domingo, 27 de noviembre de 2016

Ases de Extremadura / por Joaquín Albaicín



"...El genio que fue Porrina invistió de nombradía, peso y gloria a esos aires tan gitanos y que tanto han aportado al devenir del flamenco desde que él, seguido por Marelu, Indio Gitano, Cantero, Juan Salazar, Antonio El Camborio y otros ecos y cordajes de la tierra se instalaron en la capital..."


Ases de Extremadura

Foto: José Luis Chaín
Siempre me ha llegado mucho el cante de los gitanos extremeños, alumbrado entre caballos y hogueras en la Plaza Alta, en las ferias de Zafra, Almendralejo, Fregenal o la Mérida en cuya Posada del Agua naciera por San Miguel Ramón El Portugués. El genio que fue Porrina invistió de nombradía, peso y gloria a esos aires tan gitanos y que tanto han aportado al devenir del flamenco desde que él, seguido por Marelu, Indio Gitano, Cantero, Juan Salazar, Antonio El Camborio y otros ecos y cordajes de la tierra se instalaron en la capital. El otro día colgó en Facebook Chiki Porrina el escudo de armas de su no por apócrifo menos oficial Marquesado, sobre el que no faltan un clavel en el flanco diestro y unas gafas negras sobre campo de plata en el siniestro, un león gules rampante apoyado en una columna y un As de Bastos símbolo, como el dicho pilar, de Hércules.

Miguel Vargas
Esta noche ha llegado a Casa Patas un puñado de extremeños agrupados en torno a la guitarra de Miguel Vargas y la expectación es sensacional. En la barra departen aficionados de solera como Consuelo Medina, Juanma Terrón y Gufi, que ha de pasarme el disco del Noi, más los hermanos Jacoba, Israel Fernández, Miguel El Rubio, Johnny Jiménez… Preparan los objetivos de sus cámaras Diego Gallardo, Rosa Pérez y Rufo. Juan José Amador hijo nos habla sobre el homenaje a Ray Heredia que está ya al caer en Madrid. A ver a sus paisanos han venido Guadiana y Ramón El Portugués. Y hacía tiempo que no coincidíamos con Pilar Uruñuela, que acaba de donar al Centro Andaluz de Documentación del Flamenco (CADF) los valiosos papeles -toda una vida entregado al estudio del arte flamenco- de su marido, el añorado Ángel Álvarez Caballero.

Flotabamos inmersos en atmósfera de noche grande y las expectativas no quedaron defraudadas. A fuer del baile de
El Peregrino
macerada solera del veteranísimo
Peregrino, vivimos momentos en verdad gloriosos en lo que al cante se refiere, porque Alejandro Vega, tío de Remedios Amaya, desgrana un rítmico lamento gustoso como el de pocos, de exquisito paladar, con detalles de sabio catador. No sólo puso aquello al rojo vivo con sus aires por tangos, sino que nos regaló tres letras por Levante de enorme belleza y tremenda personalidad. No cabe duda de que nos encontramos ante un eco a seguir y degustar con fruición. Y junto a su garganta se
La Kaíta
dolió la de
La Kaíta, torrente salvaje e impetuoso que, a velocidad abisal, modula pasajes de rotunda hermosura flamenca. Pese a no ser la soleá un palo en el que se prodigue, brilló en él esta noche -así como por jaleos- a gran altura, bordando ecos y aventando rescoldos de cantaora antigua.

Condujo la velada, excelentemente secundado por su hijo Juan, la guitarra de Miguel Vargas, un tocaor cuyas yemas matizan con inaudita delicadeza y timbre añejo. La suya es una guitarra que atesora solera de la buena y que ningún amante del duende se ha de perder, manantial de tradición auténtica cuya acompasada solemnidad de legítimo As de Bastos hizo alzarse, ufano, sobre los cuartos traseros al león de la columna de Porrina. Al luxuario y jaleado fin de fiesta se incorporaron, además, Juan Cantero y Guadiana.

Estoy seguro de que Ángel Álvarez Caballero hubiera disfrutado enormemente de esta velada de homenaje al mundo musical de Porrina, y por ello, al recuerdo de quien fuera mi alter ego en El País en los días en que me ocupaba de la crónica flamenca en ABC quiero dedicar estas líneas sobre una noche que él hubiera contado igual o mejor que yo. ¡Que vivamos muchas como esta!


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