sábado, 21 de mayo de 2016

UNA FIESTA MUY ABURRIDA / por Antolín Castro / Fotografías de Andrew Moore


La famosa suerte del julipié

Ganaderos y toreros están consiguiendo que esta fiesta aburra a todos, aficionados o no

UNA FIESTA MUY ABURRIDA

S.I.16.- Cuánto nos gustaría no tener razón y tener que rectificar, pero estamos ya en el ecuador de la feria, doce corridas de toros de veinticuatro, y los aficionados no paran de bostezar. 

Se han dado también dos novilladas y una ha quedado adscrita al grupo del aburrimiento y la otra no, siendo el espectáculo más emotivo de la feria hasta ahora. El mundo de los rejones, con una sola aparición, tuvo buenos momentos y mucha vibración. En todos los casos no les vamos a decir cuántas orejas se han cortado, pues no es esa la base ni la vara con la que se mide el aburrimiento o lo contrario.

Y lo malo no es que las figuras se apunten al aburrimiento, si no que todos los que van detrás, que aspiran a ser figuras, aburren también. No es posible ver una faena medida, hoy prima el que te den un aviso antes de entrar a matar. No tienen sentido de la medida, como tampoco son conscientes si están interesando al público o les aburren.

Cierto que lo que sale por chiqueros es manso y descastado, triste, agónico en muchos casos, se siente por los toros lástima o rechazo, pero lo peor es que estos profesionales no lo sepan o hagan como que no lo saben. Los mismos toros les valen en provincias por dos razones, por no haber ni siquiera el simulacro de tercio de varas que se da en Madrid y porque no hay afición exigente, conformándose con la verbena de pases, por delante y por detrás, con los que muelen a los pobres astados. Esa fiesta en Madrid no vale… y lo saben, pero han hecho del pegapasismo oficio y devoción. Sin él, no existen como toreros.


De cuanto de forma genérica he enumerado más arriba, ha sucedido en la corrida de hoy. Se puede entender, un poco, que José Garrido, o Román ayer, venga con hambre y quiera hacer de todo, pero ni Juli ni Castella van a cambiar el número de contratos del que disponen, ni su caché, por aburrir o no aburrir. Lo correcto, entonces, es no hacerlo. O es que piensan, -sería tanto como decir que no conocen su profesión- que cuantos más pases den van a ir elevando la paciencia o transigencia de los aficionados?

Echo la vista atrás y ya no digo que conocí a mejores toreros, que también, si no que antes de las dos horas nos íbamos con triunfos o sin ellos, y eso que los caballos de picar salían por la puerta de cuadrillas. Eran otros tiempos y se les echa mucho de menos. Esa culpa, por favor, no se la echen al público. Ganaderos y toreros están consiguiendo que esta fiesta aburra a todos, aficionados o no. Y no vale el triunfalismo de que hoy u otro día se ponga el cartel de ‘no hay billetes’. Veinticuatro mil almas con más de cuatro millones de madrileños no debería ser difícil de conseguir. Estamos viendo entradas en Las Ventas que no se recuerdan en un San Isidro desde los tiempos inmemoriales.

Ese es el termómetro, la balanza que mide, el grado de aburrimiento para no acudir a la plaza. Son tantos los abonados que conocía y que ya no lo son, que me duele cada uno de ellos. Ninguno lo ha dejado por dinero, todos por aburrimiento.

El Rey Emérito ha repetido hoy también, acompañado de su hija y nieta, y lo seguimos agradeciendo, pero mucho nos tememos que se aburre también. Como muestra un botón: A su llegada se ha detenido a saludar a un torero de paisano que puede ser todo menos aburrido, Carlos Escolar ‘Frascuelo’. De ese hecho se podría concluir que también echa de menos D. Juan Carlos otros tiempos, lo que pasa es que el protocolo le obliga a poner buena cara, esa misma que se pone al mal tiempo.

D. Juan Carlos se ha detenido a saludar a 'Frascuelo'. 
Echa de menos otra época?

-Fotografías de Andrew Moore-















No hay comentarios:

Publicar un comentario