lunes, 12 de septiembre de 2016

ARLES Y ESPLÁ, ARTE Y PASIÓN / por Antolín Castro



"...Pero el compromiso de Luis Francisco iba mucho más allá. Reaparecía en esta única ocasión para matar dos toros tras de varios años apartado de la profesión. No desperdició la ocasión para diseñarse un vestido diferente, ajustado a lo que entendía que era lo propio de la época. De igual modo pintó de forma original las vueltas de su capote de paseo. Esplá en estado puro..."


ARLES Y ESPLÁ, ARTE Y PASIÓN

Llegó el día de la corrida goyesca de Arles, que concitó una gran expectación en la propia ciudad francesa y también en España a través de las pantallas de televisión, y no defraudó esa expectativa.

Decoración de las arenas de Arles, obra del maestro Esplá

Curiosidad por ver la puesta en escena que el artista alicantino habría ideado para decorar tan imponente escenario. No hubo decepción, más al contrario, las aportaciones del maestro ofrecieron dimensiones diferentes de lo que representaba una corrida goyesca: La obra de Goya, la propia Arles con los toros de La Camarga, la alquimia… todo en conjunto magnificaron un coliseo ya de por si imponente. 

Pero el compromiso de Luis Francisco iba mucho más allá. Reaparecía en esta única ocasión para matar dos toros tras de varios años apartado de la profesión. No desperdició la ocasión para diseñarse un vestido diferente, ajustado a lo que entendía que era lo propio de la época. De igual modo pintó de forma original las vueltas de su capote de paseo. Esplá en estado puro.

Feliz estuvo Esplá en esta su fugaz reaparición, 
incluso tras sufrir este trance

Salió el toro, los toros, y también ahí vimos a Esplá en estado puro. Solvente y pinturero con el complicado primero y asentado con su segundo que le ofreció mejores embestidas. Sin embargo, fue éste el que le volteó feamente, saliendo maltrecho aunque dispuesto a terminar su obra, su actuación, aunque fuera sangrando por la brecha abierta en la frente. La pasión puesta en su actuación por el veterano diestro llegó a parecer que tenía ganas de ser y de estar.

No banderilleó en ninguno de sus toros debido a una lesión en un pie sufrida en los entrenamientos de días previos. Esa decisión nos sirvió para ver a su inseparable Domingo Navarro -que también reapareció para la ocasión- parear con solvencia y torería.

El instigador de esa reaparición, Juan Bautista, estuvo bien con su lote, el más potable del encierro, mostrando su interés y el estímulo que suponía torear con Esplá y Morante, además de hacerlo en su tierra, en su casa.

Junto a ellos, Morante ofreció sus dos versiones, la del ‘no hay manera’ y la de la bella estética, aunque fuera con un toro claudicante. Finalmente quiso ser protagonista también en la foto de la jornada y aupó en hombros a Esplá en compañía de su hijo Alejandro.

Por un día, Arles conjugó varias novedades, que fueron y serán únicas, la reaparición de un torero diferente, la fantástica decoración de su coliseo y una muy completa actuación del torero de la tierra. Arles ya es pura belleza, pero siempre se la puede embellecer un poco más… y celebrarlo.

Fotos: Agnès Peronnet

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