¿Gobierno de España...?
"...Vive la tauromaquia la gran paradoja de ser al mismo tiempo cultura oficial y legal, que ha de ser protegida y sin embargo es la manifestación tradicional y cultural más torpedeada, atacada, impedida y perseguida. De manera que el toreo necesita exigir de continuo sus derechos al Gobierno para que se cumpla las leyes y la Constitución..."
- "...Somos muchos, demasiados, los aficionados que hemos sido, no solo insultados sino injuriados, calumniados, vejados, ofendidos y heridos por estos manifestantes. ¿Por qué no lo evita quien tiene la obligación de hacerlo y la potestad?..."
NO SOMOS ASESINOS
Fernando S. Gª Terrel
Zaragoza, 19/04/2016.-
En el primer festejo de la pasada feria Taurina del Pilar, con los tendidos repletos de público ansioso por ver a Morante, Urdiales y Talavante, sucedió un hecho inusual. Al romperse el paseíllo, de la grada del Tendido Joven, surgió una pancarta en la que se leía “¡LIBERTAD!” y de inmediato, toda la plaza, puesta en pie, comenzó a gritar con vehemencia esa palabra durante mucho tiempo.
Es difícil explicar lo que sentí ¿vergüenza, humillación, impotencia… ¿hasta qué punto puede llegar la frustración de las personas para tener que desahogarse así junto a los que sienten lo mismo que uno? Pedir libertad es un acto demasiado duro en una sociedad avanzada y progresista como debería ser la nuestra. Es triste tener que recurrir a esta llamada para reclamar lo nuestro.
Y gritamos ¡LIBERTAD! porque momentos antes, como cada año, un grupo de antitaurinos, con la anuencia del Subdelegado del Gobierno, se dedicó a insultarnos a la puerta de la plaza conforme entrabamos a ella y entre otras lindezas, ante la pasividad de la Policía, se permitió, como siempre, que nos llamasen, “¡ASESINOS!”.
Bien sabe la Policía y el propio Delegado del Gobierno que asesino es la persona que ha cometido un asesinato, o sea que ha matado a otra concurriendo circunstancias agravantes como premeditación o alevosía, precio, recompensa…o ensañamiento y ninguno de los aficionados que acudimos a presenciar este espectáculo público, autorizado gubernativamente, ha matado a un semejante. No debemos admitir insultos que constituyen a su vez un delito de calumnias por imputarnos falsamente la comisión de un hecho que da lugar de inmediato a acción pública. Aunque es cierto que para su persecución es necesaria la presentación de querella por parte del agraviado y eso lamentablemente, hasta ahora no lo hemos hecho, aunque ya va siendo tiempo de que vayamos haciéndolo.
Ustedes no tienen porque saberlo pero yo si, por eso les digo que la Dirección General de la Policía, a instancias de las asociaciones taurinas de profesionales, de aficionados y del propio Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, distribuyó una instrucción de obligado cumplimiento a partir del 10 de abril de 2015 para la Policía Nacional en todo el territorio español, con la cual, se procede a armonizar los criterios a seguir en el caso de las manifestaciones de grupos antitaurinos para evitar que puedan celebrarse en el lugar y hora de los festejos y eventos taurinos con el fin de evitar posibles altercados que puedan poner en riesgo la seguridad ciudadana y garantizar el buen funcionamiento de los festejos.
Somos muchos, demasiados, los aficionados que hemos sido, no solo insultados sino injuriados, calumniados, vejados, ofendidos y heridos por estos manifestantes. ¿Por qué no lo evita quien tiene la obligación de hacerlo y la potestad? como lo hizo la Delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía, el pasado 18 de abril impidiendo la protesta organizada por el PACMA a las puertas de la plaza de la Real Maestranza de Sevilla. Se necesita el compromiso de las Delegaciones de Gobierno, sin excepción, para seguir la estela marcada por Andalucía, prohibiendo las manifestaciones antitaurinas que pretendan realizarse en la periferia de cualquier plaza de toros o lugar donde se celebren actos taurinos.
