Alternativa en Madrid de Cesar Faraco,
de manos de Antonio Bienvenida
RETAZOS TAURINOS (XII)
Eduardo Soto
Ayer trece de mayo se cumplió el sexagésimo primer aniversario de la alternativa en Madrid de nuestro recordado Cesar Faraco, de manos de Antonio Bienvenida, quien le cedió los trastos para lidiar a Bocinero de Carlos Núñez, con el sevillano Manolo Vázquez como testigo. El Cóndor de Los Andes, fue el primer toreo venezolano y suramericano, en tomar alternativa en Las Ventas, en el marco de la Feria de San Isidro.
En San Felipe, hace un par de años, la arbitrariedad se llevó, por delante y por ahora, las corridas de toros. No obstante, en este mes de su Feria, nos viene a la memoria que en 2007, se anunció una corrida mixta, con un cartel compuesto en su totalidad por miembros de una misma familia de grandes taurinos venezolanos de raigambre merideña: Los Rodríguez. Cuatro Rejoneadores encabezados por Javier, sus sobrinos José Luis y Rafa y su hijo Francisco Javier y el quinto Otto, también sobrino y torero de a pie, conformaban el cartel. Además, por si fuera poco, el encierro era de Santa Fe, ganadería propiedad de un hermano, padre homónimo del último de los nombrados, cuyo fallecimiento lamentamos hace pocos años.
La alternativa de Ángel Luis, de manos de sus
hermanos Pepe y Antonio, agotó las entradas
Seguramente, estamos ante un hecho sin precedentes en el mundo taurino, pues hasta ahora recordábamos como hechos singulares, el cartel de los Bienvenida, cuando la alternativa en Las Ventas de Ángel Luis en 1944, de manos de su hermano Pepe, en presencia de Antonio; y el cartel de los Girón cuando César le dio la alternativa a Curro, con Rafael de testigo, en la Monumental de Barcelona en 1956.
Por cierto, César le había dado la alternativa, un año antes, en la misma plaza, a Juanito Bienvenida, el menor de la dinastía, quien sufrió muchos percances y murió de leucemia en 1999. Su hermano Pepe, por el contrario, fue otro torero a quien respetaron los toros y tampoco pasó nunca por el hule, aunque su carrera fue más reciente, no tan larga ni con tanta huella, como la del maestro rondeño Pedro Romero. Destacó como formidable banderillero y sus pares de poder a poder (cada vez más raros hoy día) por ambos pitones y dando todas las ventajas al toro, hacían levantar al público de sus asientos. Pepe se retiró en 1954, tras 26 años de carrera y murió en Lima en 1968, de infarto tras participar en un festival en la plaza de Acho.
Es de recordar que el brindis de Antonio a su hermano mayor Pepe, cuando actuaba en solitario en la Monumental de Las Ventas, constituye hasta ahora la única excepción al código de silencio de la plaza, pues, con la venia de la autoridad, hace ya medio siglo, la faena se efectuó al compás de un pasodoble. Otro detalle significativo fue que Pepe, quien le había dado la alternativa en 1942, fue también quien recibió el brindis del último toro de Antonio y le cortó la coleta, esa tarde de su primera despedida madrileña.
Las Reales Maestranzas de Caballería son corporaciones nobiliarias creadas por caballeros particulares, pero propiciadas y protegidas por la Corona, con la intención de ejercitar en el manejo de la equitación y las armas a la aristocracia cada vez más palaciega y menos diestra en esos menesteres. Gracias a estas instituciones, la Corona disponía de una caballería financiada directamente por los mismos maestrantes, los cuales se organizaban bajo la advocación de un santo patrón y asumían la forma de cofradía religiosa.
Este tipo de instituciones surgieron en Andalucía a finales del siglo XVI. La primera fue Ronda en 1576, luego Sevilla en 1670 y Granada en 1686. Posteriormente se creó la de Valencia en 1697 y, al final, Zaragoza en 1819. Es poco conocido que en América existió la Real Maestranza de Caballería de La Habana, creada en 1709 pero que no duró ni cincuenta años y que en 1789 un grupo de caballeros novohispanos solicitaron autorización para crear la de México, pero la iniciativa no prosperó, pues el Consejo de Indias desconfiaba de cualquier organización formada por nobleza americana, pues podría fomentar el germen de independencia.
En la actualidad solamente las plazas de toros de Ronda y Sevilla son propiedad de las Reales Maestranzas de Caballería. La de Granada, es de un consorcio privado y mantiene su apelativo por tradición, mientras que las de Valencia y Zaragoza pertenecen a instituciones de beneficencia pública.
Hace pocos leí que la Feria de Sevilla se podría ir al traste por el afán recaudatorio combinado de Maestrantes y Fisco, pues entrambos se llevan casi la mitad de lo que se percibe en cada corrida y que al montar un espectáculo taurino de primer orden en tales condiciones, la mayoría de las tardes resultan ruinosas. Independientemente de su veracidad, tal noticia me hizo recordar que para el aficionado común y corriente, los intríngulis del negocio taurino son uno de los arcanos más insondables de la Fiesta Brava, a pesar de que somos una de sus piezas claves.
Pero quizás sea este uno de los raros casos en que mucho saber perjudica y, conocer los entretelones de las tratativas taurinas, pudiera ser nocivo para la afición y poco conveniente para el negocio. ¿No les parece?
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