lunes, 10 de octubre de 2016

Piqué, mangas y capirotes / por Juan Manuel Rodríguez




"...Hay otra cosa que me llama la atención: Te vas porque estás harto, agotado, porque ya no aguantas más y porque lo de las mangas ha sido la gota definitiva que ha colmado el vaso de tu paciencia infinita, pero... ¿lo haces después del Mundial de Rusia de dentro de dos años?... No lo entiendo: ¿Va a estar harto, agotado y sin poder aguantar más pero, aún así, acudiendo a las llamadas de Lopetegui?... 

Piqué, mangas y capirotes

Thiago tenía frío, de ahí que el futbolista del Bayern pidiera una de las nuevas camisetas blancas de la marca Adidas para ponérsela por debajo de la camiseta de manga corta que lleva un remate con los colores de la bandera de España. Lo mismo pasó con el canario Silva, acostumbrado a climas más plácidos; como su compañero Thiago, Silva pidió una camiseta blanca de manga larga sin los colores de España para colocársela por debajo de la otra camiseta, la de manga corta rematada con los colores de la bandera nacional. A Isco le sucedió igual: el malagueño tenía frío, así que pidió al utillero una camiseta blanca de manga larga y, por encima, se puso la de manga corta, rematada por los colores de la bandera de España. Otro friolero, Íñigo Martínez, repitió idéntica operación y pidió que le dieran una camiseta blanca de manga larga para así poder colocarse la de manga corta en la que eran bien visibles los colores rojo y amarillo gualda de la bandera nacional. El único que optó por la solución más enrevesada fue Gerard Piqué; el jugador del Barça pidió una camiseta blanca de manga larga sin remate con los colores de la bandera de España, la recortó y se la puso por encima de una camiseta térmica.


Presuntamente ofendido y aparentemente humillado por las "redes sociales", que la tomaron decididamente con él, Piqué apareció de repente en una televisión y, en un tour de force inigualable, mostró la camiseta de manga larga carente de remate con los colores de la bandera de España del mismo modo que, al final de un truco, el mago saca de su sombrero una paloma, y aprovechó el momento además para decir que ya no podía más, que estaba agotado, que había gente que sí le agradecía que jugara con la selección y le daba palmaditas en la espalda por los servicios prestados pero que sin embargo otros, los malos-malísimos de la película, nos resistíamos a hacerlo, y que por lo tanto lo dejaba... después del Mundial de 2018 de dentro de dos años. ¿En serio? ¿La opinión de las redes sociales obligaba a Piqué a dejarlo? ¿El mismo Piqué que afirmó que no abandonaría pese a que muchos aficionados le pitaran en los entrenamientos y los partidos de España?...

Entonces, los mismos que acusan continuamente a Florentino Pérez de contratar jugadores para engrasar el negocio de ACS, los mismos que se tiran un año y otro y otro más sugiriendo que en el palco del estadio Santiago Bernabéu se encuentra la solución económica a los problemas del Real Madrid, los mismos que se relamen sugiriendo que tal o cual jugador es de esta o de aquella orientación sexual, los mismos que dijeron que Mourinho era un nazi o que se comportaba como un conductor capaz de dejar a una persona malherida después de atropellarla, los mismos que compararon al ex entrenador madridista con Bin Laden, los mismos que afirmaron que detrás de la judicialización del "caso Neymar" se encontraba una llamada del presidente del Real Madrid a un ex presidente del Gobierno, esos mismos se llevaron las manos a la cabeza porque tres aficionados y un par de periodistas no habían contrastado la noticia. Acabáramos.

