La verdad acerca de Pablo Iglesias
y su partido político Podemos
Sé que lo que estás a punto de leer es largo y habla mucho acerca de Venezuela. Pero ten paciencia: si lo lees al completo entenderás no solamente lo que está haciendo ahora mismo Podemos, sino que si ganan conocerás de antemano todo lo que va a pasar en España en los próximos diez o quince años.
Mi amigo Dayron Padilla nació en La Habana bajo el régimen de Fidel Castro. Cuando tenía 15 años su familia arriesgó la vida para escapar a Venezuela. Lo lograron y se quedaron en Caracas. Desde el primer mítin Dayron se obsesionó con Chávez. Quería hacer entender a todo el mundo que votar por Chávez era el error más grave que podían cometer en sus vidas. Algunos venezolanos sospechaban que Chávez estaba de alguna manera vinculado a Fidel Castro, para Dayron la relación estaba clara como el agua. Para él votar por Chávez era como auto-infligirse una dictadura. Sus amigos, y en general la sociedad venezolana, no creía que Chávez estuviera asociado con Cuba o con el comunismo, en primer lugar porque Chávez lo negaba en televisión, se proclamaba un demócrata y un liberal, en segundo lugar porque Dayron era un tío peculiar con un acento cubano marcado y la gente creía que estaba medio loco.
Un día nos trajo el cuaderno de ejercicios que usaba en el colegio en Cuba y entre los ejercicios obligatorios había una “Oda al rifle” y un dibujo de la cara del Ché Guevara que había que colorear sin salirse de las líneas. También trajo una cartilla de racionamiento y nos sorprendimos mucho de las cantidades, por ejemplo, su familia tenía acceso a un sólo kilo de arroz al mes.Pero las cosas que Dayron nos enseñó nunca surtieron el efecto que él esperaba. Él las traía para enseñarnos lo que ocurría en Cuba y lo que podía pasar en Venezuela si Chavez ganaba las elecciones. La gente en cambio veía sus cosas como quien observa un artefacto extraterrestre. Sentían un interés mórbido por las experiencias que Dayron tuvo en Cuba, pero no creían que algo así iba a tocarles a ellos. Una frase muy común en esas discusiones era “Ay Dayron, no seas exagerado, Venezuela no es Cuba”. La gente estaba convencida de que era imposible que en Venezuela ocurrieran cosas como esas porque estaban demasiado lejos de nuestra realidad.
La campaña de Chávez era mucho más eficaz que las advertencias de Dayron. Chávez tenía un mensaje que reivindicaba todo lo que los venezonalos sentían. Su aspecto era el de un venezolano cualquiera. En lugar de hablar de productos internos brutos y curvas de crecimiento, Chávez le hablaba a la gente en un idioma que entendían. Les hablaba de su realidad cotidiana. Chávez decía que los problemas de Venezuela, que la crisis económica que atravesaba el país era el producto directo de la corrupción de los partidos políticos, que durante cuarenta años se habían repartido el dinero y habían dejado al país en quiebra. Chávez decía que los partidos políticos no escuchaban al pueblo. Que eran un grupo político anclado en el poder y que si queríamos que Venezuela saliera del agujero había que cambiar las cosas. Que en definitiva, había que derrotar a “La Cúpula” que era la alianza entre los bancos, los empresarios, y sus lacayos del gobierno.
Chávez tenía razón. Todas sus críticas resonaban profundamente en el corazón de un pueblo que había sufrido reveses económicos y que había perdido la confianza en sus líderes. Jamás fui a un mítin de Chávez, pero recuerdo perfectamente lo que sentí al verlo en la televisión. La gente que lo rodeaba cantaba y bailaba. Veían en él un salvador. Yo jamás había visto nada igual, y supe de inmediato que Chávez ganaría.