Zaragoza, en su pasada Feria del Pilar, una vez más dijo ¡SI! a la fiesta de los toros en sus variadas manifestaciones hasta el punto que hubo días en que se programaron cuatro festejos y los cuatro se llenaron, pasando por taquilla unos 30.000 espectadores, mientras que en el trascurso del ciclo pilarista asistieron a los festejos del coso de la Misericordia unos 300.000 aficionados. ¿No es suficiente muestra de que en esta Capital si existe afición y tradición taurina?
Reina un cierto confusionismo sobre la denostada Fiesta de los Toros, la corrida de toros, el espectáculo de masas más antiguo de España y uno de los más antiguos del mundo. Una fiesta que emanó en la España del siglo XII con los caballeros lanceadores que está considerada como una de las máximas expresiones de la cultura hispánica practicada también en el sur de Francia y en países de Hispanoamérica como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Costa Rica.
La llamábamos Fiesta Nacional y así lo fue desde que se instituyó el toreo a pie en el siglo XVIII, cuando el triunvirato formado por Costillares, Pepe-Illo y Pedro Romero levantaba más admiración popular que el mismísimo rey Carlos III, y es que desde entonces hasta el siglo pasado no hubo fiesta mayor en nuestros pueblos que la de los toros, con ella se festejaban: nacimientos, peticiones de mano, bodas, reales o no, victorias bélicas, patronímicos y las festividades de casi todos los sitios de España. Claro que entonces no existían entretenimientos como el futbol, el cine, la televisión, los conciertos, etc.
La imagen con la que nos asocian los extranjeros de España sigue siendo la del toro. A un ciudadano de Estados Unidos le enseñas la silueta geográfica de España y ve un toro. No lo digo yo, sino el Barómetro Imagen de España, elaborado por el prestigioso Real Instituto Elcano. Sus resultados muestran que los toros y el fútbol son los elementos que más se identifican espontáneamente con España, seguidos por el sol, algunas ciudades y el turismo. El flamenco ha perdido gran parte de su preeminencia, dice el mismo Instituto.
La libertad de poder ir a los toros reside en un derecho amparado por el Tratado de Lisboa de 2007 que en su artículo 13 asegura la viabilidad legal de la tauromaquia en Europa. Este blindaje europeo de las corridas de toros se incluye en el texto legal de mayor rango normativo de la Unión Europea, con rango constitucional, lo más parecido a una Constitución Europea.
Respecto a la posibilidad de que las instituciones europeas puedan prohibir las corridas de toros, la misma Comisión Europea ha confirmado que su capacidad para legislar no es ilimitada y así se lo hacía saber a los eurodiputados antitaurinos en julio de 2010, en respuesta a una más de sus continuas interpelaciones: “Los poderes para actuar de las instituciones de la Unión se definen en los Tratados… Por lo tanto, y siguiendo el espíritu de los Tratados, la Comisión no tiene competencia para tomar iniciativas en relación con la cuestión de las corridas de toros en los Estados miembros afectados”.
Ciñéndonos a nuestra legislación, el artículo 46 de la Ley del Patrimonio Histórico Español, de 1985, afirma que: “Forman parte del Patrimonio Histórico Español los bienes muebles e inmuebles y los conocimientos y actividades que son o han sido expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español en sus aspectos materiales, sociales o espirituales”, como son los toros.
Nuestra Constitución, defiende el derecho a la libertad profesional y empresarial (artículos 35 y 38), a la libertad de creación artística (artículo 20) y al acceso a la cultura (artículo 44), disponiendo que “los poderes públicos garantizaran la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio”.
Con la Ley 18/2013 de 12 de noviembre, nuestro Parlamento blindó el toreo con la aprobación de La Ley de Patrimonio Cultural Inmaterial. Por esa misma razón el propio Estado y sus administraciones, deben velar por su desarrollo y futuro.
También el Pleno del Congreso de los Diputados ha dado luz verde definitiva al proyecto de Ley para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Con este proyecto legislativo se da cumplimiento a la Convención de Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de la UNESCO, ratificada por España en 2006, cuyo objetivo es proteger el patrimonio que carece de una base material ya que España es uno de los países con "más variado y rico patrimonio cultural que ha seguido ampliándose a lo largo del último siglo".
Hace pocas fechas, la Asociación Internacional de Tauromaquia, promotora del proyecto Tauromaquia-UNESCO, se reunió nuevamente con el fin de llevar a cabo actuaciones inmediatas que insten al Ministerio de Cultura a concretar definitivamente el reconocimiento de la Tauromaquia como Manifestación del Patrimonio Cultural Inmaterial, de acuerdo al contenido de la Ley 10/2015 de 26 de mayo, y a que ponga en valor este importante elemento de nuestra cultura.