No fui yo sino Piqué quien, en la vorágine de un proceso independentista organizado como un pulso declarado contra el Estado de Derecho, se fue a votar a favor del derecho a decidir en las elecciones ilegales del 9 de noviembre. Tampoco fui yo sino el defensa central del Fútbol Club Barcelona quien, casi un año después de aquello, se afilió a la plataforma independentista Guanyarem . Si aficionados españoles de carne y hueso, y no los enmascarados detrás de las redes sociales, iban a pitarle a los entrenamientos y los partidos de España, era innegablemente por cosas como esas y porque no comprendían bien cómo un futbolista internacional coqueteaba así con el independentismo en un momento histórico tan complicado para nuestro país. En esa situación, provocada única y exclusivamente por él, Piqué aguantó, y ahora por unas mangas... ¿decide irse?... Lo siento pero no me lo trago. ¿Cuando Piqué decidió recortar una camiseta blanca de mangas largas sin remate con los colores de la bandera de España para ponérsela por encima de otra camiseta térmica no sabía que iba a suceder eso?... Por favor, ¡si nos tiramos una semana hablando de su posible peineta al himno nacional!

Hay otra cosa que me llama la atención: Te vas porque estás harto, agotado, porque ya no aguantas más y porque lo de las mangas ha sido la gota definitiva que ha colmado el vaso de tu paciencia infinita, pero... ¿lo haces después del Mundial de Rusia de dentro de dos años?... No lo entiendo: ¿Va a estar harto, agotado y sin poder aguantar más pero, aún así, acudiendo a las llamadas de Lopetegui?... Me huele que Piqué, que es un provocador pero que de tonto no tiene ni un pelo, nos ha puesto la muleta y hemos embestido todos, desde el primero hasta el último, incluso aquellos que acusan a otros periodistas de no contrastar la información pero que son capaces de publicar lo siguiente: "Así que todo indica que la llegada desde la Bundesliga, en su día, de Khedira, Sahin, Altintop y Özil nada tuvo que ver con la adquisición de la constructora alemana Hochtief, de la misma manera que la compra del colombiano James está muy lejos de estar vinculada al hecho de que ACS construirá un tramo de la autopista de Colombia por 692 millones de euros" (El Periódico de Cataluña, 28 de noviembre de 2015).

También ha entrado al trapo la federación española. En un hecho inédito, el organismo presidido por Villar salió a dar la cara por Piqué... ¡por los comentarios vertidos en las redes sociales!... No salió a defender a Piqué de las pitadas de los aficionados, no, sino que lo hizo anoche por lo que se dijo en Twitter sobre unas mangas. Nadie salió a dar la cara por Raúl cuando se sugirió que había liderado un amotinamiento contra Luis o se le acusó de organizar las "bienvenidas" a la selección. Nadie salió a decir que un futbolista con 56 internacionalidades a sus espaldas, campeón del mundo y doble campeón de Europa, no podía ser jamás un "cono". Aquella, por cierto, fue otra de las bromas de Piqué, jaleado por las mismas redes sociales que ayer, de repente, dejaron de gustarle... porque se metían con él. Puede que, si tanto le preocupaba a la federación lo que pudiera decirse de Piqué, alguno de sus tropecientos mil empleados debería haberle dicho que lo de recortar una camiseta blanca para colocársela por encima de otra térmica no era una buena idea porque podía cantar demasiado. Y vaya que si cantó. Rigoletto, La Traviata, Don Pasquale, Tosca y La Hija del Regimiento juntas. Hay, eso sí, a quien no le importa lo que pase o deje de pasar con nuestra bandera pero luego, a renglón seguido, mira con envidia cómo la afición francesa canta al unísono La Marsellesa, pone como ejemplo el comportamiento de todos y cada uno de los deportistas estadounidenses mientras suena su himno nacional o destaca emocionado el do de pecho de Beyoncé en la final de la Super Bowl al entonar The Star-Spangled Banner. Porque lo suyo, claro, importa pero lo nuestro no. Porque aquí somos así de paletos. Y porque lo mismo da una camiseta con los colores de la bandera de España más o menos que un capirote de Halloween. Y ahora, queridos, sacad bajo palio a Piqué, pero no hagáis ruido que hoy me duele un pelín la cabeza.

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