jueves, 5 de enero de 2017

El diamante negro que yo vi... / por Paco Mora



"...Con Diamante Negro ha muerto uno de los americanos de oro del toreo, que quizá no llegó tan alto como otros con menos mimbres, pero que pasó por España vistiendo el traje de luces con mucha dignidad. Su muerte me ha retrotraído a momentos inolvidables de mi juventud.."


El diamante negro que yo vi...

Dejando al margen los mexicanos que han sido muchos, los toreros americanos que más me impactaron en mi primera juventud como aficionado fueron Diamante Negro, Joselillo de Colombia y Pepe Cáceres. Con el venezolano tuve un día una cordial conversación en la que me aconsejó que siguiera estudiando que lo de los toros era un sueño imposible en el que sólo persisten los que no tienen otra salida. No estuve de acuerdo con él y la prueba es que parte de sus sueños se cumplieron.

Con el colombiano Joselillo de Colombia llegué a tener el trato habitual entre gente joven que comparte la misma afición, y cuando pasaba por Albacete solíamos vernos. Lo vi varias tardes en novilladas sin picar y me pareció ya desde entonces un torero muy hábil y con cierta calidad que llegaba mucho a los tendidos. Tengamos en cuenta que en aquellos tiempos los novilleros toreaban indistintamente con y sin picadores, incluso después de haber pisado plazas de primera. Y no se les caían los anillos. Así vi algunas tardes al padre del alicantino Luis Francisco Esplá, que era más listo que el hambre, habilidoso donde los hubiere, y se anunciaba como Paquito Esplá. Cosa parecida me ocurrió con el toledano Luis Redondo.

Luis Sánchez "Diamante Negro" me pareció desde el primer día que lo vi un torero con proyección y efectivamente, de todos los americanos de aquellos días, fue el que mejor encajó en las plazas españolas. No era el clásico "ventiscas" de los que nos solían llegar del otro lado del Atlántico. Era un torero fino, con un estilo muy definido, que en sus buenas tardes se podía medir con lo mejorcito de por acá. Era un tipo educado y de buena pasta, y tenía una cabeza muy torera y además daba espectáculo sin "ziquitraques" ni bastedades.

Pepe Cáceres, dada su manera de producirse en el ruedo, bien parecía un matador español más de los que habían velado sus primeras armas en tierras andaluzas y salmantinas. Diamante Negro, Pepe Cáceres y Joselillo de Colombia, por este orden fueron pues los tres toreros americanos de mis primeros tiempos de aficionado. Los que me advirtieron de que el toreo también había calado hondo en las Américas.

Con Diamante Negro ha muerto uno de los americanos de oro del toreo, que quizá no llegó tan alto como otros con menos mimbres, pero que pasó por España vistiendo el traje de luces con mucha dignidad. Años después llegarían primero César Girón y Morenito de Maracay y después César Rincón... pero hoy toca el Diamante, cuya muerte me ha retrotraído a momentos inolvidables de mi juventud. Cuando para mí sentarme en un tendido era una de las mayores ilusiones de mi vida. Descanse en paz.

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