La nueva generación de toreros está aportando también variedad y riqueza de repertorio.
En la variedad está el gusto
Se va confirmando lo que a finales del pasado ejercicio se auguraba como posible: la entrada en ferias y carteles de nuevos nombres que dan nuevos aires y refrescan el escalafón. Se ha visto en las primeras ferias de la temporada y, dado que la respuesta ha sido tan positiva como esperanzadora, la tendencia se va expandiendo y ya parece seguro que en 2016 las promesas emergentes de 2015 van a tener oportunidad y ocasión de dejar claro que quieren aprovechar la tesitura.
Pero también en este arranque de campaña se ha comprobado que la monotonía, si es que la había, está en trance de desaparición. Al menos en cuanto a protagonistas y repertorio. Era esta cantinela que venía repitiéndose desde hace años y que ya empezaba a cansar: el toreo actual se basa en derechazos y naturales y ha desaparecido el toreo de capa. Bueno, pues no. Ni lo uno ni lo otro. Afortunadamente.
Y lo han demostrado sin lugar a dudas quienes han intervenido en las ferias de Castellón y Valencia. O en la de Olivenza, que tampoco es cuestión de olvidar por categoría de la plaza, población o antigüedad del serial.
José Luis Ramón, director del semanario 6 Toro 6 -en el que además de dar amplia y puntual información de lo sucedido en el mundo de los toros se preocupa de ilustrar a sus lectores con generosas raciones de cultura taurina-, se ha tomado la molestia de recopilar, explicar y analizar -además, acompañado de un extraordinario despliegue gráfico- las muchas y variadas suertes que se han empleado y visto en estos seriales de apertura, que van desde las muy clásicas a las nuevas y hasta a algunas olvidadas y que ahora se rescatan y hasta otras más raras y que no son habituales de ver en una plaza.
Refleja así que ha sido frecuente el contemplar lances de capa como la rogerina, caleserina de rodillas, saltilleras, espaldinas, brionesas -remate a un mano de origen mejicano de gran plasticidad y belleza-, cordobinas, recortes al molinete, soltando una mano... al margen de las más o menos habituales gaoneras, tafalleras, chicuelinas, chicuelinas al paso, medias, lopecinas -variante de las zapopinas creadas por el mejicano Miguel Ángel Martínez Hernández (El Zapopán) y popularizadas en España por El Juli-, navarras, delantales, largas, de pie, de rodillas, afaroladas, faroles (de rodilla, en pie o invertidos) o la clásicas, tradicionales y majestuosas verónicas.
Tampoco es corta la nómina de suertes de muleta de las que se ha disfrutado, desde las luquesinas que puso de moda hace unos años Daniel Luque, tanto de pie como rodilla en tierra, hasta las mondeñinas que se sacara del magín Juan García y que ahora se ha visto interpretar a, por ejemplo, Joselito Adame, pasando por capeínas, ortinas, dosantinas, arrucinas, capetillina, poncinas o, naturalmente, manoletinas. O los ya cotidianos pero siempre impactantes pases cambiados por la espalda que ha impuesto Castella y que ya son muchos los diestros que utilizan para iniciar sus faenas, ayudados, doblones, trincherazos, molinetes, estatuarios, circulares... Y, sí, también, los fundamentales derechazos, naturales y pases de pecho. Un compendio de tauromaquia que desmiente a quienes hablan de sota, caballo y rey y acusan al toreo de aburrido, estancado y monocorde.
Esta nueva generación de toreros no sólo va renovar y refrescar un escalafón ya muy maduro y visto, sino que está aportando esa variedad y riqueza de repertorio que tanto hace para que este siga siendo un espectáculo único e inigualable.
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