Vive la tauromaquia la gran paradoja de ser al mismo tiempo cultura oficial y legal, que ha de ser protegida y sin embargo es la manifestación tradicional y cultural más torpedeada, atacada, impedida y perseguida. De manera que el toreo necesita exigir de continuo sus derechos al Gobierno para que se cumpla las leyes y la Constitución. Precisa de una seguridad jurídica que hoy no tiene. Este incumplimiento de nuestros derechos Constitucionales ha de ser el discurso diario de la Tauromaquia en la que los distintos gobiernos, central y autonómicos han metido la mano en reglamentos y recaudaciones.
Este espectáculo agraviado y perseguido a espaldas de la Constitución, ha sido la segunda actividad que más dinero ha dejado y deja en las arcas públicas. Juan Medina, profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura afirmó que más de 17 millones de españoles mostraron interés por las corridas de toros. Estas cifras «evidencian por sí mismas que el toreo es un espectáculo de masas de manera incontestable, pero si las comparamos con las que arrojan otras actividades culturales llegan a resultar demoledoras». «Los toros constituyen el segundo acontecimiento cultural en número de espectadores de España, sólo superado por la exhibición de cine extranjero”.
En el año 2014 los festejos taurinos proporcionaron, 45 millones de euros en concepto de IVA a la Agencia Tributaria sólo por la recaudación en las taquillas de las plazas, siendo el IVA taurino un 62,4% superior al del cine español. La Administración Central recibe 45 millones por el IVA de la taquilla taurina y a cambio no destina a los toros ni un euro (o 30.000, si se considera el Premio Nacional de Tauromaquia una ayuda al sector) mientras que el cine aporta 27,7 millones y recibe ayudas por 60 millones, según los Presupuestos.
Entre el IVA, impuestos, rentas de pisos de plazas, costes y gastos administrativos…, de cien euros facturados, las administraciones han ingresado unos 39 millones euros. El afán recaudatorio sí que ha sido el papel más significado del poder público en el toreo en lugar de la vigilancia de su libre derecho constitucional a existir. Quieran o no reconocerlo los toros generan 200.000 empleos y aportan 114 millones más de IVA que el cine español, cifras nada despreciables para cualquier gobierno del color que sea.
Cinco años llevamos esperando la sentencia de Tribunal Constitucional de España, a raíz de la prohibición del toreo en Cataluña. El alto tribunal tiene en un cajón desde 2011 un recurso de inconstitucionalidad por la decisión abolicionista del Parlament. El mismo problema, el Tribunal Constitucional francés lo solucionó en dos meses para el bien de aquellos aficionados taurinos.
El código penal galo castiga con multas el maltrato animal, pero esa ley no se aplica cuando se trata de dos tradiciones muy ancladas en dos regiones distintas del país: los toros en el Sur y las peleas de gallos en la región de Norte-Paso de Calais. Desde la aprobación de esa ley, en 1964, varias plazas de toros se pudieron construir en ciudades donde no las había, por pertenecer a las regiones consideradas de tradición taurina, es decir las cuatro comunidades del Sur. El Consejo Constitucional explicó que considerando el profundo arraigo de la cultura taurina en esta zona, el legislador quiso favorecer su desarrollo, volviendo a reforzar la cultura taurina en Francia, confirmando que la excepción cultural que existe en la ley a favor de las corridas es perfectamente constitucional.
El primer ministro francés, Monsieur Valls cree que la cosa taurica es "una cultura que hay que preservar" y que los toros son "tradiciones que existen en algunas regiones, y en particular en el sur de Francia, que hay que mantener". Y asiste a tentaderos en Arles e incluso aquí en España.
La Comisión Europea considera que la legislación española es respetuosa con la protección de los menores y, en ese sentido, avala las retransmisiones taurinas en horario infantil. Así lo afirmó el Ejecutivo comunitario en una respuesta a una pregunta escrita de los eurodiputados españoles que querían saber si la Comisión «consideraba adecuada la programación de espectáculos con violencia explícita hacia los animales en horario de protección para los menores».
