lunes, 7 de noviembre de 2016

LA HORA DE LAS CUADRILLAS / por Antolín Castro


El caso de Adalid deja desnudo eso de que 
'el toro pone a cada uno en su sitio'

¿Se valoran los méritos en esos movimientos que se hacen de las cuadrillas? ¿Se tienen en cuenta sus carreras e historia? ¿Se contemplan otras cosas ajenas a lo estrictamente profesional?, etc. 

LA HORA DE LAS CUADRILLAS

Estamos en época de renovación de las cuadrillas. Los diestros, figuras o no, se prestan a confirmar o remover a los hombres -en este apartado todavía no han llegado las mujeres- de sus cuadrillas.

Banderilleros y picadores anhelan conocer su futuro más inmediato y esperan que sus matadores les confirmen el puesto para la próxima temporada o les anuncien su baja. También se dan casos en los que son los subalternos los que anuncian a su matador que la próxima temporada no estarán con ellos, lo que obligará a los jefes de filas a buscar entre los que estén libres en el mercado.

Cómo se promueven esos cambios, o cómo tienen lugar, es tan hermético como el resto de las cosas que afectan a la parte administrativa de la Tauromaquia, hay pocas luces y taquígrafos. No es precisamente un mundo muy transparente el taurino. 

Y precisamente por ello, por esa falta de transparencia o motivos para poner y quitar gente en las cuadrillas, es por lo que desde fuera se observen cosas que no hay quién -gente normal queremos decir-, las entienda. 

Una de las más sangrantes, entre otros muchos ejemplos, la tenemos en el caso del banderillero David Adalid. En esta época está recogiendo multitud de premios como mejor banderillero de la pasada Feria de San Isidro, en la que actuó solo un día y con la corrida más complicada, la de Saltillo. Su actuación fue tan buena que no dejó lugar a dudas. Actuó a las órdenes de José Carlos Venegas y con él ha toreado solo seis tardes este año. Es obvio comentar que en cada una de ellas ha saludado tras de sus intervenciones.

Pero es lógico preguntarse ¿Ningún matador quiere llevar en sus filas a uno de los mejores? La pregunta tiene su miga o su guasa. Recordemos que David Adalid ya tiene su hueco en la historia por haber sido miembro de aquella cuadrilla que dio la insólita vuelta al ruedo en Madrid tras el tercio de banderillas hace solo dos años.

¿Se valoran los méritos en esos movimientos que se hacen de las cuadrillas? ¿Se tienen en cuenta sus carreras e historia? ¿Se contemplan otras cosas ajenas a lo estrictamente profesional?, etc. Todas estas preguntas quedan en el aire, pero peor es que quede en el paro uno de los mejores toreros de plata, con serio perjuicio para él pero también para todos los aficionados.

¿Cabe disparate mayor que un torero de sus cualidades, ante una nueva marginación como la de 2016, se tuviera que ir a los ‘albañiles’? Una prueba de que la afirmación de que el toro pone a cada uno en su sitio es, una vez más, falsa de toda falsedad.

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