Veo a Pablo Iglesias en la televisión y reconozco en él la misma mano. No tiene el carisma ni genera el mismo entusiasmo, pero su campaña es tan parecida a la campaña electoral con la que ganó Chávez en 1998 que siento como si estuviera viendo un capítulo repetido, o el show de un ventrilocuo, como si en cualquier momento de detrás de la cabeza de Pablo Iglesias se va a asomar Hugo Chávez. No me sorprendió, por lo tanto, enterarme de la relación que ha mantenido y que sigue mantienendo la dirigencia de Podemos con el gobierno chavista de Venezuela. Estuvieron estrechamente relacionados a Chávez, y lo siguen estando a su sucesor Nicolás Maduro. Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y Luis Alegre recibieron casi 4 millones de euros del gobierno venezolano a través de la fundación CEPS de la que todos forman parte. No es necesario contarlo al detalle, basta con leer el artículo en El País con fecha del 17 de junio:
Hay que agregar que tanto Monedero como Iglesias residieron en Venezuela y fueron asesores del chavismo durante varios años. Monedero, a los 40 años, fue asesor directo de Chávez y vivió con él en el palacio presidencial entre 2005 y 2010. Por su parte Pablo Iglesias vivió en Venezuela en 2006 y 2007 y prestó servicios de asesoramiento a varias instituciones chavistas incluyendo el despacho presidencial, tenía 28 años. Lo que cabe preguntarse es qué tipo de asesoramiento político puede dar una persona de 28 años sin experiencia política a un gigante como Chávez, un dictador que se prolongó en el poder durante casi 15 años y que contaba con el aparato de inteligencia cubano y la participación de Fidel Castro en su estrategia de gobierno. La respuesta es simple: ninguno. Lo más probable es que el gobierno chavista no recibiera asesoramiento alguno, no lo necesitaban. Los que estaban recibiendo asesoramiento, entrenamiento, y financiación política eran los de Podemos.
EL ESCEPTICISMO
Cuando alguien habla de los nexos de Podemos con el chavismo la respuesta es escéptica. Cada vez que alguien traza la comparación lo que escucho es “España no es Venezuela” o alguna de sus variantes. Como por ejemplo: “España no es una república bananera, aquí no podrían implantar algo así porque España es un país serio” otro ejemplo: “En España esto no puede pasar porque España ante todo es Europa”.En Venezuela ocurría lo mismo cuando los cubanos nos alertaban de lo que estaba por ocurrir. La gente no se lo creía. La respuesta era la misma: “Venezuela no es Cuba”. Las variantes eran diferentes, claro, en Venezuela decían: “Esto no es Cuba, en Venezuela tenemos el petróleo”, “Venezuela no es una isla como Cuba, jamás podrían cerrar las fronteras de Venezuela”, y también decían “Venezuela es un país que está en un lugar estratégico geopolíticamente hablando. Estados Unidos permite que Cuba sea comunista, pero jamás aceptará que Venezuela lo haga”.
Para implantar un régimen comunista en Venezuela Chávez tuvo que usar estrategias diferentes a las que usó Fidel, no fue un calco exacto el proceso. Quizás fue más difícil en algunos sentidos y más fácil en otros. Pero lo cierto es que al final dio igual que Venezuela tuviera petróleo, que no pudiera militarizar las fronteras, o que Estados Unidos se opusiera. Al final Chávez consiguió su objetivo y los venezolanos escépticos siguen sufriendo las consecuencias de sus malas decisiones 16 años después.Con esto no quiero decir que no entienda de dónde surge el sentimiento de escepticismo. Es la contra-cara de la ilusión. Cuando un país está pasando por una situación difícil como la que vive actualmente España es fácil aferrarse a una idea bonita. Creer en una promesa que te sugiere que existe una solución para los problemas que estás atravesando y que es tan simple como votar a una persona determinada, funciona como un bálsamo que calma la ansiedad y te permite seguir adelante. Entonces cuando llega alguien y te plantea que quizás la promesa que te han hecho está vacía, te obliga a concluir una verdad que es bastante dura: los problemas de España no tienen una solución fácil y no se van a resolver a corto plazo. No existe una solución mágica para tus problemas.
Desde luego que el modelo que va a usar Pablo Iglesias en España tendrá diferencias con los de Venezuela porque necesita adaptarlo a las realidades españolas que son diferentes a las Venezolanas. Es posible que en algunos sentidos implantar el comunismo dictatorial en España sea más difícil, por ejemplo, España es parte de la Unión Europea que funcionará como una especie de dique de contención. En otros sentidos quizás será más fácil: España a diferencia de Venezuela cuenta con una tradición comunista fuerte y una izquierda sólida. Venezuela no tenía tradición comunista alguna y Chávez tuvo que hacer un trabajo ideológico mucho más fuerte del que tiene que realizar Pablo Iglesias.