Añadiéndoles que la supervisión de cómo se aplican estas normas «incumbe a la autoridad reguladora española, a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)» y «son los Estados miembros los que deben determinar en qué medida los programas pueden perjudicar el desarrollo de los menores o perjudicarlo gravemente».
A pesar de todo no nos televisan corridas de toros alegando que suelen programarse en horario infantil y herir su sensibilidad, cosa que al parecer no hacen otros espacios que se emiten en la misma banda horaria, cargados de violencia, terror, obscenidad, grosería y mala educación. Pese a que tras la última retrasmisión de una corrida de toros, por el ente público, que sufragamos todos los españoles (el encierro en solitario del Juli en la plaza de Cáceres en el mes de mayo) quedó patente que a 1.112.000 telespectadores españoles, si les interesó este espectáculo que tuvo una media del 9.5% de cuota de pantalla, superior a la habitual de 7,4% y el seguimiento en número de espectadores aumentó en 238.000 personas.
Pero qué más da en un país en el que llevamos más de de cinco años soportando ilegalidades o es que ¿acaso no es tal que un partido político ofrezca en su programa electoral que va a prohibir un Patrimonio Cultural amparado por la Constitución?
La aprobación en Cataluña de la Iniciativa Legislativa Popular, por escasísimo margen de votos, derogó a su capricho el artículo 6 de la Ley de Protección Animal que permitía: “La fiesta de los toros en las localidades donde, en la fecha de entrada en vigor de la Ley 3 / 1988, de 4 de marzo, de protección de los animales, hubiera plazas construidas para su celebración, a las que se prohibirá el acceso a las personas menores de catorce años” e introdujeron su particular prohibición a: « Las corridas de toros y los espectáculos con toros que incluyan la muerte del animal y la aplicación de las "suertes" de la pica, las banderillas y el estoque, así como los espectáculos taurinos de cualquier modalidad que se celebren en las plazas de toros o fuera de ellas, salvo las fiestas con toros a que se refiere la letra b) del segundo apartado del artículo 6.» De manera que prohibieron las corridas de toros en Cataluña, pero no los “Correbous”, ni el “bou embolat”.
El nacionalismo catalán ha querido acabar con los toros porque son un irrevocable símbolo español. No les interesa recordar que Lluís Companys y Jover, independentista catalán y fundador de Ezquerra Republicana que fue Presidente de la Generalitat, acudía de forma habitual a las corridas de toros a Barcelona cuando tenía tres plazas de toros sufragadas por los barceloneses que las construyeron para deleite de su afición, antes de 1936 y hasta en la Maestranza sevillana, en el año 1930, presidió una de ellas. El propio Pascual Maragall, Alcalde de Barcelona, dijo, en la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad al diestro catalán Joaquín Bernardó en 1983 que «Los que niegan la tradición taurina de Barcelona y Cataluña, desconocen su historia». ¿Fueron peores catalanes que sus actuales compañeros de partido?
Con esta abolición, como dijo el Presidente del Senado, Pio Gª Escudero: «Se infringen artículos de la Constitución, como el acceso a la libertad de todos los españoles, a las manifestaciones culturales, es decir, a la creación artística, y a la libertad del empresariado” y «Lo más importante es que en todos los decretos de transferencias de la Administración Central a las Administraciones Autonómicas sobre competencias en materias de espectáculos se habla de las facultades de regulación, promoción u ordenación, pero en ningún caso de prohibición».
Hay que recordar a los antitaurinos y a los propios tribunales que la Tauromaquia es una actividad legal en todo el territorio español, excluida de las leyes de defensa de los animales de este país y sus Comunidades, como acto de maltrato animal. Igualar maltrato animal y tauromaquia es decir que cada individuo, torero, aficionado, público de toros, es maltratador. Y eso es acusarnos de un delito. Eso es difamación.
Existe una manipulación hábil, pero capciosa por parte de los llamados “animalistas”, que desplazan a la persona en favor del animal y que está causando estragos en la sociedad. Dentro del respeto que se merecen todas las especies animales, hay que recordar que están en el mundo para la utilidad del hombre y que se trata de animales irracionales que por tanto no tienen derechos porque no pueden comprender el concepto derecho.
