"...La decoración climatológica mas la puramente ganadera y torera, cambió mucho ayer para mejor, deparándonos una tarde interesante y entretenida. Vimos picar bien, banderillear superiormente y torear francamente bien aunque no tan bien como mereció el ganado de Torrestrella, muy especialmente los toros tercero, quinto y sexto..."
Cayeron dos orejas aunque se debieron cortar más de tres excelentes toros de Torrestrella
Sevilla, 05/04/2016..- Plaza de la Real Maestranza. Martes 5 de abril de 2016. Tercera de feria. Tarde por fin soleada aunque muy fresca con un tercio de entrada.
Seis toros de Torrestrella, muy bien presentados en tres y tres, más voluminosos los de la segunda mitad. Dieron juego vario aunque muy interesante, destacando por mejores el suavísimo tercero, el muy noble quinto y también noble aunque sin tanta clase que cerró la tarde. El primero sacó temperamento hasta desarrollar algo de genio. El segundo resultó mejor en los dos primeros tercios que el último. El cuarto fue el más deslucido por venirse enseguida abajo.
Miguel Ángel Delgado (blanco y plata): Pinchazo y buena estocada, ovación con saludos. Cuatro pinchazos y estocada, silencio.
Pepe Moral (plomo y oro): Pinchazo y estocada caída, silencio. Gran estocada, oreja.
Javier Jiménez (blanco y oro): Media estocada a toro arrancado y dos descabellos, dos avisos y gran ovación con frustrada vuelta al ruedo al intentar iniciarla. Gran estocada, oreja.
Las cuadrillas sobresalieron en sus respectivas misiones. Muy especialmente el picador Francisco Martínez en un gran puyazo al cuarto toros y los peones Agustín González, Curro Robles, Vicente Varela, Manuel Pérez Valcarcel y Lipi.
La decoración climatológica mas la puramente ganadera y torera, cambió mucho ayer para mejor, deparándonos una tarde interesante y entretenida. Vimos picar bien, banderillear superiormente y torear francamente bien aunque no tan bien como mereció el ganado de Torrestrella, muy especialmente los toros tercero, quinto y sexto.
A mí me interesó también el que abrió plaza por su temperamento. Un animal con mucho que torear con el que no anduvo nada mal el primer espada, Miguel Ángel Delgado que entró en la feria por su éxito de pasado 12 de octubre en esta misma plaza. Pero debió estar mejor.
Con el cuarto, más débil y por tanto menos lucido, Delgado cometió el error de iniciar su faena en los media con la derecha en tres cambios seguidos, lo que obligó al toro a revolverse alrededor del torero otras tres veces y allí se acabó el poco brío que había tenido en su salida.
Esta manía que tienen algunos toreros de empezar sus faenas de tal guisa sin tener en cuenta las condiciones de sus oponentes, es incomprensible. Y es que llevan muchas cosas en la cabeza desde el hotel e intentan llevarlo a cabo con razón o sin ella.
Los otros dos matadores tuvieron la suerte de encontrarse con excelentes toros de Torrestrella y, aunque Pepe Moral y Javier Jiménez, salieron a oreja por coleta, lo cierto y verdad fue que debieron conseguir más trofeos. Ellos estarán muy contentos, supongo, pero perdieron la oportunidad de salir verdaderamente lanzados. Veamos por qué no lo consiguieron.
Nada que oponer respecto a la primera faena de Pepe Moral con el segundo toro de la tarde que, sin ser malo, no llegó ni de lejos a la nobleza del quinto por los dos pitones. Brindó Moral su primera faena al público espoleado por el gran tercio de banderillas que cubrieron sus peones, tanto en la brega como al parear. Pero luego no pudo Pepe andar en el mismo tono que su cuadrilla y sus ilusiones quedaron aplazadas a lo que sucediera con el quinto que, esta vez, cumplió crecidamente el famoso refrán
En el recibo por verónicas de Moral al extraordinario quinto, me gustó bastante más que con la muleta. Co esta toreó formalmente bien y templado por redondos y naturales aunque los recetó citando casi siempre por las afueras, razón por la que los únicos muletazos que resultaron excelentes fueros los de pecho que recetó en el cierre de cada tanda por quedar colocado en el sitio idóneo.
He dicho muchas veces y lo vuelvo a repetir que con esta clase de animales tan propicios aunque no repitan por sí mismos, hay que ganar un paso tras cada pase. Quedarse en el mismo lugar donde se dio el muletazo anterior provoca la mala o mejor dicho inconveniente colocación que describo por lo que la ligazón no acontece de manera natural. Por todo ello, creo que la oreja que le dieron a Pepe Moral fue debida a la gran estocada con que mató. No por la faena que fue de gran ovación y punto en boca.
La mejor faena con mucha diferencia de esta corrida la hizo Javier Jiménez con el suavísimo tercer toro. Un animal que, pese a perder las manos en el primer tercio y provocar algunas protestas con la intención de que fuera devuelto, llegó con clase y con una dulzura extraordinaria a la muleta. Hizo muy bien el presidente en negarse a devolverlo. Javier lo toreó a su particular placer con las dos manos y para placer de los espectadores que, sin dudas, quedaron cautivados. Solo puedo poner un pero a esta preciosa faena. la excesiva premiosidad con que Javier Jiménez fue construyendo la obra, sin duda inspirada aunque con otro pero, demasiado extendida hasta el punto de que el animal no quedó en la mejor situación para entrarlo a matar por empezar a gazapear. A Javier le costó demasiado tiempo que el animal cuadrara y, otra vez por premioso, no mató al toro como hubiera querido. Con dos avisos ya escuchados, por fin pudo medio dejar un feo espadazo al encuentro y poco faltó que sonara el tercer recado por esperar Javier a que el animal doblara en vez de descabellar inmediatamente. Dos golpes necesitó Jiménez para despenar a su oponente. Y lo que iba para dos orejas quedó en ovación muy fuerte aunque no tanto como para dar la vuelta al ruedo, paseo que le impidieron dar cuando intentó iniciarla.
Se desquitó con el también noble sexto aunque sin la clase que tuvo el tercero. Este último animal no cesó de berrear durante toda su lidia, pero resultó suficientemente grato para el toreo. Sin embargo, esta vez Javier no anduvo tan fino como antes y la faena no tuvo la redondez ni la limpieza ni la contundencia de la anterior. Menos mal que la estocada fue superiormente recetada y la oreja que ansiaba cayó por fin.
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