Pero el hecho de que España y Venezuela son diferentes, como eran diferentes Venezuela y Cuba, no significa que no se pueda implantar el mismo modelo. La realidad es que las intenciones de Pablo Iglesias y de Podemos son justamente esas: implantar un comunismo dictatorial en España sobre la figura de Pablo Iglesias. Eso es lo que desean hacer, ese es el objetivo, y todos sus esfuerzos están destinados a trabajar por ello. Si lo consiguen o no es otro tema.El escepticismo saludable es hacer lo contrario. Si Pablo te pide un euro para llevarte a la Luna y Juan te dice que ir a la Luna es imposible y que Pablo lo que quiere es quitarte tu euro, el escepticismo saludable es dudar del que hace la promesa imposible, no del que te intenta hacer entrar en razón. Si Pablo Iglesias te está pidiendo tu voto a cambio de una serie de promesas que no puede cumplir, y alguien te dice que no suena creíble, lo sensato no es dudar del que te pone los pies en la tierra.
No todo el mundo apoya a Podemos por idealismo. Algunos lo hacen por rascar lo suyo: les parece atractivo el plan de la renta básica universal de Podemos, quieren beneficiarse directamente de las dádivas de un gobierno que promete regalarles algo a cambio de su voto. Es como el timo de la estampita. Otros, quizás sean la mayoría, los apoyan por un tema práctico: se plantean si es sensato volver a votar por los mismos partidos políticos esperando un resultado diferente. Se plantean que si el PP y el PSOE tienen una tradición de corrupción y de desgobierno quizás la mejor idea sea apostar por una cara nueva. Puede ser que “Podemos” termine siendo más de lo mismo, un gobierno corrupto más, pero ¿qué tal si no lo son? Piensan que si queremos un país distinto hay que arriesgarse.Estas son las diferentes motivaciones. Buscar ilusiones cuando la cosa está mal es un impulso natural, es casi un instinto. Por naturaleza la gente busca todas las evidencias que le confirmen su ilusión y les permita seguir creyendo en ellas. Por eso es tan fácil engañarlos, porque la mitad del trabajo lo hace la víctima. Por eso la gente es más susceptible a tragarse las manipulaciones políticas en épocas de crisis y por eso creen en justificaciones absurdas que no tienen pies ni cabeza.
Cuando a los portavoces de Podemos les preguntan acerca de su financiación suelen decir, con mucho orgullo, que ellos son el único partido que pone a disposición del público sus cuentas, que cualquiera puede mirarlas por internet, famosamente agregan que sus bolsillos son “de cristal”. Bien, Podemos se financia por medio de un supuesto crowdfunding, básicamente significa que son sus seguidores quienes corren con el gasto mediante donaciones por internet. Investigando para este artículo encontré las cuentas de Podemos y las revisé. Entre el chorro de datos que aparecen en las cuentas de podemos, difícilmente se puede sacar una conclusión válida porque cualquier persona puede estar detrás de las donaciones. Naturalmente que si el gobierno de Maduro está financiando a Podemos no lo hará bajo el nombre “despacho del dictador de Venezuela”. De hacerlo serán más listos que eso y utilizarán empresas ficticias y nombres de terceros. Pero ni siquiera hace falta porque los datos que aparecen allí no están a nombre de nadie. Para que se entienda: cuando ves entre los datos de las cuentas de Podemos en su página web una donación que pone “Donaciones Paypal” no sabes quién está realmente detrás de esa donación. Podría perfectamente ser la tesorería de Venezuela. Lo mismo ocurre cuando ves una donación de “Donaciones Transferencia”. Incluso es posible que estos datos no sean el cuadro completo, que tengan otras cuentas donde reciben cantidades grandes de dinero y que sean ellos mismos quienes se auto depositan dinero a través de Paypal para montar el parapeto en su página web. En fin, hay mil formas de ocultar donaciones de terceros e internet es la mejor. Yo no estoy afirmando que lo estén haciendo, lo que estoy diciendo es que la transparencia de Podemos es cero. Poner “paypal” en las donaciones es tan claro como poner “me lo encontré en el portal al salir de mi casa”.