Como dijo el joven diestro López Simón: “Estamos en tiempos en los que con la bandera del progreso en mano, como si de una especie de inquisición se tratase, una corriente de personas están convencidas, y lo que es más grave, están dispuestos a imponernos, de que la única manera de salvar al toro de lidia es evitando su muerte en el ruedo. Parecen obviar que la muerte forma parte de la vida, y que una sin la otra no tendrían sentido”.
Hablan de maltrato al toro de lidia y les pregunto si acaso ¿no lo es tener a un animal encerrado en una jaula, un piso, una guardería de perros o perrera, no permitiéndole vivir como la naturaleza dispuso?, ¿No es maltrato utilizarlos para prácticas sexuales aberrantes? Las pretensiones animalistas están poniendo fin al logro más social y sensible del ser humano, el humanismo. Maltrato a las mascotas es la castración o vaciado de hembras y hay en la Tierra, más animales castrados que enteros de algunas razas u especies. Castrar significa la desnaturalización y la quiebra del equilibrio ecológico y no hay nada más ejemplificador del equilibrio ecológico que una dehesa de bravo.
Es triste recordar que se manifestó más gente a las puertas de la enfermera contaminada de ébola pidiendo que no se sacrificara a su perro, que amparando a la contagiada cuya vida corría peligro o a aquellos animalistas que se congratularon públicamente con el dictador y asesino de masas, el presidente de Zimbabue, Mugabe, cuando anunció medidas protectoras para sus leones, tras la noticia de caza y muerte del famoso Cecil. Esos son datos objetivos de las reacciones de los colectivos animalistas.
Pensar que somos mejores humanos si tenemos una mascota a la que tratamos como a un ser humano, es criterio extendido a todas las clases sociales, de tal forma que el índice de natalidad de mascotas es 75 veces superior de nacimientos de humanos y hay familias que hacen el mismo esfuerzo económico para convivir con un perro como con un hijo.
“Acción Contra el Hambre”, una ONG que lucha contra la primera necesidad del ser humano en el mundo, denuncia que la inversión en investigación alimenticia y farmacológica para los seres humanos ya está por debajo de la inversión que se realiza para las mascotas. En España nos gastamos en 2014, 600 millones € en peluquería, manicura y similares de perros y gatos, mientras donamos para la lucha contra el ébola apenas 300.000 euros y hemos gastado 65 millones de euros en arena para caca de gato mascota.
Cuanta hipocresía... Sabiendo, como sabemos que todos los animales que utilizamos para nuestro sustento han de ser matados y hasta PETA (Personas por el Trato Ético a los Animales), multinacional del llamado bienestar animal, pese a su radicalidad ha aceptado, por intereses financieros, una mejora en los sistemas de muerte de animales destinados al consumo humano, para lograr trato y beneficio con Burger King, con KFC y con otras multinacionales de comida rápida. Por eso PETA declaró en 2014 unos ingresos de 52.000.000 de dólares.
El trato fiscal que recibe es el de una ONG sin ánimo de lucro y está exenta de todo tipo de impuestos. Ha alcanzado cotas de relaciones sociales impensables con familias como las Rockefeller. Continua siendo la más activa contra la Tauromaquia, y en ella todo parece derivar hacia lo que sencillamente es un gran negocio que nace del maltrato animal, con unas campañas de comunicación que sobrepasan los 30 millones de dólares al año, muchos de los cuales están destinados a abolir las corridas de toros.
Por su parte los ecologistas son contrarios a este animalismo. Ecología es primar al hombre, responsabilizar al ser humano del cuidado natural de las especies.
El toro de lidia es una especie única y hay que blindarla. Es un animal único, especie de ámbito ecológico, aportadora de biodiversidad, con señas de identidad similares a la de un animal de fauna salvaje. Se cría en libertad y sostiene el mapa de equilibrio llamado dehesa, cuya superficie acoge a gran parte de la fauna y la flora de este país.
Tras vivir pastando en ella se convierte en actor de las fiestas de toros, durante las cuales es amaestrado y dominado por el hombre, consiguiendo ambos perpetuar el rito del poder de la inteligencia sobre la bestia y tras ser lidiado incluso puede obtener el perdón o indulto si ha demostrado su bravura en el ruedo.
