Tras el paréntesis de Algeciras, donde ni los toros ni el presidente propiciaron un triunfo ganado a ley, Ponce volvió a la cima de su arte en Zamora, donde cortó tres orejas y salió a hombros. Cuajó una faena a placer al cuarto de la tarde, en el que incluso se le llegó a pedir el rabo.
Otro faenón de Ponce en Zamora
Zamora acogía esta tarde el cartel fuerte de su Feria, un serial compuesto por tres corridas que arrancaba hoy y en el que hacían el paseo mayor Enrique Ponce, Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera. Un encierro de Alcurrucén, triunfador de San Isidro, era el reseñado para la ocasión.
Tras el paréntesis de Algeciras, donde ni los toros ni el presidente propiciaron un triunfo ganado a ley, Ponce volvió a la cima de su arte en Zamora, donde cortó tres orejas y salió a hombros. Cuajó una faena a placer al cuarto de la tarde, en el que incluso se le llegó a pedir el rabo. Ponce ha dado de nuevo el tono que lleva alcanzando durante toda la temporada, creando una auténtica obra de arte que suma a las muchas logradas este año.
La gran faena llegó en el cuarto, pero antes sacó todo el partido posible de un toro manso y parado de Alcurrucén con el que dejó ver su versión dominadora. El astado era bruto y áspero, complicado por el pitón izquierdo, pero la maestría de Ponce lo suavizó para realizar una faena de mucho mérito. Así lo supo ver y valorar el público de Zamora, que después del estoconazo del maestro le quiso premiar con una oreja. La primera de su cómputo personal de tres en una tarde muy completa.
La versión más atista de Ponce salió a relucir en el segundo de su lote, al que ya con el capote supo cuajarlo muy bien, tanto en el recibo como en un bonito quite por chicuelinas rematado con preciosa media. Fue un aperitivo del banquete torero que nos esperaba: una de esas faenas maduras, redondas, plenas e inspiradas que Ponce va esparciendo por la geografía taurina en esta temporada. Un derroche de belleza, de toreo encajado y sentido, de auténtica caricia en el toreo fundamental y de genialidad en el accesorio. Fue dominador y bello el comienzo doblándose con el toro, fueron enormes los cambios de mano, enroscados los pases de pecho. De nuevo un portento artístico que terminó con arrebatado toreo genuflexo. Era faena de rabo, trofeo que Ponce habría paseado sin duda de no pinchar en un primer intento. Después agarró la estocada y el público pidió incluso los máximos trofeos, quedando finalmente el premio en dos orejas. Ponce dejó de nuevo su toque de distinción en una faena de hondura y calidad, de enorme plasticidad y torería. Una faena que vuelve a dejar claro que él sigue jugando en otra división este año.
Imposible fue la faena que Sebastián Castella le podía sacar al segundo. El de Alcurrucén no se lo puso nada fácil y todo terminó en silencio. El buen quinto le permitió a Castella cuajarle una buena faena y puso pasear los dos apéndices, lo que suponía la Puerta Grande para el francés.
El tercero imprimió mansedumbre en el trapo de Perera pero el torero no perdió las cercanías mostrando un gran valor. Ya con la muleta en la mano realizó una tanda a diestras de soberbia ejecución. Paseó una oreja siempre por encima del de Alcurrucén. Salió el sexto al que Perera le pudo cuajar una faena y paseó un apéndice tras ser volteado hasta en dos ocasiones a la hora de entrar a matar.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Zamora. Primera de la Feria de San Juan y San Pedro. Corrida de toros. Más de media entrada.
Seis toros de Alcurrucén.
Enrique Ponce, oreja y dos orejas.
Sebastián Castella, silencio y dos orejas.
Miguel Ángel Perera, oreja y oreja.
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