"...Pero no me voy a privar de decir alto y claro que me repatea que José Tomás desaparezca y reaparezca como El Guadiana, para llevárselo crudo en tres o cuatro tardes con corridas de seis zapatitos, buenos buenísimos de Núñez del Cuvillo, con el que parece que se ha reconciliado porque los intereses unen mucho..."
El resucitado
Lo de Jerez ha sido una dosis medicinal de José Tomás para que el toreo ocupe espacios en prensa, radio y televisión y que los telediarios abran con la Fiesta de los Toros sin que sirva de precedente. Bueno está lo bueno. Decir que no me gustó el de Galapagar en su enésima “aparición” en carne mortal en acontecimiento tan notable sería una necedad y una temeridad por mi parte. No es que José Tomás sea el toreo que más se ajusta a mi concepto de aficionado, pero tiene un sello indiscutible y cuando coge la muleta con la izquierda y se desmadeja merece tratamiento de excelencia. Aparte de que el circunspecto torero es ya una leyenda y con discutir a las leyendas lo único que se consigue es hacer el ridículo.
Pero no me voy a privar de decir alto y claro que me repatea que José Tomás desaparezca y reaparezca como El Guadiana, para llevárselo crudo en tres o cuatro tardes con corridas de seis zapatitos, buenos buenísimos de Núñez del Cuvillo, con el que parece que se ha reconciliado porque los intereses unen mucho. Y me jode un montón que mientras José Tomás va y viene en olor de multitudes, zamparías y ditirambos, los toreros que de verdad llevan el peso de la temporada sobre los hombros desde febrero a octubre y luego cruzan el charco para hacer las Américas, con la excepción de tres o cuatro, terminan el año con los bolsillos más vacíos que el Lazarillo de Tormes. Y no digamos nada de ese grupo de coletas que se la juegan a cara o cruz con la fiera corrupia, que él no ve ni en la peor de sus pesadillas.
Para que yo sintiera un gran respeto por José Tomás tendría que torear cada año, no digo ochenta corridas porque ya está muy rico, pero sí veinte o veinticinco tardes con las que le haría un gran bien a la Fiesta, porque removería el ambiente y los antis tendrían que meter la cabeza debajo del ala como los avestruces y los políticos seguramente viajarían para retratarse junto al protagonista del “evento”, que eso son las corridas del torero en cuestión. Tiempo durante el que dejarían de hacerle la puñeta al país, lo que sería mucho de agradecer. Aparte de que quizás así los empresarios se enseñarían a repartir y dejar de llevarse la parte del león, como están haciendo. Pues ya son organizadores del espectáculo, ganaderos y apoderados para no dejar escapar un euro. Fíjense si podría hacer José Tomás cosas en beneficio de la Fiesta de los toros, con la que se ha enriquecido y amenaza con continuar resucitando algún día que otro para hacerse más rico todavía.
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