Este es simplemente UNO de argumentos falaces que usa Podemos para convencer a quienes desean ser convencidos. Incluso después de explicar el truco habrán escépticos que argumentarán, que aún si fuese cierto que el gobierno venezolano está financiando a Podemos eso no es prueba suficiente de que Podemos esté buscando implantar un modelo político como el chavista en España. Dirán que es posible que el gobierno venezolano los esté financiado simplemente porque ambos son de izquierda y ya. Pero todo el mundo sabe la verdad: cuando alguien pone el dinero suele esperar algo a cambio. La posibilidad de que Podemos esté trabajando no por el interés de los españoles, sino por el interés de una fuerza extranjera y en pro de su beneficio es real.Merece la pena detenerse unos minutos y plantearse las evidencias de forma seria porque lo que estaría en juego es más que una simple candidatura, que un período presidencial de cuatro años. ¿Cabe la posibilidad de que además de financiar el CEPS el gobierno venezolano esté financiando también la campaña política de Podemos? ¿Es posible que el CEPS sea simplemente un tinglado, uno de varios, que utiliza el gobierno chavista para financiar a Podemos? Después de observar los estrechos vínculos entre ambos hay que concluir que es probable.
Para entender lo que está en juego con Podemos y su proyecto hay que mirar en dos direcciones. Hay que observar cuál es exactamente el modelo venezolano y a dónde ha ido a parar Venezuela bajo ese esquema. Por otro lado también conviene observar lo que ha ocurrido en los países en los que ha ganado un partido político cuyos integrantes han recibido dinero del chavismo o han estado vinculados al gobierno de Chávez. Hay varios ejemplos: Bolivia, Ecuador, y Argentina son los más notables.Después de entender el riesgo hay que plantearse si merece la pena. Es decir, de cara a unas elecciones generales en 2016 y frente a la incertidumbre ¿merece tomar el riesgo de que Podemos implante un esquema similar al chavista en España? El mejor escenario es el siguiente: si votamos a Podemos y resulta ser un gobierno democrático, obtendremos cuatro años de un gobierno social-demócrata similar a los gobiernos social-demócratas anteriores. Con suerte será un gobierno menos corrupto que el PSOE. Esa sería la ganancia. El riesgo, por otra parte, es lo que podría pasar bajo el peor escenario y es esto: si Podemos resulta ser una réplica del gobierno chavista y logran sus cometidos los españoles perderán todas y cada una de sus libertades que hoy dan por sentado, perderán la libertad de expresión, el derecho inquebrantable a la propiedad privada, España se sumirá en una crisis económica mil veces más profunda de la que atraviesa en este momento, habrá expropiaciones a todo nivel, el dinero de los impuestos de los españoles será utilizado para financiar campañas políticas en otros países, y la estructura democrática se habrá perdido. ¿Merece la pena tomar este riesgo?La libertad es algo frágil. Conquistarla es un proceso largo y duro, pero perderla es muy fácil. La democracia en España es joven, y fue conquistada con dificultad. Una cosa que hay que comprender es que la democracia es un estado más ordenado que una dictadura, o una anarquía. Requiere de que una gran cantidad de factores y la voluntad de un gran número de personas confluyan en un mismo espacio. Por eso construirla es difícil pero romperla es sencillo.
En ese sentido es como un vaso de vidrio. Crear el vaso de vidrio es difícil, romperlo es muy fácil. Los vasos de vidrio se rompen de forma muy simple, sólo hay que darles un golpe. Los vasos de vidrio se rompen de forma natural, las partes salen volando en todas direcciones y allí se quedan. Pero nadie nunca ha visto a los trozos de cristal roto volver a componerse espontáneamente y producir de nuevo en un vaso de cristal. Eso no ocurre porque la naturaleza no va del desorden al orden. España tiene poca experiencia democrática, y su frágil estructura difícilmente podrá soportar los golpes a los que podría someterla el gobierno de Podemos. Si el riesgo merece la pena es algo que cada español debe considerar.
