viernes, 11 de marzo de 2016

Antonio Asunción, hombre bueno y político honesto / por Paco Mora



Por cierto, que el día que decidió dimitir fui el primero en enterarme porque me llamó y me dijo: “Me voy porque yo no sirvo para que mi modesta biografía se mezcle con nombres que da vergüenza pronunciar”.


Hombre bueno y político honesto

Paco Mora

Hablábamos de política pero sobre todo de toros, nunca renunció a su afección a la Fiesta, y hasta el fin de sus días ha sido un aficionado de calidad. Ojalá exista un sitio para el después de los hombres buenos y honrados, porque si lo hay seguro que él estará allí. Hasta siempre Toni.

Conocí a Antonio Asunción cuando sustituyó a Martínez Zato en la Dirección General de Prisiones, tiempos en los que yo andaba prisionero de la dirección de Interviú. Lo llamé para intentar que me permitiera hacerle una entrevista a Joselito, el "pequeño ruiseñor" de Beas de Segura radicado por amor en Utiel, que a la sazón andaba con las alas cortadas en la cárcel de Valencia. El "no" ya lo tenía. Nos citamos a almorzar en el restaurante La Cabaña de Madrid -ignoro si existe todavía- donde hacían unos arroces apoteósicos. En el aperitivo ya tenía el "sí" y allí nació una amistad que ha perdurado hasta su muerte. Cosa realmente fácil pues era un hombre educado, cordial y de una sencillez de trato fuera de todo protocolo. No iba de nada. Ni entonces ni cuando después lo nombró Felipe González, ministro del Interior, coincidiendo con el escándalo de aquel Roldán de infausto recuerdo.

Por cierto, que el día que decidió dimitir fui el primero en enterarme porque me llamó y me dijo: “Me voy porque yo no sirvo para que mi modesta biografía se mezcle con nombres que da vergüenza pronunciar”. Así era Antonio, Toni para sus amigos entre los cuales me consideré siempre, al margen de ideas y circunstancias personales. Un hombre bueno y un político honesto y consecuente con sus ideas. Abrió un camino que muy pocos han seguido, porque aquí todo el mundo aguanta carros y carretas para seguir en el momio.

La última vez que hablé con él fue el día de la reaparición de José Tomás en Valencia. Andaba aquellos días deshojando la margarita de afiliarse o no al Ciudadanos de Albert Rivera. Al final creo que declinó la gentileza y siguió al margen de la política activa. En nuestros frecuentes encuentros, casi siempre con manteles de por medio, hablábamos de política pero sobre todo de toros. Nunca renunció a su afección a la Fiesta, y hasta el fin de sus días ha sido un aficionado de calidad. Ojalá exista un sitio para el después de los hombres buenos y honrados, porque si lo hay seguro que él estará allí. Hasta siempre Toni.

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