sábado, 12 de marzo de 2016

Robespierre contra Nadal / por Juan Manuel Rodríguez



"...La ex ministra de Sanidad y Deportes Roselyne Bachelot, ayer, después de la burrada que dijo el jueves sobre Nadal, volvió a la carga explicando que ella se hizo eco "de comentarios largamente extendidos en el mundo del tenis y de la prensa"


"...no se pueden realizar acusaciones tan graves sin pruebas que lo sostengan, y Bachelot no tiene pruebas... porque no las hay..."

Robespierre contra Nadal

"¿Dopaje?... ¿Qué dopaje?... ¿Le obligan acaso a cantar La Marsellesa en el extranjero?"... Así, con esta frase, se quitó de encima Charles de Gaulle, decimoctavo presidente de la República francesa, las molestas sombras de doping que rodeaban la exitosísima carrera profesional de una de las leyendas del deporte galo, Jacques Anquetil, ganador ni más ni menos que de cinco Tours de Francia. Qué digo sombras, el mismo Anquetil declaró una vez lo siguiente: "El Tour no se gana tomando agua mineral". Eran otros tiempos, claro, pero debe ser que de aquella aceptación (con grandes dosis de ligereza y cinismo añadidas, todo sea dicho de paso) del dopaje al máximo nivel institucional (¡De Gaulle, ni más ni menos!) se ha pasado al extremo contrario, al de la acusación sin pruebas; hacia atrás como los cangrejos, de De Gaulle a Maximilien François Marie Isidore de Robespierre, quien, en pleno Régimen del Terror, se sacó de la manga una ley según la cual se podía condenar sin necesidad de interrogatorios ni defensa de los acusados, basándose únicamente en lo que se denominó muy cínicamente "prueba moral": así, con aquella moralidad, acabaron guillotinados cerca de 15.000 franceses, entre ellos, por supuesto, el propio Robespierre, El Incorruptible.

Los de Anquetil eran otros tiempos, sí, de acuerdo, pero mucho más recientemente, en concreto en 2009, a la vuelta de la esquina como quien dice, otra leyenda del deporte francés, el también ciclista Laurent Fignon, reconoció abiertamente en sus memorias haberse dopado como "parte del trabajo". Mi teoría es que todos estos escándalos han dejado inevitablemente tocados a nuestros vecinos, quienes, después de no haber sido capaces de detectar a sus propios tramposos, o incluso después de haberlos tapado y consentido al máximo nivel político, tratan ahora de corromper a la fuerza y sin pruebas que lo acrediten a los demás, y de un modo muy singular a todo aquello que huela a español. Rafa Nadal, que es de Manacor, huele a españolísimo y, al ser considerado nuestro mejor deportista de la historia, reúne, desde el punto de vista de un representante político francés, todos los requisitos esenciales para aparecer en su punto de mira, más aún cuando se ha paseado nueve veces por la pista Philippe Chatrier y resulta que el último francés en conquistar el torneo fue Yannick Noah en 1983 y, antes que él, Marcel Bernard en 1946.

La ex ministra de Sanidad y Deportes Roselyne Bachelot no habría desentonado en el Comité Central de Salud Pública. Ayer, después de la burrada que dijo el jueves sobre Nadal, volvió a la carga explicando que ella se hizo eco "de comentarios largamente extendidos en el mundo del tenis y de la prensa"... ¿Comentarios? ¿Ahora funciona así? ¿Tú haces un comentario sobre el vecino de enfrente y el Comité Central de Salud Pública le corta la cabeza basándose en "pruebas morales"? ¿Liberté, égalité y fraternité para todos menos para Rafael Nadal? ¿Eso es el Estado de derecho?... Lo peor de todo es el runrún que provoca una declaración tan canalla como la de Bachelot; ayer, aquí mismo, uno de los participantes dijo que él no ponía la mano en el fuego por nadie, "tampoco por Nadal". Pero la cuestión de fondo no es quien ponga o deje de poner voluntariamente una parte de su cuerpo por alguien sino que no se pueden realizar acusaciones tan graves sin pruebas que lo sostengan, y Bachelot no tiene pruebas... porque no las hay.

A Karim Benzema, uno de los suyos, también le cortaron la cabeza. El primer ministro Valls apuntó y el presidente de la federación francesa de fútbol disparó. ¿Para qué esperar a la siempre engorrosa y en cualquier caso prescindible decisión judicial teniendo ahí, más vivo que nunca, el fuego sagrado del espíritu de Robespierre?... Benzema era un extorsionador y punto. Y un extorsionador no podía vestir ni un segundo más la camisetableu. Al Real Madrid, que no quiso condenar sin pruebas a su jugador y no le apartó inmediatamente del equipo como se exigió desde algunos sectores periodísticos en España, su actitud de respeto a la ley también le ocasionó graves problemas. Pues bien: ayer, la jueza levantó parcialmente el control sobre Karim y ahora se especula con que el siguiente paso consistirá en que Deschamps, otro que le dejó caer, vuelva a convocarle. Pero, ¿no le habíamos condenado? ¿No le habíamos cortado la cabeza? ¿Cómo volvemos a pegársela ahora? ¿Con pegamento Imedio?... Al final, como dijo alguien hace ya mucho tiempo, la reputación acaba dependiendo siempre de quien no tiene ninguna.

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