MI VIDA CON CHAVEZ
Si le preguntas a alguien qué piensa sobre Venezuela lo más probable es que te responda algo muy parecido a lo que te responderían si preguntas por Cuba. Las imagenes que han visto son fotos o vídeos de supermercados completamente vacíos, de estudiantes con un tiro en la cabeza, una violencia brutal y un gobierno represivo.Pero lo que pocos entienden es que la Venezuela que ellos conocen, la que sale por la tele, no es la misma Venezuela en la que yo crecí. La Venezuela de hace 20 años, la que Chávez heredó no se parece a la actual. De la misma manera el Chávez que ganó sus primeras elecciones en 1998 no es el mismo que murió 15 años más tarde. Su imagen, su mensaje, su discurso, cambiaron en el transcurso de su gobierno.Para una persona que lo vive en su día a día la transformación es lenta. Parece desenvolverse de manera natural. Después de todo el cambio se dio a lo largo de 15 años. Cuando los cambios son progresivos y se hacen de forma lenta el contraste es nulo, y es muy difícil notar que algo está ocurriendo. Pero si pudieramos observar únicamente el estado inicial y el estado final, si pudieramos saltarnos el proceso, entonces el contraste sería evidente. Un ejercicio sería resumir la Venezuela de 1998 en una sola foto y la colocarla junto a otra foto de la Venezuela de hoy, el cambio nos parecería brutal e inconcebible. La diferencia sería tan dramática como las fotos de antes y después que usan para promocionar una dieta en las que dudamos un buen rato si se trata de la misma persona porque la transformación es tan extrema que ni siquiera la cara se parece.
Resumir cómo era Venezuela antes de Chávez no es fácil porque se corre el peligro de caer en romanticismos por aquello de que “todo tiempo pasado es mejor” y en segundo lugar porque el chavismo se ha dedicado a reescribir la historia de Venezuela para presentar el pasado como un espacio abominable del que Chávez los rescató. Ni un escenario ni el otro son reales. Es difícil retratar la Venezuela que fue sin excesos, pero lo voy a intentar.Venezuela en 1998, antes de chavez, no era un paraíso. La desigualdad económica era pronunciada. Una elite verdaderamente minoritaria, y casi siempre vinculada al gobierno, vivía una vida de excesos mientras que la gran mayoría de los venezolanos entraban dentro de las clases socioeconómicas C, D y E, es decir: pobreza y pobreza extrema. El esquema social era una pirámide con una base muy ancha que en lugar de corresponder a la clase media correspondía a las clases bajas.Por su parte la clase política ignoraba a la población. No atendían a sus necesidades. Había un sistema bipartidista similar al español con un partido social demócrata y otro conservador que se pasaban la antorcha del uno al otro sin resolver nada, pero aprovechando la oportunidad para robar y malversar fondos con total impunidad. Un comediante venezolano se hizo famoso porque tenía un personaje pobre que se creía rico y terminaba todos sus shows con la misma frase: “Los gobiernos pasan, pero el hambre queda”.
El momento histórico en la Venezuela de 1998 era tan similar al que vive hoy España que sorprende. Venezuela, al igual que España tuvo una dictadura de derecha que al terminar dio paso a una democracia bipartidista. En los 40 años que siguieron a la dictadura de Marcos Pérez Jimenez, aliado de Franco, en Venezuela los partidos políticos gobernaron de forma ineficaz. Después de una increíble bonanza petrolera similar a la bonanza del ladrillo en España, la economía venezolana se sumió en una crisis severa que duró alrededor de 15 años. Como respuesta los gobiernos se alinearon con el Banco Mundial y pasaron medidas de austeridad que llevaron a una crisis social en la que hubo protestas violentas que fueron reprimidas por el gobierno. Nueve años después, la Venezuela de 1998 había perdido toda la confianza en el gobierno y en los partidos tradicionales, como pasa hoy en España.Pero esa descripción no dice mucho de lo que era vivir en Venezuela en el día a día, lo que era la vida de un venezolano cualquiera. Lo que se sentía al caminar por las calles de Caracas. Antes de Chávez Venezuela era un lugar relativamente tranquilo. Casi nadie hablaba de política. Al menos la gente joven no estaba al tanto de los pormenores políticos del país, como pasaba hasta hace poco en España. No había un interés marcado en la política porque no era necesario, enterarse de lo que estaba pasando era más difícil que ignorarlo porque no formaba parte de la conversación, si no prestabas atención casi podías vivir sin saber el nombre del presidente de turno o de su gabinete.La ciudad de Caracas en sí era tranquila, al menos en contraste con lo que vendría después. Los edificios tenían cada uno un color diferente. Las calles solían estar relativamente limpias.
