domingo, 4 de diciembre de 2016

NO NOS DESTROCÉIS A LOS HÉROES. (Carta al Cine Español) / por F.L.Mirones




NO NOS DESTROCÉIS A LOS HÉROES
(Carta al Cine Español)

F.L.Mirones
Leo ayer en El Español una entrevista del periodista Javier Zurro al actor Luis Tosar a propósito de la película 1898 Los Últimos de Filipinas, que se estrena pronto, y me quedo perplejo.
El titular reza “No me gusta la palabra patria, se han hecho atrocidades en su nombre”. Digo yo que pensará lo mismo de otras como Amor, Justicia o compañerismo.

El actor Luis Tosar

Vaya, pienso, y la gente está encantada porque cree que va a poder ver, por fin, una película sobre la historia de España como las que nos fascinan y dan envidia producidas por estadounidenses, británico, franceses o italianos.
No seas mal pensado Fernando, me digo sin mucha fe, sigue leyendo a ver… y doy con esta joya:

Periodista:
“¿No tuvo miedo de que se convirtiera en una película que ensalzara las virtudes del imperio español sin hacer crítica?

Luis Tosar:
Sabía de dónde venía la propuesta, de Salva (Salvador Calvo, el director) y de Alejandro Hernández, su guionista, lo que ya me daba una referencia positiva, porque les conocía desde hace un par de años y habíamos conversado mucho y sabía que no iba a tirar por ahí. No fue una sorpresa el enfoque.”

¡Un momento, un momento!… ¿ya ni siquiera se esfuerzan en disimular?. Queda claro que el periodista, el actor, el director y el guionista comparten, digamos, una evidente afinidad ideológica. La pregunta se las trae. ¿Acaso una película que ensalce las virtudes del Imperio Español es algo negativo?.
Estas palabras, si leemos entre líneas, dicen mucho más de lo que parece a simple vista, y constituyen una prueba de lo que venimos denunciando desde hace algún tiempo.

¿Qué está pasando en el cine español?, ¿son todos amiguetes y cojean del mismo pie?, ¿está todo hablado y pactado años antes de iniciar siquiera un guión?, ¿hay un sectarismo desde el mismo génesis de las ideas y su financiación?.


Se nos saltan las lágrimas al ver a Sean Connery y Michael Caine a punto de caer del puente colgante cantando Good Save the Queen en El Hombre que pudo reinar. Nos estremecemos en Las Cuatro Plumas, y hasta en El Renacido, que, a pesar de ser dirigida por un mexicano, es una oda al origen de los Estados Unidos de América.

Cada película francesa de los últimos diez años nos hace desear ser de ese país; británicos y anglosajones en general nos bombardean con sus mitos fundacionales, sus banderas y sus grandes gestas históricas. Blanquean hasta al patán de Enrique VIII, que en lugar del obeso asesino que era, en su serie de TV es un apuesto joven no tan perverso.

Los vikingos son ya angelitos de la caridad, pero el conquistador español siempre es bajito, viejo y con la armadura oxidada.

¿Qué le puede ocurrir a una nación de la grandeza de España si nuestros hijos se crían venerando héroes extranjeros mientras nuestros cineastas siguen obsesionados con “desmitificar” y aleccionar contra todo lo que suene a propio y enorgullecedor?.
No he visto aún la película, pero me temo lo peor.

No es una cuestión baladí, nos están robando nuestra herencia cultural por motivos iconoclastas y políticos. Los mismos que luego tienen a sus hijos en USA y cuando están allí cambian de actitud.

Oiga señor, ¿qué hay de malo en hablar, por una vez, de nuestra historia sin que el sacerdote sea Karra Elejalde y los valores de lealtad, valentía y heroísmo nos hagan sentir orgullo?.
Escribiré de nuevo cuando la vea, es lo justo, pero ya ven ustedes que todos son del mismo color, y se contratan unos a otros. Y los que no pertenezcan al club, se las ven y se las desean para trabajar en el cine español.

Me da mucha pena, un pueblo necesita de vez en cuando ir al cine y sentirse como un inglés o un danés en Memorias de África, un norteamericano en El Último Mohicano, o un francés en Los Tres Mosqueteros o Cyrano de Bergerac. Por alguna extraña razón los directores y guionistas de otros países no confunden la política con la épica. Escriben historias emocionantes, en paisajes increíbles, con personajes de todo tipo, que ensalzan el alma y unen al pueblo en torno a su pasado histórico.
Nuestros niños y adolescentes necesitan eso, ni más ni menos que lo que tienen los otros.

Si la nueva moda va a ser hacer películas históricas para continuar machacando la autoestima de los españoles, mejor que sigan ustedes con las de siempre, de barrios marginales, drogas y policías detestables. Persistan con la guerra civil, las libertarias y toda esa mitología de izquierdas que tanto les ilusiona.

Pero claro, falta menos para los premios Goya, prepárense, que volveremos a sentirnos como en una fiesta en la no somos bienvenidos, como en el cumple de unos niños que no nos hablan.

¡Qué pena Luis!, eres un actorazo, y hasta ahora caías bien. Pero te has apuntado a la moda Trueba, porque parece que el que Trueba, repite. Premio asegurado.

Al menos permitidnos degustar la historia como la soñamos, y a nuestros hijos como la imaginen. No los dejéis indefensos viendo a los personajes ajenos con las caras de Brad Pitt, Leonardo Di Caprio o Johnny Depp, y a los nuestros desabridos, calvos y cabreados, cagándose en su patria, maldiciendo de Dios y maltratando indígenas por todo el orbe.

Sepan los ajenos al cine español, en el que trabajo, que un guion en el que no se cumplan las premisas que denunciamos, hoy por hoy, no llegará jamás a las pantallas. Ningún productor lo acepta, y si lo hace, no encuentra el apoyo necesario.

Si ese guion no habla mal de señoritos, sacerdotes y militares, si no incluye en sus escenas el ideario de Podemos, simplemente, ustedes jamás lo verán.
Pronto, en los Goya, se darán los premios unos a otros. Al tiempo.

Ojalá el talento de los cineastas triunfe algún día libre de ataduras ideológicas, contando historias bonitas, haciendo reír, llorar o pensar, sin pagar el peaje de los que se creen los custodios de la cultura.

La historia española de Filipinas es impresionante, usen eso.

Un aullido.
Fernando López-Mirones.

P.D: Por cierto, tengo un par de esos guiones en venta (tenía que intentarlo)

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