jueves, 7 de abril de 2016

Corduras y locuras sevillanas 2016 / por Ricardo Díaz-Manresa


En fin, es bueno que vuelva la paz. Una cordura. Lo que no entiendo es la locura de aplaudir a un torero, Morante, al que le dan los tres y, avisado como San Pedro, tiene la cara de salir a saludar porque unos cuantos antes, con más cara todavía o sinrazón, le dedicaban palmas. Hasta ahora, el mayor estigma que podía sufrir un torero era ver que su toro volvía al corral con los tres avisos reglamentarios. Ahora será timbre de gloria si ha dado fiesta.

  • La cordura de volver a la paz entre toreros y empresa y las locuras de Resurrección y la sugerencia de cambiar lo que no es para mejorar..

Corduras y locuras sevillanas 2016

Con la marcha de la preferia de la de abril –viva la alegría- hemos visto ya algunas cosas este año.

Me ha extrañado –sin exagerar porque ya no tengo imaginación para lo que nos espera dentro de los ruedos y, sobre todo, fuera- a un público sevillano de Resurrección aplaudiendo al que hizo trizas la temporada anterior. Recibiéndolo como al hijo pródigo. Y, todo, porque se ha dignado volver siendo la empresa la misma de la que renegaron por los siglos de los siglos.

Me acuerdo de una monja andaluza de un convento que está frente a mi casa madrileña que parecía tener mucha vocación. Se fue a Roma a hacer los votos y, al volver, le dije:
-Votos para toda la vida. Enhorabuena.
-No, para toda la vida, no, para toda la eternidad.

Su contestación me dejó con la boca abierta y más todavía cuando me dijeron que había dejado el convento escaso tiempo después. Una eternidad que quedó reducida a unos pocos meses.

Pues los siglos de los siglos de los toreros rebeldes –“hasta que no echen a la empresa no volvemos”- se redujo a dos temporadas, en las que todos salieron perjudicados, especialmente la ciudad y el toreo.

En fin, es bueno que vuelva la paz. Una cordura. Lo que no entiendo es la locura de aplaudir a un torero, Morante, al que le dan los tres y, avisado como San Pedro, tiene la cara de salir a saludar porque unos cuantos antes, con más cara todavía o sinrazón, le dedicaban palmas. Hasta ahora, el mayor estigma que podía sufrir un torero era ver que su toro volvía al corral con los tres avisos reglamentarios. Ahora será timbre de gloria si ha dado fiesta.

¿Extrañeza? Poca. Por varias razones. Este es parte del mismo público que vota como vota y que nos mete en los líos en que estamos. El que vota en Andalucía a los de siempre, éstos sí por los siglos de los siglos (al parecer) y les perdona lo inimaginable. Y los que convierten todo en locura espectacular.

¿Y lo de Morante había sido la leche?. Buena o muy buena faena, según pases, pero sin el estallido y éxtasis que casi siempre le falta a Morante, al que –repito- le faltan centímetros para ser una escultura y le sobran algunos kilitos, que nadie es perfecto como el ruedo de Las Ventas, ¿verdad Morante?.
Y encima vestido de muerte, aunque el negro no le quedaba mal del todo en la combinación que llevaba.

Y entre las corduras y locuras sevillanas, la declaración del cuñado que le queda tras la enorme satisfacción de haber inventado la pólvora siguiendo los pasos de poner a los emergentes, que era lo lógico y lo necesario –de cajón o de libro que se dice- para meterse en aguas oscuras. ¿Qué es eso de la antigüedad en los carteles? Hay que triturarla. La experiencia no sirve. La liturgia nos la cargamos. El caso es no abrir los carteles los nuevos para que los antigüos se libren de abrir plaza y matar el primero, con el público frío. Eso está muy mal, pero que muy mal.

Se quieren cargar el orden y la historia cuando es el único espectáculo en el que el subalterno se quita la montera en señal de respeto para entregar la del maestro y jefe. Y en el que los nuevos llaman maestros a los viejos. Y en el que los toreros se colocan una taleguilla incómoda, camisa, corbata, chaleco y después la chaquetilla que es más dura que la piedra. Incomodísimo. Y además para torear ante todos los que van en camisa de manga corta, con muchos grados encima en el ambiente y…un toro. El cuñado, cualquier día, empieza la campaña de los vaqueros. ¡Que hay que cambiar esto y modernizarlo!

Menos mal que los carteles han mejorado muchísimo y se ven con esperanza. Y que no ocurra como en Fallas que en los cuatro últimos carteles, los de figuras, la mayoría de los toros se fue sin picar y apenas tenía fuerza. A este paso, Valencia pierde el título de plaza de primera, como nunca debieron tenerlo Málaga y Córdoba.

¡Haga usted manifestaciones maravillosas y después presente esta triste realidad en la plaza.

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