritó a coro “!!! libertad,libertad,libertad ¡¡¡.

Una inmensa manifestación que empezó a las 3 de la tarde y acabó con muy poco tiempo de empezar la tercera corrida fallera, eclipsó cualquier maldad del festejo y magnificó lo mejor. De tal modo, se premió con una oreja la buena faena de Paco Ureña al tercer toro pese a lo muy defectuosa de la estocada con que mató. Y le regalaron otra que hasta pudieron ser dos a Rafaelillo por una labor simplemente efectista y muy de cara a la galería al cuarto.

La estupenda presentación de los toros de Adolfo Martín no corrió pareja con el pobre y blando juego que dieron. Si a caso, salvemos al tercero que fue además de muy noble fue el que más resistió la lidia, no del todo bien administrada, por cierto, en líneas generales, sobre todo en la suerte de varas que los espadas y los varilargueros pretendieron que fuera la propia de reses bravas y más fuertes de lo que fueron.

Tan generoso y a veces exagerado acontecer creo que tuvo una poderosa razón. Pocas veces habíamos visto y participado de una demostración pública tan numerosa a favor de La Fiesta y en contra de sus muchos enemigos entre los que destacan los animalistas y los políticos de partidos de la izquierda y antisitemas que ahora mismo ansían tomar el poder entre otras muchas cosas para terminar con la España nacional y con los toros a los que odian en la equivocada opinión de que son algo que viene del franquismo, desconociendo que los toros llevan siendo la manifestación cultural más antigua y más propia de nuestra Nación, en cualquier régimen, hasta el punto de que las corridas de toros también se celebran en casi todos los países hispánicos de América, en nuestras vecinas Francia y Portugal aunque en este país sin la muerte el toro al final de la lidia.

Representantes de todos estos países, más los valencianos y españoles de todas las latitudes y confines acompañaron a una amplísima e importante representación de todos los estamentos profesionales del toreo, de la ganadería brava y de la prensa especializada. Hacía mucho tiempo que uno no había tenido la oportunidad de saludar y de abrazar a tantos amigos y hasta enemigos. Todos estuvimos de acuerdo en un ejemplar emparejamiento en pos de un mismo fin: Decirles a todos los contrarios y especialmente a los antis de la política un aquí estamos absolutamente impresionante y contundente. Avisados quedaron.

El discurso-proclama que dictó Enrique Ponce fue varias veces interrumpido con vivas y enormes ovaciones. Y la emoción alcanzó grados pocas veces visto. Tanta emoción, como acabo de decir, se tradujo en un vale todo en la posterior celebración de la corrida.

No es cuestión de entrar en demasiados detalles. Solamente quiero destacar que quien mejor estuvo con gran diferencia, tanto con el capote como con la muleta, espacialmente en su primera faena, fue Paco Ureña.
Que los valencianos quisieron que Rafaelillo fuera el gran y legítimo triunfador de la pasada Feria de Julio, cuando ni los toros que enfrentó ni el propio murciano se aproximaron a lo hecho aquí mismo hace ya varios meses.
Y que Manuel Escribano tampoco anduvo ni mucho menos como en sus mejores tardes. Ni siquiera en el tercio de banderillas.
Y con la espada, los tres bastante deficientes.

Pero bueno, las primeras horas de la tarde habían sido históricas y esto bastó para quedar más que satisfechos.

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