Alegra su triunfo, en una temporada de tanto mérito, en la que reapareció después de un muy grave percance y ha demostrado su recuperación.
He vuelto a escuchar aquí la jota que cantaba Jesús Gracia: «Quien oyendo “¡Viva España!”/ con un “¡Viva!” no responde,/ si es hombre, no es español/ y, si es español, no es hombre».
David Mora torea a gusto en la Feria del Pilar
Corta la única oreja a la deslucida corrida de Victoriano del Río en el día grande
Las emocionadas palabras que dedicó Cayetano al niño Adrián (no fue un brindis, pues las dijo antes de que saliera su toro, no antes de la faena de muleta) plantean de nuevo un viejo tema:¿quién escucha los brindis de un torero? Ninguno de los que estábamos en la Plaza pudimos oírlas. No tiene sentido que, algo que todos los medios destacan, lo pudieran escuchar los que veían la corrida por televisión pero no los que habían pagado para verla, en el coso. Lo mismo pasa cuando un diestro brinda a un torero herido, por ejemplo. ¿Tan difícil sería que estuvieran conectados los altavoces de la Plaza para que todos los espectadores lo escucharan? Eso no afectaría en nada a la pureza de la Fiesta y añadiría un atractivo más al espectáculo.
Aunque algunos lo pretendan, la devoción de este pueblo a la Virgen del Pilar no decae. Cientos de miles de zaragozanos –y visitantes, venidos de toda España– acuden a la ofrenda de flores a la Virgen, en el día grande de la Fiesta. (Escucho una jota de actualidad: «La Virgen del Pilar dice/ que no quiere que un alcalde/ cobre a los que llevan flores/ pues siempre ha sido de balde»). Si aquí, en vez de Hispanidad, algún ignorante hablara de «genocidio», muchos baturros le dirían lo que corresponde.
En el día grande, con un cartel poco rematado, mucha gente prefiere la visita a la Virgen y el paseo a acudir a la Plaza. Los toros de Victoriano del Río, bien armados, resultan deslucidos, salvo el bondadoso tercero, al que David Mora corta una oreja.
No revalida Juan Bautista sus últimos éxitos. En el primero, que mansea, trastea por los dos lados sin brillo, aliña y corta: no se han entregado ni el toro ni el torero. En el cuarto, que flaquea, se luce Curro Robles. El toro va a mejor, en la muleta, y la faena va subiendo: culmina con buenos naturales, aunque no le ha dejado confiarse del todo. Falla en la suerte de recibir y lo emborrona con un bajonazo. Una tarde gris, como el cielo.
En algo tan incierto como la Tauromaquia, El Fandi es garantía de espectáculo, en los primeros tercios. En el segundo, un bonito burraco, se luce en zapopinas y el par de la moviola. En la muleta, el toro se desentiende y la faena queda a medias. Lo mismo se repite en el quinto: banderillas lucidas, un trasteo voluntarioso y un toro que acaba huyendo a tablas.
El tercero se quiere ir pero permite que David Mora se luzca: traza derechazos lentos, de mano baja, con empaque, y mata bien. Aunque el toro da una vuelta completa, barbeando tablas, se concede la oreja. El último se llama también «Dalia» pero no es tan bueno como el de Manzanares, en San Isidro, dura poco. David vuelve a muletear con suavidad y matar con decisión: petición y vuelta al ruedo. Con el lote más manejable, ha toreado a gusto y con gusto. Alegra su triunfo, en una temporada de tanto mérito, en la que reapareció después de un muy grave percance y ha demostrado su recuperación.
He vuelto a escuchar aquí la jota que cantaba Jesús Gracia:
«Quien oyendo “¡Viva España!”/ con un “¡Viva!” no responde,/ si es hombre, no es español/ y, si es español, no es hombre».
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