sábado, 15 de octubre de 2016

Zaragoza: Tarde de toreros sin toros / Por Paco Mora



"...el primero le ha permitido a Miguel Ángel Perera dejar constancia del momento de madurez que atraviesa. El de Puebla de Prior se mueve por la arena y ante los toros con empaque y solvencia de torero caro..."

Tarde de toreros sin toros

“El mejor escribano echa un borrón”, es un refrán que se podría aplicar hoy Daniel Ruiz. Lo cual no va en desdoro de una buena temporada en la que ha lidiado muchos toros bravos y encastados, que han proporcionado triunfos a sus lidiadores. 

Ni el toreo es una ciencia exacta ni la cría del toro de lidia tampoco. De los dos sustitutos de La Palmosilla, el primero le ha permitido a Miguel Ángel Perera dejar constancia del momento de madurez que atraviesa. El de Puebla de Prior se mueve por la arena y ante los toros con empaque y solvencia de torero caro. El otro de La Palmosilla, como los cuatro del ganadero albaceteño, “imposibles por no ser posibles” como diría el mozo de espadas de Juan Belmonte.


Ginés Marín pinta como un torero con mucho futuro al que está llevando con buen tino y sin precipitaciones peligrosas ese Cutiño, que ha cuajado en un inteligente hombre de negocios taurinos, como se decía antiguamente. 

Y Garrido sigue en la brigada de choque, empeñado en asaltar la trinchera del éxito cueste lo que cueste. Aunque se deje girones de piel en las alambradas. Y la verdad es que a poco que le ayuden los toros, acabará metiéndose en las filas del estado mayor de los coletas con mando en plaza. Avisó en Bilbao, refrendó el aviso en Madrid y como El Tenorio, ahora que viene la época, por donde quiera que fue dejo muestras de su espíritu de conquistador. Merece que se le abran más puertas.

Con un encierro más parejo y encastado, el de hoy en la plaza Pignatelli de Zaragoza habría sido un espectáculo triunfal. Había en el ruedo tres toreros dispuestos a jugársela, en diferentes momentos profesionales, pero muy dispuestos. Y ante un público de calidad y un presidente que hila fino hasta para dar paso a la banda de música que ameniza la corrida, y si no lo hace en ocasiones debería dejársele que lo hiciera más a menudo.

Por cierto, ¿se han dado cuenta del mal efecto que hace el “chim-pum-se-acabó”, auténtico cerrojazo a la ilusión de público y toreros, con que subraya la banda de música cualquier desarme o incidente que entorpece la faena, aunque sólo sea un instante?


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