A su muerte, entra dentro de la cadena de producción de carne de vacuno, excelente por cierto, por lo que las cinco asociaciones de criadores de toros de lidia, pueden ya utilizar la denominación oficial de "Raza Autóctona", distribuida por toda la Península Ibérica, con amplia implantación en Andalucía y Extremadura, contando con un total de 211.885 animales inscritos en el libro genealógico, distribuidos en 1.003 explotaciones.
No quiero pasar por alto el argumento más manido por los “antis”, el posible sufrimiento del toro de lidia. Lo someto a su consideración exponiéndoles dos argumentos contrastados. El primero del propio padre del animalismo furioso -Peter Singer- que en su obra “Liberación Animal”, escribe: “¿Sienten dolor los animales no humanos? ¿Cómo sabemos si alguien, humano o no humano, siente dolor? Sabemos que nosotros mismos sí podemos sentirlo. Lo sabemos porque lo experimentamos directamente pero ¿cómo saber que los demás también lo sienten? No se puede experimentar el dolor ajeno, tanto si el «otro» es nuestro mejor amigo como si es un perro callejero”.
Añade que el hecho de que el ser humano sufra no significa de inmediato que el toro de lidia sufra en el ruedo, puesto que el umbral del dolor y las facultades fisiológicas del toro y su sistema nervioso, son absolutamente diferentes con respecto al ser humano.
Añade Singer: “¿Comporta el toro en el ruedo “sacudidas, contorsiones faciales, gemidos, chillidos u otros sonidos?”… No, no hay un solo video donde se vea a toro alguno retorciéndose de dolor en el suelo ante pica o banderillas; en cuanto a lo auditivo, se sabe que los antitaurinos recurrieron a montajes para vender a toros chillando; por supuesto, si ello fuera una conducta ante el dolor, todos los toros chillarían de sufrir, y en la televisión oiríamos a los toros chillando. El mugido en un toro no delata sufrimiento, sino disposición a la batalla, pues muge sin haber sido herido.
¿Realiza el toro en el ruedo “intentos de evitar la fuente de dolor, aparición del miedo ante la perspectiva de su repetición, y así sucesivamente”? No, cualquiera puede comprobar en los videos de las faenas que el toro, lejos de huir la supuesta fuente del dolor, persigue a los banderilleros, vuelve al caballo consciente de la puya, o se iguala con el torero ante estocadas defectuosas; ningún toro huye de los banderilleros, ni ante la pica, ni ante la espada cuando el matador entra más de una vez a matar.
¿Sufre el toro? ¿si es que es adecuado aplicar la palabra sufrimiento a los animales? Puede que sufra pero no en el ruedo: su conducta ante el dolor la delata cuando da contra una reja electrificada, o cuando es marcado con el hierro de la ganadería, momentos en el que el toro no combate, mientras que en el ruedo no lo rehúye y repite sus embestidas contra el enemigo. No las repite contra la cerca electrificada (sale huyendo). Todo aficionado ha visto que el toro no comporta sufrimiento en el ruedo; la ciencia ya ha medido sus niveles hormonales en la lucha, demostrando que el toro sufre más estrés estando en un camión que en el ruedo (tal medición no ha sido refutada por los veterinarios animalistas, pues de medir, se darían de narices con idéntico resultado).
Que el toro sangre y muera no prueba de modo alguno que sufra, pues está liberando agentes endógenos que suprimen su dolor, gracias a la lucha. En resumen: se duda que sufra a la manera antitaurina, esto es, en el ruedo, y basado en una cantidad ramplona de datos sin “precisión”, pseudo argumentos y sentimentalismo.
El siguiente argumento parte de los estudios realizados por el profesor Juan Carlos Illera del Portal, director del Departamento de Fisiología Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con Fernando Gil-Cabrera, en los que demuestran de manera científica que el toro tiene menos estrés durante su lidia que durante el transporte. En el trabajo también se aclara que el toro, ante el dolor, libera unas hormonas, que contrarrestan el sufrimiento, que llega a ser casi nulo.
