sábado, 12 de noviembre de 2016

La otra liga / por Paco Delgado


El valenciano David Esteve, diestro ya habitual en la campaña en Perú, donde en verano actuó con éxito en cinco festejos.
                                     

"...Perú es desde hace años una especie de oasis para estos diestros que no son tenidos en cuenta en España y que no quieren renunciar a su sueño..."
 
La otra liga

Termina la temporada y arranca la campaña de resúmenes, análisis y estadísticas. Un año más, las figuras copan la atención mayoritaria y, lógicamente, mucho más espacio en los medios de comunicación (que aún tocan el tema taurino).
Pero, si se bucea un poco en esa larguísima nómina de toreros, vemos que no son pocos los que han tenido que hacer el petate y viajar a muchos kilómetros de distancia para poder torear. Muchos son los toreros españoles, sin oportunidades reales en su país, que no sólo están dispuestos a ir a ferias que no son en absoluto conocidas en España, sino que, efectivamente, van, porque lo más importante para alguien que quiere ser figura del torero es torear.

Perú es desde hace años una especie de oasis para estos diestros que no son tenidos en cuenta en España y que no quieren renunciar a su sueño. No sólo es uno de los países con mayor diversidad biológica y mayores recursos minerales del mundo, que también, sino que su actividad taurina es tanta como casi desconocida a este lado del Atlántico. Sirva como ejemplo que el día 24 de junio coinciden al mismo tiempo las fiestas en Maranganí, Huasahuasi, Chota, Cutervo, Huambo o Llama, por no hacer más larga la lista. El circuito es amplio y se necesitan matadores.

Nombres como los de Emilio Serna, Oliva Soto, Daniel Luque o Salvador Cortés son algunos de los que este año han lucido en los carteles de ferias andinas. Y si me detengo en esta parte por la que sopla el viento de Levante, dos historiales brillan con fuerza: el del castellonense Paco Ramos, que ha sumado hasta catorce festejos en plazas peruanas, si bien dos fueron sin muerte del animal, obteniendo dieciocho orejas, indultando un astado en Lachaqui y conquistando, entre otros galardones, el Escapulario de Oyón, y el valenciano David Esteve, diestro ya habitual en la campaña en Perú, donde en verano actuó con éxito en cinco festejos. Toreó, para que sepan de otras plazas al margen de la más que bicentenaria de Acho, en la de Pacaraos, provincia de Huaral,¡¡¡levándose otros dos trofeos en el esportón. Más tarde lo hizo en Huamachuco, estado de Trujillo. Lidió toros de San Simón y cortó una oreja. En Octopampa estoqueó un encierro De San Pedro y en Rosaspata, estado de Puno, en la famosa plaza conocida como el ruedo humano, donde las barreras las forman los propios espectadores, lidió reses de San Pedro, Campo Bravo y Rural Alianza. Alternó con el mejicano Uriel Moreno “El Zapata” y la torera local Milagros de Perú, siendo premiado con otras dos orejas.

¿Y todo esto tiene recompensa? ¿Viajar hasta tan lejos, hacer luego otros muchísimos kilómetros – a veces en condiciones más propias de Indiana Jones, increíbles ya para cualquier ciudadano español- para llegar al lugar donde torean, enfrentarse a reses de dudosa procedencia, hacerlo en cosos que por estos lares ya no existen ni en la más recóndita aldea…? Pues sí. Perú es una mina para los matadores modestos, los que no tienen sitio en la primera liga del mundo, los que muchas veces hasta tienen que pagar para tener una ocasión de mostrar sus condiciones, de lo que son capaces, los que son ignorados… allí no solo pueden actuar, sino que encima les pagan por torear.

No falta, sin embargo, quien asegura que la repercusión de aquellas actuaciones es nula en España y que sirve para ir a otro pueblo de los Andes, sólo para torear otra cosa parecida. Pero algo habrá cuando muchos toreros sin oportunidades están dispuestos a ir a ferias que no son en absoluto conocidas en España, porque lo más importante para alguien que quiere ser figura del torero es torear. Aunque sea en otra liga.

“Eso vale un Perú”, se dice en castellano para realzar la excelencia de algo, y es que este país americano fue símbolo en Europa de la riqueza llegada de América, siendo ahora, en lo taurino, sinónimo de esperanza para los que tiene ilusión y algo que demostrar.

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