viernes, 2 de septiembre de 2016

Las pequeñas Puertas Grandes de Bilbao / por Ricardo Díaz-Manresa

 
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"...Contemplé tres veces las puertas abiertas de Urdiales y Garrido, con la frialdad que da la tele y que acerca más a la verdad desnuda..."


Las pequeñas Puertas Grandes de Bilbao

Pensemos en las pequeñas Puertas Grandes de Bilbao 2016, dos de toreros de a pie… Don Matías lleva años con los papeles perdidos. Estuvo ferias y ferias negando la segunda oreja del toro para poder salir a hombros. Los Ponce, Juli y Perera, entre otros, sufrieron esa rigidez y por eso pasaban las temporadas y sobraban dedos de una mano para contar las salidas a hombros de Bilbo. Ahora no. Suelta los dos pañuelos a la vez como si le quemaran en las manos. Comparen faenas totales y redondas de principio a fin, premiadas con una pese al clamor general de los tendidos. Y analicen las de este año y el pasado.

He visto las corridas de Bilbao, todas por televisión. En julio, termina sanfermines con muchísima parte del día dedicada a los toros, y me voy a la playa. En agosto, dejo la playa y me concentro en Bilbao y su feria, por si tengo que ver la del directo, la repetición por la noche y la segunda repetición al día siguiente a mediodía. Contemplé tres veces las puertas abiertas de Urdiales y Garrido, con la frialdad que da la tele y que acerca más a la verdad desnuda. 

Uno además es profesional de la radio y la televisión y ve un poco más allá. Y me puedo columpiar pero ni encontré justa la de Urdiales 2015 ni la del 2016 ni tampoco la de Garrido. Hubo en años anteriores mucho mejores en las que Matías dijo no. El año pasado, siendo mejor faena la de Diego que la de éste, tardó en sacar los pañuelos cuando el torero se dirigía a barreras. Este año, inferior, sacó los dos juntos, enseguida, sin darle al público tiempo en insistir por la segunda.(¿). Con Garrido, igual, como si hubiera visto que inventó el toreo, sacó los dos compulsivamente, como empujado por una fuerza exterior independiente a lo que pedía el público. Urdiales es el único ejemplo de mi vida que he visto transfigurarse de gladiador -pasándolas putas una tarde tras otra- a torero de arte, que templa erguido y limpio las embestidas, se coloca muy bien y es natural pero el año pasado le sirvió para entrar en carteles buenos, pero pocos y para cortar pocas orejas por ahí. Y este año, más de lo mismo, o quizá menos, que ha hecho a la gente esperar de él lo que no puede dar. Detalles de dos pequeñas Puertas Grandes que han servido para esto.
Dos orejas es lo máximo que se da en Bilbao. O sea, todo redondo con capote, muleta y espada. De principio a fin. ¿Lo ha hecho alguien así?

A los atletas, por muy buena voluntad que pongan, se les penaliza por no hacer el ejercicio perfecto. Y a los alumnos que responden mal a las 4 primeras preguntas y muy bien a las 6 restantes nadie les da un 10.

El día del follón del mano a mano inexplicable –y paso a Garrido- estuvo de revientacalderas, a tope, y Matías, en su movimiento compulsivo y bipolar, recordó al Matías de otros tiempos no dando lo que le pedían y no tenía que dar. Lo pusieron a parir y le entregó al día siguiente las dos nada más morir el toro…
A la frialdad de la televisión, le añado el zamparme muchos vídeos y he repasado tres veces la faena de Garrido, lo que no harán muchos, y la primera parte de la faena triunfal fue muy vulgar, con enganchones y toro dubitativo y acercamientos a la barrera. La segunda sí, con muy excelentes naturales. No nos engañemos, Garrido no toreaba porque desde la alternativa no recordó al novillero que llevó dentro. Tesonero y vulgarón sin más, aquí echó el resto…pero volvió al día siguiente a Colmenar –he visto los vídeos- y no pasó nada. Con voluntad pero sin carisma. No digamos arte. Y teniendo que ponerse de rodillas, al final, como Fandiño al que se le fue un jandilla de dos. Recursos de novillero, para calentar a la masa.

Esto lo digo porque tengo libertad y porque apoyo con mis abonos a los toros. Que desaparecieran sería para mí un golpe muy duro, pero me arreglaría con otras aficiones, que las tengo, pero ninguna, ni de lejos, como ésta.

Los grandes méritos de Garrido y Ginés Marín fue llegar a Bilbao con pocas tardes a la espalda y superar la prueba.

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