jueves, 2 de junio de 2016

MADRID. ¡DE FIESTA! / por Antolín Castro / Fotografías de Andrew Moore


Gracias por venir, pero cuando se viene 
de fiesta, esos aires anidan en todos.

Y, como tantas veces, la plaza se llenó de aficionados y de gentes que solo aparecen cuando van de fiesta, cuando el glamour les seduce, cuando les suenan los nombres del cartel, esos que nunca vendrían a la corrida de Saltillo de ayer, por ejemplo.


¡DE FIESTA!

Antolín Castro

S.I.16.- Llegó el día de la corrida de Beneficencia, esa que cada año se consideraba la más importante y que ha bajado muchos, demasiados peldaños.

Y, como tantas veces, la plaza se llenó de aficionados y de gentes que solo aparecen cuando van de fiesta, cuando el glamour les seduce, cuando les suenan los nombres del cartel, esos que nunca vendrían a la corrida de Saltillo de ayer, por ejemplo. Con esos mimbres se celebra la corrida, engalanada la plaza y con la presencia de D. Juan Carlos en ausencia del Rey Felipe VI que es quien debe presidirla. Será, como atlético, que todavía tiene resaca. Nosotros aplaudimos a su padre y a su hermana, que si les gusta venir.

Para tal ocasión -hay que pensar en cambiarla de fecha por aquello de lo que desentona con el ganado de ayer y el de mañana-, se trajeron una corrida a modo de Victoriano del Río, ni grande ni ofensiva, se puede decir que de Sevilla.

Y como en Sevilla el ídolo es Manzanares, a él le ha tocado el premio gordo del encierro, ‘Dalia’, un nombre que ni pintado para su toreo perfumado, de elegancia y cadencia propia del ballet. A ese, que además hacia quinto, con lo que eso significa, le ha realizado la faena más completa que haya realizado el alicantino en Madrid, acompañando las dulces y almibaradas embestidas del toro, con las dulces y almibaradas maneras que se gasta para torear. Todo muy despacio y mejor por el lado izquierdo. Por si faltaba algo en esta ocasión no aplicó la falta de ajuste, tal era la condición del toro que ni parpadeó durante el trasteo. Faltaba la espada y esa la tiene asegurada Manzanares, al encuentro le recetó un espadazo rodando sin puntilla el burel. Dos orejas sin contestación.

Antes ya se habían paseado otras dos orejas, pero de esas que el decoro impide hasta mirar. La faenita de López Simón fue de las que una oreja ya es un exceso, pero que se veía venir cuando recibió la voltereta de turno al entrar a matar, que en este torero hacer furor en los tendidos. Ahí fue cuando nos dimos cuenta que el presidente, Julio Martínez, es de Barajas, de no serlo no se puede entender su proceder. Un simonista y del barrio hay que ser para atreverse a semejante disparate. Un disparate que ya no tiene solución. Salida a hombros de un torero por una faena llena de mediocridad, irregularidad y con solo una serie medio conseguida. El ¡Fuera del palco! fue de los más sonoros que hemos escuchado en muchos años.

Tanto Manzanares como López Simón estuvieron por allí en el otro toro de su lote, como Castella que se marcha de la feria sin refrendar el triunfo del pasado año y que le ha permitido hacer caja con cuatro actuaciones en este mes isidril.

¡De fiesta! viene la gente a este festejo tradicional, donde la tradición marca precisamente salirse del guión de la exigencia de otros días. Hoy se ha añadido a la fiesta el Sr. Martínez… el de Barajas. El resto lo han propiciado las gentes que han llenado la plaza y que no se habían olvidado el pañuelo en casa. Venían a ello y ‘Dalia’ a uno y el presidente a otro, se lo han puesto en bandeja para que la fiesta se hiciese realidad.














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