lunes, 5 de diciembre de 2016

La "México" tiene un problema. Y no es pequeño.



"...Todo ello adobado con un factor que no es marginal: la subida de precios no ha ido en paralelo con la categoría de los carteles. Y a mayor abundamiento, por medio se ha cruzado la nueva paridad del dólar USA con el peso mexicano, que aún encarece mucho más la cosa..."


La "México" viene ofreciendo tarde de tras tarde unas entradas deprimentes. Un cartel con cierto porte y ni 2.000 personas en los tendidos, cuando el aforo total pasa de 45.000. Los actuales gestores, que llegaron con los mejores propósitos, no acertaron con la programación y sobre todo se les fue la mano en la subida del precio de las entradas. Como, además, se trata de un plaza que venía de muy abajo por la mala gestión anterior, lo que va de Temporada Grande está siendo ruinoso. Por la falta de espectadores y por la caída de los ingresos. Sin embargo, a nadie le conviene que la primera plaza del continente americano sufra semejante descalabro.

La política de los nuevos gestores, en cuestión
La "México" tiene un problema. Y no es pequeño.


Ni la programación, ni especialmente los precios. En ninguno de los dos asuntos han acertado los nuevos gestores de la monumental “México”, Javier Sordo y Alberto Bailleres. Y así les va: carteles con toreros importantes y apenas 2.000 personas en el tendido. Una ruina.

Antes de echar a andar la llamada Temporada Grande, ya lo advirtió el historiador mexicano José F. Coello Ugalde, en un esclarecedor artículo: ¿Habrá bolsillo que alcance… o que aguante?[1]. Pues ha sido que no: el bolsillo no ha aguantado. Ni por el importe de las localidades, ni por la concentración de festejos en los fines de semana, que a su vez concentra el gasto.

Todo ello adobado con un factor que no es marginal: la subida de precios no ha ido en paralelo con la categoría de los carteles. Y a mayor abundamiento, por medio se ha cruzado la nueva paridad del dólar USA con el peso mexicano, que aún encarece mucho más la cosa.

Para el fin de semana anunciaban cuatro corridas consecutivas: de viernes a lunes, en el ciclo guadalupano. La primera comenzando en día laborable a las 20,00 y la última en día igualmente laborable. Para la economía media, inalcanzable. Tan es así que la Empresa parece que ahora recula y trata de cambiar semejante calendario y programación. Entre otras razones, porque Joselito Adame, el actual ídolo local, no querrá verse en solitario con seis toros en una plaza con muy poca gente.

Triste es ver los tendidos tan vacíos, que en un coso tan monumental resulta una imagen desoladora. Y los primeros que están enfadados son los toreros europeos que fueron contratados: a nadie le gustar jugarse el tipo en un coso prácticamente vacío. Primero, porque no puede ser más frío el ambiente; pero, además, porque ya se ven venir la petición de la empresa de reducir los dineros pactados de antemano.

Como no hay dos sin tres, las corridas seleccionadas en el campo están dando un escaso juego. Que se lo pregunten a José Garrido, que en su confirmación de alternativa se estrelló ante un imposible. Y para colmo, la novedad que era Luis David Adame no ha podido concurrir a ninguno de sus dos compromisos.

Conocedores de la situación afirman que en toda esta dinámica, tan negativa como es, ha venido influenciada también por la devaluación que vivió la plaza del paseo de Insurgentes en la etapa anterior, cuando estuvo gerenciada por el polémico Rafael Herrerías.

Con una cosa y otra, cuando aún no ha concluido la primera etapa de la Temporada Grande, la casa está patas arriba. Ahora se verán forzados a cambiar de planificación y de precios.

Es cierto que ni Sordo ni Bailleres tienen la culpa que, con el efecto Trump, el cambio monetario se haya desplomado, para agravarles más el problema. Pero con Trump y sin Trump, la realidad es que una subida de precios que en bastantes casos ronda el 40%, no hay bolsillo que lo soporte.

  • [1] José F. Coello Ugalde. “¿Habrá bolsillo que alcance… o que aguante?”, en:

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