"...Los que no vieron esta corrida, tanto en directo como a través de la televisión, y busquen en esta crónica cuales fueron sus resultados finales que aparecen en la ficha del festejo, no podrán hacerse idea de todo lo que ocurrió en este festejo que, en su conjunto, podemos calificar de memorable y en el conjunto de todo lo sucedido, histórico..."
Un gran espectáculo de variedad torera, insólitas situaciones y un sinfín de incidentes
Sevilla, 09/04/2016.-
Plaza de la Real Maestranza. Viernes, 8 de abril de 2016. Sexta de feria. Tarde soleada aunque muy fresca, con momentos de viento y lleno total.
Seis toros de Victoriano del Río, bien presentados en variedad de pelos y de juego desigual con predominio de los nobles en distintos grados de bravura y manejabilidad. El primero dio buen juego en el primer tercio pero luego se vino pronto abajo. Muy noble el justo de fuerza segundo. Bravo y noble aunque terminó rajado el tercero. También rajado el cuarto aunque permaneciendo noble hasta el final. Insólito y particularmente bravo el quinto que permaneció varios minutos en sus dos encuentros con el caballo, encelado en el peto siendo muy difícil sacarle de su querencia y llegando noble aunque remiso a la muleta. Muy a menos en todo el sexto.
Morante de la Puebla (siena y oro): Pinchazo hondo trasero caído y tres descabellos, silencio. Tres pinchazos, estocada y dos descabellos, dos avisos y palmas.
El Juli (burdeos y oro): Estoconazo trasero caído, oreja. Pinchazo hondo y seis descabellos, ovación clamorosa.
Miguel Ángel Perera (turmalina y oro): Pinchazo, estocada trasera caída y descabello, gran ovación. Estocada, palmas.
En las cuadrillas, destacaron los peones Javier Ambel en la brega y Curro Javier con las banderillas en un segundo tercio memorable.
Los que no vieron esta corrida, tanto en directo como a través de la televisión, y busquen en esta crónica cuales fueron sus resultados finales que aparecen en la ficha del festejo, no podrán hacerse idea de todo lo que ocurrió en este festejo que, en su conjunto, podemos calificar de memorable y en el conjunto de todo lo sucedido, histórico. Y no solo por los hechos puramente toreros, también por los avatares que jalonaron este festejo, en varios momentos insólito.
Por encima de todo, las enormes ganas de triunfar que en sus respectivas actuaciones exhibieron los tres matadores, Morante de la Puebla, El Juli y Miguel Ángel Perera, en su innegable intención de defender a sangre y fuego el lugar de grandes figuras que ocupan desde hace muchos años y más concretamente en esta temporada que, suceda lo que suceda, será recordada por la del año en que surgieron varios nuevos toreros dispuestos a ser importantes y capaces de quitar de en medio a cuantos todavía mandan. Por lo visto ayer, parece que no lo conseguirán.
La incuestionable batalla torera de 2016 tomó ayer carta de naturaleza en esta corrida que, pese a lo mucho sucedido por su excepcionalidad, careció de triunfos numéricos por lo que respecta a los trofeos. Solo se corto una oreja, la ganada por El Juli tras la lidia del segundo toro de la tarde. Se podrían haber cortado bastantes más si los tres diestros no hubieran fallado tanto con la espada. Suerte ciertamente suprema que ayer no consiguió serlo, lo que impidió que, sobre todo El Juli, hubiera podido abrir la Puerta del Príncipe.
En el envío ganadero de Victoriano del Río hubo de todo. Más bueno que malo y suficientes características en su vario comportamiento para que los tres matadores pudieran dar de sí con capote y muleta sus respectivas capacidades.
Julián López fue, pese a fallar con la espada en el quinto toro, el principal protagonista del festejo por su indiscutible capacidad que ayer derrochó ilimitadamente dando rienda suelta a su indiscutible sapiencia y a su archireconocido saber hacer con toda clase de enemigos. No se prestó a casi nada con el capote su primer toro, segundo de la tarde, que pese a su inicial escasez de fuerza, llegó a la muleta con crecida y suficiente franquía para que El Juli llevara a cabo una faena tan redonda y compacta que puso a todos de acuerdo. Hasta lo que llevamos de feria, sin duda la mejor. Lo defectuoso del espadazo con que mató, impidió que El Juli cortara una segunda oreja. La que paseó en medio de una clamorosa vuelta al ruedo fue anuncio y señal de lo que hizo después frente al quinto toro.
Pocas veces habíamos visto a El Juli irse a porta gayola y tan dispuesto a todo desde la larga de rodillas con la que saludo a su oponente y a la variedad de lances que recetó en su recibo con el capote hasta el final de otra faena aun más completa y redonda que la anterior. Una faena que casi nadie creyó sería posible por el gran desgaste que sufrió el toro en una insólita suerte de de varas por el mucho tiempo que permaneció el animal empujando al peto del caballo en los dos encuentros que parecieron no terminar nunca. En su angustioso transcurso, hasta pudimos ver a Morante coleando al animal varias veces sin conseguir que el burel se despegara de su marcadísima querencia.
