sábado, 2 de julio de 2016

Las ensaladas toreras de julio / por Ricardo Díaz-Manresa



Va a explotar julio con el tercer gran puerto de montaña de la temporada, Pamplona y esperamos con ilusión, mucha, Valencia, Mont de Marsán y Santander. Bien montadas las tres -Valencia chiquita pero redonda y las demás muy atractivas- tenemos otra vez la desgracia de la persecución de los políticos a los toros en la Comunidad Valencia y en la capital de Cantabria.

Las ensaladas toreras de julio

Acabados los olores de Alicante, Burgos, Istres, Torrejón, Algeciras, Badajoz, León, Zamora, Segovia y Soria, ferias que pueden denominarse como la dulce transición de junio, entramos en el caluroso e interesante julio.

Dulce junio menos para Manolo Escribano, dolorosamente amargo para él y para todos los que sufrimos tanto su percance, que es toda la afición de verdad, toda. Esta es la mala suerte que nunca queremos.

Olores y ya recuerdos con la casi ya olvidada Feria de Sevilla y algo débil en las mentes –pasado un mes- la de San Isidro, llega julio con toda su fuerza. Con la fuerza desbocada e increíble de los sanfermines, la recortada Valencia que ahí sigue sin rendirse pese a todos los contratiempos que sufre y no digamos la amable, pero ahora perseguida, una más, Santander.

Y Mont de Marsan –la que pide atención e imitación- que se abre cada vez más hueco en este mes tan taurino y torero.
Son las grandes ensaladas toreras de julio.

Tras Sevilla y Madrid, hay que subir ahora el puerto cumbre de Pamplona, y poderle al toro, y disfrutar o aguantar, según, a público tan variopinto como el pamplonica que puede estar de juerga cuando tú ves terribles pitones, y cercanos, a un toro, que ha sido protagonista por la mañana de los encierros famosísimos como ninguno. El toro de Pamplona, famoso en el mundo entero, como la sidra del anuncio.

La Casa de Misericordia sigue fiel a su tradición organizativa y vemos las corridas duras, o eso dicen, de Cebada Gago, Escolar, Miura (para los de segunda) frente a los jandillas, victoriano del río y cuvillos para los más famosos y cuidados.

Y una novedad. Otra vez, y por un día otra vez, y otra, Dávila Miura frente a los suyos, a los de su familia, a los de Zahariche, a los legendarios. Miura (Eduardo) torero y en frente Miura (Eduardo) ganadero de la divisa famosa. Este Miura (Dávila) quiere estar en todas partes, incluso en el peligroso ruedo y en sus circunstancias. ¿Afán de protagonismo o fidelidad a una tradición?

Ponce, Manzanares y Morante no van ya por costumbre ni tampoco David Mora porque no lo han puesto…siendo el triunfador de San Isidro, con lo que cuidan esto en La Meca…

Y, por contraste, otro más, mientras albergan toreros necesitados (Abellán, Eugenio de Mora, Pepe Moral, Javier Jiménez, Francisco Marco, Juan Bautista, Alberto Aguilar, Curro Díaz e incluso Fandiño y Juan del Álamo) le echan valor y dan doblete a los nombres del año : López Simón y Roca Rey.

Demasiados necesitados, 10, que ocupan más de 3 tardes de las 10 de la Feria del Toro, con novillada y rejoneo incluídos.
Es su tradición, que oferta oportunidades para los semiparados y también resurrecciones para los presuntamente olvidados o en trance de que los aparten. Nada nuevo en Pamplona.

Da gusto fijarse en la serie de Mont de Marsán, con seguramente el mejor público ahora de todo el toreo, con su equilibrio de figuras y las llamadas tardes toristas. Todos los nombres de los carteles tienen su por qué. Atención a Mont de Marsán, que se la merece y mucho.

Y Valencia, con la recortada de julio, y que ha esperando a que acabase San Isidro –algo de cajón que deberían hacer todas las ferias- para colocar a los mejores y de más actualidad y, por supuesto a todos los grandes triunfadores de Las Ventas.
Solamente cuatro carteles, pocos para una feria que fue tan grande antaño pero manda el cambio de los tiempos y de las costumbres. Pero en 2 corridas de toros, 2, de las 3 programadas están Manzanares, David Mora, Roca Rey y López Simón, las 4 puertas grandes de la primera del mundo. Eso es afinar y hacer combinaciones atractivas.

Y nos queda Santander, que en pocos años hizo un grandísimo esfuerzo y pasó de casi la nada al todo, o al menos a mucho más de lo que había tenido siempre, pero ahora la persiguen estos políticos alucinados que van contra la gran riqueza que genera una buena feria taurina, alucinación de alcaldes y presidentes de comunidad que se han visto rechazados en ideas y comportamientos, y cómo, en las últimas elecciones generales. Pero los pirados resentidos no atienden a razones.

Mientras, Santander coloca en ferias la novedad de Ginés Marín, del trío de la esperanza locos por ver un pitón (Álvaro Lorenzo, Varea y él) y el doblete de Roca Rey y la ausencia, rara, de López Simón. Doblete también para Perera tan querido allí. Y nueva oportunidad para Gonzalo Caballero. El resto de la ensalada está ben repartida y sazonada.

No podemos olvidar a otras francesas como Ceret, donde tanto huele a toro y un recuerdo para las españolas Teruel y Soria.
Ensaladas, como ven, para todos los gustos, con sabores variados. Un buen menú. Esto funciona.

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