viernes, 2 de diciembre de 2016

La Monumental de Barcelona sobre aguas turbulentas / por Ángel González Abad



El silencio de la propiedad de la plaza de toros de la Ciudad Condal y de todo el empresariado taurino nacional no puede ser más significativo. Silencio a la vez de los gestores públicos de la Generaliat, que tras las primeras aldanas contra el fallo del TC y las corridas de toros, han entrado en un mutismo total. Silencio pues de quienes más intereses tienen en encontrar, no se si llamar, la solución a la situación creada.


La Monumental de Barcelona sobre aguas turbulentas

Ángel González Abad
Aguas turbulentas, pero sin el puente de Simón y Garfunkel. No dudo de que maniobras en la oscuridad (orquestales o no) se están fraguando en alguna cocina, pública o privada, sobre el futuro de la Tauromaquia en Cataluña. No dudo de que aguas turbulentas pasan por debajo de la Monumental barcelonesa, aguas que, con barro o limpias, van a determinar lo que va a ser la Fiesta, no a medio o largo plazo, sino de una forma inmediata.

¿Y quiénes son los que manejan los grifos para que el agua discurra con mayor o menor presión? Pues la respuesta parece fácil con solo echar vistazo a la situación social, política y económica que se ha creado tras la sentencia del Tribunal Constitucional que tumba la prohibición de las corridas de toros en Cataluña.

El silencio de la propiedad de la plaza de toros de la Ciudad Condal y de todo el empresariado taurino nacional no puede ser más significativo. Silencio a la vez de los gestores públicos de la Generaliat, que tras las primeras aldanas contra el fallo del TC y las corridas de toros, han entrado en un mutismo total. Silencio pues de quienes más intereses tienen en encontrar, no se si llamar, la solución a la situación creada.

El valor inmobiliario del terreno que ocupa la plaza barcelonesa, su rendimiento como recinto taurino tras un lustro cerrado, las indemnizaciones que la Generalitat tendrá que hacer frente por esos cinco años de corridas de toros prohibidas inconstitucionalmente, las competencias que tiene la administración autonómica sobre la gestión de la Tauromaquia, que obviamente son sobre la reglamentación nacional, al no existir un reglamento catalán…, por no hablar del imperio de cines y teatros que tienen los titulares de la plaza. Son muchas las cosas que hay en juego a nivel político, económico y social. Muchos los intereses de una y otra parte que hay encima, o debajo, de la mesa; demasiados los silencios.

Aguas turbulentas sobre las que se impone un consenso, sobre las que es necesario tender un puente para que quienes han luchado por los toros en Cataluña de manera altruista y generosa vuelvan a ocupar los tendidos de la Monumental.

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