Plaza de toros de La Malagueta
Que la Fiesta de los Toros como espectáculo lleva camino de quedar en manos de dos o tres empresas es una realidad, pero que ello perjudique a los intereses de los espectadores, toreros y ganaderos está por ver.
Los "trust" empresariales
Que la Fiesta de los Toros como espectáculo lleva camino de quedar en manos de dos o tres empresas es una realidad, pero que ello perjudique a los intereses de los espectadores, toreros y ganaderos está por ver.
Tiene razón Simón Casas cuando afirma que presentarse en sociedad con otros empresarios al concurso de adjudicación de una plaza de toros no es ir contra nadie. Que ese es el caso de La Malagueta y el de otras varias plazas “acreditadas” como de difícil rendimiento. Para el desarrollo de la Fiesta tampoco es en principio dañino tal sistema. Madrid, Granada y otros cosos están incursos en el mismo o similar procedimiento. Es al final de la temporada, que pronto dará comienzo, cuando habrá que analizar los resultados, que son los que revelarán la bondad o la maldad (para el toreo) de esos “trust” empresariales.
Que la Fiesta de los Toros como espectáculo lleva camino de quedar en manos de dos o tres empresas es una realidad, pero que ello perjudique a los intereses de los espectadores, toreros y ganaderos está por ver. Cuando comenzaron a instalarse las grandes superficies comerciales, en todas las ciudades de España hubo un clamor que presagiaba la desaparición del pequeño comercio. Y efectivamente, el tiempo les ha dado la razón a los agoreros; el negocio familiar en los cascos urbanos hoy por hoy está herido de muerte. Como contrapartida, uno puede visitar una gran superficie y salir con lo que busca en la mano, e incluso a mejor precio porque la compra en mayor volumen abarata las existencias para el comerciante y lógicamente también para el comprador último.
Pero el toreo es otra cosa. No es un producto que responde a una necesidad sujeta al mercadeo lógico y natural de la ley de la oferta y la demanda. El toreo es un arte, una cultura patrimonial de España a la que todos tenemos la obligación de respetar, cuidar y trasmitir a nuestros herederos con el mayor grado de pureza posible. Si los grandes “trust” de empresarios sirven para imponer el “trágala” en cuanto a ganaderías, hierros, trapío y presentación de los toros, formar cuadras de toreros que vayan por el mundo como gladiadores de la antigua Roma, jugándose la vida aquí y allá sin saber lo que cobran y al final de temporada se les apaña con un puñado de calderilla, y para obstaculizar que surjan toreros capaces de erigirse en “figuras” y exigir un rendimiento económico acorde con el público que lleven a las taquillas, los grupos empresariales serán una rémora para la Fiesta. E irán en contra, no de este ni de aquel sino contra todo lo que de noble, grandioso y respetable tiene el arte del toreo como espectáculo de masas.
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