lunes, 11 de julio de 2016

¡Felicidades, Portugal! ¡Parabéns, Cristiano, por tu cuarto Balón de Oro!



"...Portugal tuvo otra virtud nada desdeñable, la de la fe. Portugal tuvo fe en sus posibilidades, sí, creyó que podía... y pudo; desde el primer día Fernando Santos, que ayer le pegó por cierto un baño táctico de padre y muy señor mío al sobrevaloradísimo Didier Deschamps..."

¡Felicidades, Portugal! ¡Parabéns, Cristiano, por tu cuarto Balón de Oro!

Dice Olé que Portugal no será una campeón inolvidable: inolvidable, ¿exactamente para quién?... Para los once millones de portugueses, que son los que importan en Portugal, los nombres de Cristiano, Pepe, Rui Patrício, Nani, Cedric, Silva o Quaresma estarán grabados para siempre en sus corazones porque anoche hicieron historia. Es más, el mérito de Portugal, que es una selección de nivel medio, es doble: ¿Dónde están hoy las favoritas, las selecciones que iban a comerse el mundo por los pies? ¿Dónde están Bélgica, Croacia, Italia, Inglaterra, Alemania? ¿Desde cuándo lleva España en España?... Ese tic de soberbia de Olé, como si la selección argentina no viniera de protagonizar otro sonoro fracaso en la Copa América o como si la Liga argentina no fuera aburridísima, es también extensible a nuestro propio fútbol y a nuestro periodismo, que, víctima del complejo del nuevo rico, ha mirado al resto de equipos por encima del hombro mientras se afeitaba desde un cuarto de baño coronado por un Picasso.

Lo de Francia (mucho músculo pero poco fútbol, poca chicha) tampoco fue como para lanzar las campanas al vuelo. Y Portugal tuvo otra virtud nada desdeñable, la de la fe. Portugal tuvo fe en sus posibilidades, sí, creyó que podía... y pudo; desde el primer día Fernando Santos, que ayer le pegó por cierto un baño táctico de padre y muy señor mío al sobrevaloradísimo Didier Deschamps, pidió a sus jugadores que creyeran. La fe de esta Portugal campeona de la Eurocopa de 2016 es muy similar, por ejemplo, a la que la Argentina de Bilardo tuvo desde el primer minuto en sus posibilidades de ganar un Mundial. Aquel equipo argentino lo lideraba Maradona y, hasta que le dio la gana a Payet, este equipo portugués lo ha liderado Cristiano. Portugal también fue orgullosa y supo blindarse de las burlas externas, que aún hoy, con Pepe asiendo con las dos manos la Copa, seguirán por pura ignorancia y por simple despecho. Nueva lección: la letra con sangre entra.

El otro día trataba de explicar por qué, por mucho que trataran en vano de colarle ahí con calzador, Griezmann no tenía ninguna posibilidad de ganar el Balón de Oro. Mi análisis no era, por supuesto, futbolístico puesto que Antoine es un jugador fantástico, sino puramente histórico. Intentaba razonar que a ningún futbolista le habían dado jamás dicho premio sólo por haber ganado la Eurocopa con su selección. El éxito de Portugal tiene un mérito añadido más y es que al menos ya no debatiremos sobre qué jugador ganará el próximo Balón de Oro. Que se lo den ya a Cristiano, que se ha metido en ese selectísimo grupo de futbolistas que ganaron Copa de Europa y Eurocopa en un mismo año. Que se lo entreguen ya. Debatamos sobre quién se llevará el Balón de Plata o qué jugador merece aparecer como tercero y conseguir el Balón de Bronce, pero, por favor, no especulemos más sobre lo obvio: ¡Enhorabuena, Portugal! ¡Y parabéns, Cristiano, por tu cuarto Balón de Oro!

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