El Metro funcionaba bien. Lo mismo ocurría con los servicios básicos: había electricidad, agua corriente, televisión por cable y televisión abierta. Si encendías la tele un día cualquiera lo que había era una telenovela o un partido de béisbol. Los mensajes en los medios eran todos diferentes porque había tolerancia a la diversidad de pensamiento. Las líneas editoriales de los periódicos diferían las unas de las otras y criticaban al gobierno sin problema, eso era lo normal.Los venezolanos siempre han sido un pueblo alegre. El trato entre unos y otros, independientemente de la clase social era amable y cordial. Un venezolano consideraba al otro venezolano, y eran capaces de discutir los problemas del país como una situación que enfrentaban juntos. Las familias estaban unidas sin importar las ideas políticas de cada quién. Había una sensación natural de hermandad.Aunque había desconfianza hacia la clase gobernante, la gente sentía confianza en su país. Muchos se arriesgaban a emprender, la gente montaba sus pequeños negocios y así surgían tiendas, fábricas, restaurantes, lo que sea, porque había confianza en la empresa y en la propiedad privada. De la misma forma la gente se casaba y compraba una vivienda sin miedo. Las familias crecían.
Cuando mi familia se reunía para celebrar un cumpleaños o la pascua, la mesa era cada vez más larga porque mis tíos tenían hijos, uno de mis primos se había casado y traía por primera vez a su mujer, y así. Cuando alguien se iba a otro país por lo general lo hacía para buscar un trabajo mejor.En el momento nos parecía que la crisis económica era lo peor que nos había pasado y no podíamos imaginar algo peor, la vida de un venezolano cualquiera en 1998 no se diferenciaba mucho de la vida de los ciudadanos de la mayor parte de los países democráticos del mundo.Ese escenario cambió bajo el gobierno de Chávez. Quince años después la pobreza, la corrupción, la impunidad, la desigualdad, eran las mismas, pero a cambio perdimos todas y cada una de las conquistas democráticas que habíamos subestimado, que nos parecían tan poca cosa en 1998. La Venezuela de la que yo me fui años después era un lugar dramático en el que era imposible estar. Uso la palabra “estar” y no la palabra “vivir” porque aunque es imposible vivir allí, la sensación es más dramática que eso. No se trata de un problema a futuro, de la imposibilidad de crear un proyecto de vida. Vivir con Chávez es una situación insoportable porque inunda tu vida segundo a segundo. Trataré de describir brevemente la experiencia de caminar por las calles de Caracas con Chávez. (Cabe destacar que por “Chávez” no me refiero nada más al hombre llamado Hugo Chávez que murió en Cuba. Me refiero a todo su aparato gubernamental, a su mal llamada revolución, a su modo de gobierno, y a su heredero dinástico Nicolás Maduro)
En la Venezuela de Chávez es imposible escapar de la política. La política inunda cada espacio que existe a tu alrededor. La batalla empezó en la televisión. Cuando Chávez ganó lo primero que hizo fue abusar de un mecanismo que existía en la ley Venezolana y que permitía al presidente transmitir un mensaje a la población “en cadena nacional” Lo que eso significa es que el presidente puede interrumpir la programación de todos los canales de televisión y de las frecuencias de radio para transmitir un discurso en todas las señales en simultáneo. Hasta entonces las cadenas presidenciales eran temas serios y muy puntuales que duraban alrededor de 5 minutos y que se hacían una vez al siglo para transmitir un mensaje de emergencia o una noticia celebratoria a toda la nación. Pero Chávez abusó de ese mecanismo y empezó a transmitir discursos en cadena nacional a diario, discursos de 8 horas que interrumpían la programación de todos los canales. La gente no podía ver su partido o su novela porque Chávez se estaba dirigiendo a la nación. Los discursos no eran importantes, eran una mezcla de sermones de historia tergiversada, con anécdotas sobre su desayuno, de repente soltaba una especie de análisis económico sin pies ni cabeza, y sazonaba la velada con una serenata. Era una locura. Pero lo peor es que era inescapable. No podías huir de aquello. Estaba en todos los canales de televisión, en todas las frecuencias de radio, y en 1998 internet no era un lugar en el que pudieras “navegar” así que muchos venezolanos para huir de aquella invasión optaban por salir de sus casas durante las “cadenas nacionales”, para ir a beber algo con los amigos.