“Hemos llegado a comprobar con medidores del estrés, que el toro tiene durante la lidia menos niveles hormonales que durante el transporte”. Estas mediciones han sido realizadas a toros que son devueltos a los corrales, unos antes de ser picados, otros después y otros incluso con banderillas: “Así hemos podido comprobar que el momento de mayor estrés para el toro es cuando sale a la plaza, desde que está en los corrales hasta que aparece en el ruedo. El toro es un animal especial, que está perfectamente adaptado para la lidia. Y es que todos sus mecanismos endocrinos (hormonales) se ponen en funcionamiento de una manera totalmente distinta a la de cualquier otro animal o incluso las personas. Los novillos se estresan un poco más, pero en los toros, durante su lidia, los niveles llegan a ser prácticamente normales”.
Los toros en el ruedo liberan hormonas betaendorfinas, también conocidas como la “hormonas de la felicidad”, que “bloquea los receptores de dolor en el sitio donde éste se está produciendo hasta que llega un momento en que el dolor y el placer se equiparan, y deja de sentirse dolor”.
Illera comenta que: “Si no se le picara ni banderilleara, posiblemente siguiera con el altísimo nivel de estrés que tiene al salir al ruedo. La puya provoca un mecanismo doble en el toro: por un lado le estresa y por otro le produce dolor: y, por consiguiente, al sentir dolor, comienza a liberar las betaendorfinas que lo matizan”. Ello explica las razones por las que un toro vuelve al caballo después del primer puyazo.
Una vez que se han llegado a estas conclusiones, ahora el objetivo del estudio es “recoger muestras de músculo y ver cuántos receptores están bloqueados ante el dolor y en cuanto tenga medido el número de receptores bloqueados, yo podría aseverar perfectamente que ese animal no sufre. Así como lo digo: no sufre dolor, sentencia el veterinario.
Antes de concluir mi exposición deseo abrir una ventana a la esperanza sobre la subsistencia de la tauromaquia y si lo hago es porque tengo fe en la gestión que realizan personas como el letrado sevillano Joaquín Moeckel y su equipo jurídico, defensor activo de la Tauromaquia que en uno de sus últimos y más claros mensajes nos conminó a “Pasar de la indignación a la acción y alzar la voz sin complejos”, así como otras asociaciones existentes o surgidas recientemente que intentan poner orden ante tanta incoherencia, injusticia, incomprensión o agresiones injustificadas como son: la Asociación Internacional de Tauromaquia con sus letrados William Cárdenas, Eduardo Breña y Juan Manuel Carrasco, al frente; la Plataforma de Acción “Ignacio Sánchez-Mejías” en Defensa de la Tauromaquia y finalmente, la Fundación del Toro de Lidia que ya ha distribuido entre la Unión de Federaciones Taurinas de Aficionados de España y al conjunto de asociados y simpatizantes, un prontuario de actuaciones jurídicas para proteger la Tauromaquia y denunciar los distintos ataques de los que viene siendo objeto teniendo como único objetivo pasar de la indignación a la acción.
El nacimiento de estos colectivos o movimientos han sido necesarios vista la inhibición de dirigentes, autoridades o políticos que antes sacaban pecho en los burladeros de los callejones y utilizaban las plazas de toros para sus fines electorales en mítines políticos de todas las tendencias partidistas, sobre todo con la televisión de por medio, y hoy dicen que hablar de toros no es políticamente correcto y hasta puede que, a sabiendas o sin saberlo, estén prevaricando, tanto a nivel estatal como autonómico con el tema taurino.
El documento, elaborado por el bufete Cremades & Calvo-Sotelo, incluye propuestas de acciones jurídico administrativas, penales y civiles en defensa de la tauromaquia que la Fundación está determinada a llevar a la práctica y a asesorar y defender a cuantos profesionales y aficionados se sientan atacados o consideren vulnerados sus derechos.
Actuarán frente a proposiciones de leyes autonómicas o proyectos de ley que pretendan impedir o prohibir espectáculos taurinos. Advierten que las proposiciones no de ley de Parlamentos autonómicos carecen de efectos jurídicos vinculantes, al tratarse de una mera figura de impulso jurídico.
El informe advierte que las manifestaciones y comportamientos hostiles que profesionales y aficionados vienen sufriendo pueden ser constitutivos de amenazas, coacciones, injurias y calumnias, y que interpondrá acciones de responsabilidad civil solidaria contra los medios de comunicación e instituciones que dañen el honor de los profesionales taurinos.