Pero el animal no se rompió del todo aunque llegó francamente remiso a la muleta. Por eso en esta faena tuvo El Juli que emplearse a fondo y tirar del toro, logrando ligar los muletazos de cada tanda sobre ambas manos como si fueran uno solo e inacabable. Fue una pena que la estocada cayera atravesada y que tuviera que utilizar el descabello en varias ocasiones. Fallos que impidieron una posterior salida por la Puerta del Príncipe del gran maestro madrileño que ayer volvió a ejercer su indiscutible magisterio.
Se hizo notar que El Juli había querido recuperar el respeto del público sevillano después de tres ferias sin comparecer en la Maestranza, al fin y al cabo escenario de no pocas de sus memorables hazañas.
Morante fue ayer como no podía ser menos el grandioso y supremo artista y en toda su dimensión en su maravilloso recibo por verónicas al primer toro de la tarde. Un toro bravo de salida y en el tercio de varas que consumó para bien el picador Aurelio Cruz. Pero este animal no fue en el último tercio lo que había sido en los prolegómenos del primero. Remiso y tardón al ir perdiendo gas en la muleta, Morante solamente pudo ligar una excelente ronda con la derecha en la primera parte del trasteo, luego compuesta por aislados muletazos que contó con sembrados naturales de uno en uno antes de fallar con la espada que, si hubiera entrado efectiva en el primer envite, hubiera caído la primera oreja de la tarde.
Oreja que también perdió Morante con la espada y sobre todo con el descabello tras su genial actuación con el cuarto toro al que recibió con un farol en pie seguido de arrebatadoras verónicas. Este toro cumplió en varas manseando y, aunque se vino abajo en el último tercio hasta rajarse e irse a tablas, fue junto a estas cuando Morante, muy paciente y para nada desmoralizado hasta ese momento, nos obsequió con un sensacional concierto muletero sobre ambas manos cuando precisamente nadie lo esperaba. Tan extraordinaria sorpresa supuso que la faena se pasara de metraje y, por tanto, que el animal empezara a gazapear poniendo muy difícil entrarlo a matar. Tanto fue así que, por momentos, creímos que Morante sufriera lo mismo que en su primera tarde de esta feria cuando tuvo que escuchar los fatales tres avisos. A punto estuvo de repetirse la escena.
Miguel Ángel Perera no les fue a la zaga a sus contendientes. También ésta fue su vuelta a Sevilla tras los años de voluntaria ausencia y había que echar toda la carne en el asador. Variadísimo y sobrado además de muy templado recibo con el capote al tercer toro. Quietísimo en el quite por chicuelinas al que siguió en su turno otro sensacional de Morante por exquisitas tafalleras.
Y entre tal derroche capotero y el inicio de la faena de Perera, un tercio de banderillas más que memorable en el que Javier Ambel en la brega y Curro Javier con las banderillas pusieron la plaza boca abajo mientras la banda de música les dedicaba un merecidísimo pasodoble. Pocas veces hemos visto un tercio banderillero tan impresionante y tan generalmente celebrado. Fue este otro de los momentos culminantes de la corrida.
Perera se extendió con la muleta en su versión más genuina basada en la quietud y en el temple esta vez expresados con tanta contundencia, con tanta hondura y largura que el toro no lo resistió yéndose rajado junto a las tablas. Terreno complicado en el que, lejos de desanimar al diestro extremeño, le sirvió de acicate para superarse a sí mismo resolviendo por completo el inconveniente hasta lograr los momentos más emocionantes y lucidos de la obligadamente larga labor. Una faena que hubiera tenido premio quien sabe si de una o hasta de dos orejas si no hubiera fallado con los aceros como tantas veces ocurre cuando las faenas se alargan más de la cuenta. No obstante, la ovación que escuchó y disfrutó Miguel Ángel debió llegar hasta la Puebla del Prior.
Como ya había hecho El Juli, Perera también se fue a porta gayola para recibir al sexto y último del festejo. Tras su larga cambiada de rodillas, siguió un ramillete de ampulosos lances y, visto que el animal no tendría suficiente energía ya tomado el primer encuentro con el caballo, Perera desistió de hacer un quite. Lo hizo Morante con brillante brevedad en su turno tras el segundo puyazos del que el toro salió suelto. Señal de mansedumbre que el toro acrecentó para desgracia de Perera en una faena que solo pudo ser trabajosa aunque meritoria. Fue un final que poco tuvo que ver con la gran brillantez de todo lo que acabábamos de vivir tan gozosamente.
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