Pero en poco tiempo la invasión salió de la televisión e impregnó la misma ciudad. La ciudad en sí, las fachadas de sus edificios, sus vallas publicitarias, se transformaron en un campo de batalla en el que la izquierda más radical le recuerda al ciudadano de a pie lo insignificante que es. Si antes de Chávez cada edificio tenía un color diferente, con Chávez los edificios se pintaron de rojo. Hasta los vagones del metro eran rojos. Los edificios públicos adoptaron un estilo en la fachada en la que retratos gigantescos de la cara de Chávez, de la cara del Ché Guevara, y a veces la cara de Simón Bolívar saludaban al que pasaba por delante. Retratos de 10 metros con el eslogan de turno por ejemplo: “Patria, socialismo, o muerte”. Como las imagenes eran una especie de pegatina gigantesca cada vez que Chávez variaba el eslogan, variaba la imagen de los edificios.Cuando eso pasó y era imposible mirar por la ventana de tu casa sin toparte de frente con la cara de Chávez y con su discurso de división y de odio, entonces yo decidí volcarme a otras actividades: puntualmente me refugié con mucha más intensidad en la lectura y en la escritura. Si me obligaban a verle la cara a Chávez día y noche, al menos todavía era libre de elegir lo que leía y lo que escribía. Otros hicieron lo mismo. Surgieron muchas iniciativas literarias. Clubes de lectura, cursos de escritura, premios literarios, colectivos de jóvenes escritores publicando cosas como locos. La literatura fue la vía de escape más generosa que encontré y durante mucho tiempo me refugié en ella. Pero con el tiempo ese espacio también fue inundado y estropeado por el chavismo.
A veces cuando ves la prensa internacional parece que antes de Chávez no existía ninguna iniciativa social en Venezuela. No es cierto. Lo que sí es verdad es que las fundaciones que existían producto de gobiernos anteriores sufrieron una transformación total hasta quedar irreconocibles. Antes de Chávez en Caracas existían múltiples fundaciones culturales manejadas por el gobierno. Había salas de cine, talleres literarios, bibliotecas, escuelas, conservatorios, museos, salas de música. En todas ellas existía apertura y pluralidad. Las salas de cine, por ejemplo, pasaban ciclos de cine de todo tipo, tanto extranjero como nacional, tanto clásico como moderno, sin importar la ideología, con un énfasis en el cine no-comercial. Las bibliotecas eran como cualquier biblioteca: colecciones amplias de libros de todo tipo. Y así con todo.La transformación de todos los centros culturales bajo el gobierno de Chávez fue impresionante. Lo primero fue el logo. Cambiaron los logos y los nombres de todas las fundaciones venezolanas. Reestructuraron todas las bibliotecas y eliminaron los títulos de autores de derecha aunque sus libros fuesen de ficción. Los libros de Jorge Luis Borges, por ejemplo, un autor argentino que es un gigante de la literatura universal y que escribía principalmente ficción, eran imposibles de encontrar tan sólo porque sus posturas políticas cuando vivía habían sido conservadoras. Al mismo tiempo inundaron las librerías con toda clase de libros marxistas, comunistas, y de izquierda. Todo era política.
Crearon una red de librerías del gobierno llamadas “Librerías del Sur” y había una en cada esquina. En teoría la propuesta era que estas librerías pondrían a disposición de todos los venezolanos libros a precios mucho más baratos porque se quitaba de en medio a los empresarios. Al principio le di la oportunidad a Librerías del Sur, pero después de entrar un par de veces me di cuenta de que no había nada que fuera neutral, apolítico, o de una ideología distinta a la izquierda más ortodoxa.Cambiaron a todos los profesores de los talleres y de las escuelas por chavistas. Cambiaron también a los jueces de los concursos literarios. Los concursos dejaron de ser neutrales, las novelas, los cuentos, y los poemarios que concursaban pasaban por un primer filtro ideológico, sólo los títulos de izquierda eran contemplados. Las salas de teatro sólo la otorgaban a grupos de teatro que representaran obras de izquierda, o que tuvieran algún tipo de matiz ideológico marxista. Lo mismo con las salas de cine. Los ciclos de cine dejaron de ser abiertos y se convirtieron en un arma más de propaganda ideológica, todas las películas que proyectaban eran temas sobre Cuba, sobre la revolución de Fidel Castro, sobre los próceres de la independencia venezolana reinterpretados bajo la óptica chavista. Lo demás dejó de existir.