Además, caben acciones penales contra organizaciones e instituciones que financian hechos delictivos antitaurinos, sean autores, instrumentos, inductores o cooperadores. Asimismo, las intromisiones al derecho al honor y al buen nombre de profesionales y aficionados y sus familias son derechos constitucionales esenciales, y las intromisiones en ellos pueden denunciarse por vía civil o penal.
La Fundación recuerda que Ayuntamientos y Diputaciones no son competentes para constituirse como ciudades o provincias antitaurinas, ni tampoco pueden abolir los espectáculos taurinos ya que la “la ley insta a los poderes públicos al fomento, divulgación y protección de la Tauromaquia, un mandato legal que compete y obliga tanto a Comunidades Autónomas y Diputaciones como a Ayuntamientos”.
Hago propias las palabras del profesor Juan Medina, que en su último libro asegura que “Las corridas de toros no son la fiesta nacional de un Estado, sino la fiesta que han elegido como representación colectiva numerosos pueblos de América y Europa. Y como tal la celebran, con la naturalidad del mito que cohesiona y arraiga, sin trampantojos políticos” y nos recuerda que vivimos una etapa de “cacería” por parte de organizaciones animalistas, el lobby antitaurino y “Tenemos que salir de ellas, buscar la luz frente a la violencia de unos y la desidia de los otros. Debemos combatir la impostura de ese nihilismo animalista que se avergüenza de su humanidad y tener el valor de proclamar la singularidad de la condición humana, encarnada en el torero capaz de afrontar la vida, mirándola de cara, a pesar de la muerte”.
Aunque no es menos cierto que esa acción se ha visto potenciada por los errores sucesivos de la industria taurina que lo ha permitido y frente a esta realidad nos propone que: “seamos proactivos y luchemos por este rescoldo de antigüedad mitológica que son las corridas de toros y que deberíamos cuidar preciosa y celosamente”.
De lo contrario puede que tengamos que volver a tiempos pasados, a cruzar la frontera francesa y si entonces se hacía para contemplar películas pornográficas prohibidas en España, ahora lo haríamos para presenciar las corridas de toros, esas que exportamos a nuestros vecinos y gustosos las recibieron, mimaron y legalizaron.
Después de cuanto les he expuesto en mi particular defensa de la Tauromaquia y a la vista del actual panorama político, con partidos tan amantes de ella como son el PSOE, Ciudadanos y especialmente PODEMOS, cito una reflexión ironica del crítico taurino Antolín Castro: “La violencia que hemos ido anidando en nuestros corazones por ese amor a la fiesta de los toros, a tanta tortura y sinrazón, nos ha ido despojando de la sensibilidad de los seres humanos normales. Los aficionados a los toros estamos endurecidos con tanta crueldad que no vemos con claridad los otros beneficios que proporciona la vida.
Por ese hábito de ir a las plazas de toros, hemos olvidado de ir y de llevar a nuestros hijos a los títeres que se ofrecen en las plazas de los pueblos o ciudades. Evitamos que nosotros y las nuevas generaciones se eduquen en la libertad que proporcionan las violaciones, las ejecuciones, los apuñalamientos y los mensajes de apoyo a los grupos más terroristas”.
André Viard ese matador de toros francés, universitario, pintor, escritor, caricaturista, periodista, fotógrafo, creador y presidente del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas que nos ha traído a Zaragoza para esta miniferia de San Jorge su flamante exposición “Museo de las Tauromaquias Universales” nos dice con razón que "acabar con los toros sería abrir la puerta a la prohibición de todas las libertades de la vida".
Remato mi faena con un brindis a la ilusión y os convoco a la unión urgente de toda la gente del toro de Zaragoza y Aragón ilusionado con la noticia de que en el último año ha aumentado el público que acude a los festejos taurinos que también, pese a la crisis, han ido en aumento. Nuestro movimiento ha de liderarlo la afición, único colectivo que no tiene intereses económicos en la fiesta, el único que no participa de las luchas intestinas del sector y cuyo único ánimo es la reivindicación, defensa, preservación de un bien cultural que estimamos como algo esencial a nuestras vidas e íntimamente propio.
Para Picasso: “Los toros son ángeles que llevan cuernos” para mí no, aunque he de confesar que me encuentro, como ustedes, en la gloria cuando asisto al hermoso espectáculo de la corrida de toros y por supuesto, ¡NO SOY, NO SOMOS ASESINOS!
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