sábado, 1 de octubre de 2016

Las Ventas: La emoción de Fuente Ymbro / Por Paco Mora


El joven matador valenciano Román

"...En fin, que hoy en Madrid la emotividad de una corrida de Fuente Ymbro ha propiciado en los tendidos el interés que falta cuando sale por los chiqueros ese toro dulce y bonachón, que parece dirigido por un mando a distancia. ¡Bienvenida sea la emoción, que es sal y autenticidad de la Fiesta!..."

  • Román se la ha jugado en cada pase, y a costa de poner sobre el tapete una entrega, un valor y un desparpajo que le hace caer de pie en la plaza de Madrid, se ha erigido en el triunfador de la tarde. Ha salido por su pie casi de milagro, pero, ¿quién es capaz de decir que el triunfo en el toreo sale gratis?

La emoción de Fuente Ymbro

La corrida de Ricardo Gallardo ha propiciado en los tendidos el interés que falta cuando sale por los chiqueros ese toro dulce y bonachón, que parece dirigido por un mando a distancia. ¡Bienvenida sea la emoción, que es sal y autenticidad de la Fiesta!

Al toreo sin emoción le falta algo sustancial, y esta tarde en la Feria de Otoño de Las Ventas la emotividad ha sido la gran protagonista, gracias a los toros de Ricardo Gallardo. El valenciano Román se ha aclimatado enseguida a esa emoción que trasmiten los toros de Fuente Ymbro y ha envidado, y no precisamente de farol como suele ocurrir en las partidas de mus. El resultado es que el público se ha mantenido en tensión durante toda su actuación, y las mujeres han vuelto a taparse los ojos como en las fotografías antiguas de color sepia.

Román se la ha jugado en cada pase, y a costa de poner sobre el tapete una entrega, un valor y un desparpajo que le hace caer de pie en la plaza de Madrid, se ha erigido en el triunfador de la tarde. Ha salido por su pie casi de milagro, pero, ¿quién es capaz de decir que el triunfo en el toreo sale gratis? El público madrileño ha pasado del “ole” al “ay” sin solución de continuidad en sus dos toros y “el niño travieso” de la ciudad de las flores ha podido abrir la puerta grande, a no ser por la mala suerte con la espada en el último de la corrida.

Los de Los Romerales no aguantan cucamonas y hay que darles sus distancias, sus alturas y tiempos. Pero es que, con la casta de los de Gallardo, además de las virtudes toreras antedichas hay que conjugar el temple y el ritmo necesarios para que no sean ellos los que se te suban a las barbas. Y esa distancia fundamental para verlos venir y poder hacerles el toreo fetén sólo la ha puesto en práctica hoy el toledano Eugenio de Mora, que con el primero de la tarde -un gran toro- ha fallado a espadas en una faena de torero clásico que se sabe la asignatura muy bien. El cuarto, segundo de Eugenio, ha sido el garbanzo negro del puchero, y bastante ha hecho con echar mano de todos sus recursos para salir del paso salvando la honrilla.

Del Álamo no se ha entendido con su primero, uno de los dos mejores de la tarde. Y en el quinto, su pundonor e insistencia en pisarle terrenos prohibitivos, le ha hecho acreedor a un monumental zaleo del que ha salido indemne milagrosamente, pero más averiado que Alonso Quijano en su encuentro con los molinos de viento

En fin, que hoy en Madrid la emotividad de una corrida de Fuente Ymbro ha propiciado en los tendidos el interés que falta cuando sale por los chiqueros ese toro dulce y bonachón, que parece dirigido por un mando a distancia. ¡Bienvenida sea la emoción, que es sal y autenticidad de la Fiesta!

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