jueves, 10 de noviembre de 2016

El Constitucional se arruga / por Paco Mora



"...El alto Tribunal les deja a las autoridades catalanas las manos libres para hacer y deshacer, para organizar el toreo como les venga en gana, y hasta para prohibir por razones de “defensa de los animales” espectáculos taurinos en su Ínsula Barataria. ¿Pero no habíamos quedado en que el Govern Català se había arrogado prerrogativas que sólo corresponden al Gobierno de la Nación?..."

  • Cualquier día vemos desfilar por Barcelona las banderas esteladas, celebrando la proclamación de la Independencia de Cataluña y de la República Catalana, ante la impasibilidad de quienes tienen la obligación de garantizar el cumplimiento de las leyes de la Nación. Que para eso cobran…

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El Constitucional se arruga

Ahora resulta que o uno no sabe lo que lee, o el Tribunal Constitucional lo que ha hecho en última instancia sobre la prohibición de los espectáculos taurinos en Cataluña, no ha sido otra cosa que tratar de poner paños calientes con galimatías legalistas, que vienen a ser un meter la cabeza debajo del ala como los avestruces, para evadirse de la realidad. Lo que en principio dio pie para creer que al final se había impuesto la Justicia, ahora resulta que no fue más que un arranque de caballo que ha quedado en parada de pollino. Basta leer en esta misma página, aquí justo al lado, la ultimísima decisión de sus señorías constitucionalistas para comprender que lo que no quiere el citado Tribunal es mojarse ni los tobillos con el asunto.

Cualquiera que haya seguido la larga deliberación del Constitucional (más de un lustro) sobre la barrabasada perpetrada por los políticos catalanes contra un aspecto emblemático de nuestra cultura, que precisamente nos caracteriza en gran manera como españoles, está legitimado para preguntarse: ¿No se podría haber ahorrado el TC la sentencia hecha pública hace unos días, que nos ilusionó y nos hizo exclamar: ¡Todavía hay justicia en España! Al fin y al cabo, decir poco después Diego donde poco antes se dijo digo, es un viaje para el que no se necesitaban alforjas. Porque la última decisión del TC ha sido un jarro de agua helada para el toreo como espectáculo y en última instancia, para los españoles que seguimos empeñados en seguir creyendo en la Justicia.

El alto Tribunal les deja a las autoridades catalanas las manos libres para hacer y deshacer, para organizar el toreo como les venga en gana, y hasta para prohibir por razones de “defensa de los animales” espectáculos taurinos en su Ínsula Barataria. ¿Pero no habíamos quedado en que el Govern Català se había arrogado prerrogativas que sólo corresponden al Gobierno de la Nación? Si para una cuestión como la de los toros, que es de mucho menor calado que la declaración de la independencia en que están inmersos el señor Puigdemont y sus adláteres, sus señorías del TC se han aflojado el cinturón con riesgo de que se les caigan los pantalones… Cualquier día vemos desfilar por Barcelona las banderas esteladas, celebrando la proclamación de la Independencia de Cataluña y de la República Catalana, ante la impasibilidad de quienes tienen la obligación de garantizar el cumplimiento de las leyes de la Nación. Que para eso cobran…

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