Usted, Pepe Castro, no puede venir a la entrega de los Premios Nacionales del Deporte y decir que Ramos ha desandado el camino y que no se puede provocar a la afición y al presidente de otro club. Eso, señor Castro, es justificar lo que sucedió en el Sánchez Pizjuán. Eso, señor Castro, es ofrecer cobijo a quien no se lo merece. Así, señor Castro, no erradicará usted jamás la violencia de su estadio. Así no, señor Pepe Castro. Así no.
Presidente Pepe Castro...
Presidente Pepe Castro: usted dice que tiene que velar por la afición del Sevilla, que para eso es su presidente, pero como se vela por la afición del Sevilla, como se protege al sevillista civilizado, al buen sevillista, al sevillista que va al campo a ver fútbol y que quiere llevar a sus hijos sin miedo a que les pase nada, es expulsando a los violentos. Como a Sergio Ramos, a mí también me sorprendió la equidistancia que tanto usted como su vicepresidente tomaron con respecto a lo sucedido en el partido de Copa y luego en el de Liga. Ustedes dijeron que "sí" pero que "no", que "de acuerdo" pero que "a lo mejor", que "de ningún modo" y que "quién sabe". Y con esos "sí pero..." los ultras, los violentos, hacen una pelotita de papel, la arrojan al váter y luego tiran de la cadena.
Usted, Pepe Castro, no puede venir a la entrega de los Premios Nacionales del Deporte y decir que Ramos ha desandado el camino y que no se puede provocar a la afición y al presidente de otro club. Eso, señor Castro, es justificar lo que sucedió en el Sánchez Pizjuán. Eso, señor Castro, es ofrecer cobijo a quien no se lo merece. Así, señor Castro, no erradicará usted jamás la violencia de su estadio. Así no, señor Pepe Castro. Así no.
Porque usted sabe que no medió provocación. No la hubo antes del penalti en el partido de Copa. Ramos no se llevó las manos a los oídos en ese partido antes del penalti y, aún así, desearon su muerte e insultaron a su madre, a su mujer y a sus hijos. Y lo mismo sucedió en la Liga. Si ustedes hubieran querido, hubieran cortado de raíz cualquier problema, pero al hacer público un comunicado pidiendo una sanción para Ramos, colocaron en el centro de la diana de los ultras al capitán del Madrid. Ustedes dieron alas a los violentos. Y este lunes, erre que erre, vuelve usted a echarle la culpa al jugador. Le pide usted a Ramos que los consejos se los dé a su presidente. Pero, ¿sabe qué le digo, señor Pepe Castro?... Le digo que, al menos en el tema de la violencia, Ramos no puede pedirle a su presidente que que dé ejemplo puesto que Florentino Pérez no negoció con los ultras, ni los justificó, ni les ofreció tampoco una salida razonable: Florentino extirpó a los ultras del estadio Santiago Bernabéu, los explotó como se explota una espinilla o una verruga; los sacó a patadas del campo y, aquello, le originó muchos problemas, que es lo que, al parecer, no quiere tener usted.
Si unos aficionados (que a mí, todo sea dicho de paso, me parece claramente que son sevillistas) exhiben en Pamplona una pancarta en apoyo de un presunto violador, usted no puede eludir una pregunta al respecto diciendo que "ahí sólo ponía Gordo" y que no puede responder a la pancarta de un aficionado. No puede decir eso, presidente Pepe Castro, por la sencilla razón de que usted sí puede (y debe) responder a esa pregunta.
Usted puede decir "hombre, si es verdad eso que me dicen y la pancarta es a favor de un presunto violador, me parece gravísimo". O puede decir, "vamos a investigar y, si son socios del Sevilla, serán expulsados del club". Lo que usted no puede decir jamás es que la pregunta le parece lamentable porque lo que es ciertamente lamentable, repugnante y asqueroso es la pancarta, no la pregunta. Defienda usted a los buenos sevillistas y eche a patadas a los malos. Esa gente, presidente Pepe Castro, no merece la pena, hágame caso. Parece mentira que haya tenido que venir Jorge Sampaoli desde Casilda para poner un poco de cordura.
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