Así, poco a poco, pero sin vacilar, cada resquicio de la vida con Chávez se llenó de ideología. Era inescapable. La izquierda se lo tragó todo. No había espacio para otra cosa que no fuera pensamiento político o militancia. En un principio esto se hacía solamente desde las instituciones públicas pero con el tiempo el gobierno fue absorbiendo espacios que tradicionalmente eran privados con expropiaciones y otras medidas similares hasta que casi todos los espacios eran públicos y estaban bajo el estricto control ideológico del chavismo.
Los cambios no fueron sólo de imagen o de cultura. La vida con Chávez dividió a la sociedad que antes se sentía como una sola, en dos. Su discurso de división y de odio caló tanto en la población que los venezolanos dejaron de identificarse entre sí. Al principio era un tema de clases. Los venezolanos pobres repudiaban al resto con un odio visceral. Digo “al resto” y no digo “al rico” porque con la brutal crisis económica la “burguesía” era cualquiera que tuviera dinero para comprar unas latas de atún. Pero a medida que el chavismo avanzaba, la movilidad social hizo que los chavistas reemplazaran a los opositores en las clases sociales altas.Recuerdo, por ejemplo, que un vecino que había vivido en mi edificio toda la vida y que había heredado una gran panadería de su familia tuvo que vender el apartamento cuando Chávez le expropió la panadería. Vendieron el apartamento, alquilaron uno más pequeño y se mudaron. Lo curioso del caso no fue la expropiación, que era algo rutinario, sino a quién le habían vendido el apartamento. Los nuevos vecinos que se mudaron al edificio eran chavistas de la más baja clase social que trabajaban en una de las “misiones” sociales de Chávez. El mismo año que compraron el apartamento se compraron 3 coches de lujo a pesar de que para entonces la lista de espera para comprar un coche era de 2 años.
Cuando eso ocurrió el odio dejó de ser un tema de clases y se convirtió en un tema de equipos. Aquellos que estaban en el equipo del chavismo, los que militaban por la izquierda, se vestían de rojo e iban a las marchas de Chávez eran considerados “El pueblo”. Los del equipo contrario dejaron de ser venezolanos, se les consideraba en todo sentido ciudadanos de segunda con sus derechos rebajados, castigados por el régimen a todo nivel. Daba igual la clase económica. Podías ser un desposeído, un pobre de los más pobres, pero si eras opositor estabas frito. De la misma manera podías vivir como un magnate y si eras chavista eras automáticamente del “pueblo”.La división social era tan fuerte que las familias se dividieron. A mi alrededor veía a las familias de mis amigos dividirse por temas políticos. “Mi tío y mi abuela no se hablan… mi tío es chavista”. El odio era de lado y lado. Los opositores odiaban a los chavistas y los chavistas a los opositores con una vehemencia tal que se transformaron en dos sociedades paralelas e impermeables. Desde el gobierno se impartían premios y castigos que comenzaban en la vida laboral. Los funcionarios públicos que eran adeptos al chavismo escalaban dentro de la jerarquía de sus instituciones. Los funcionarios opositores eran despedidos o se estancaban para siempre en el mismo cargo.Los castigos se extendían más allá de las oficinas. Cuando los ciudadanos del municipio Libertador de Caracas eligieron de alcalde a un hombre de la oposición Chávez castigó al alcalde y también a los votantes. No le daba los fondos necesarios para mantener el municipio, y le quitó el derecho a verter la basura en el vertedero municipal por lo que la basura se apilaba durante meses en las calles de Caracas. Las paredes de basura alcanzaban los 2 metros de altura. Enfermedades que habían sido erradicadas décadas atrás volvían con fuerzas redobladas a contagiar a la población y se transformaban en epidemias. A Chávez le daba todo igual, hubiera desatado las 10 plagas de Egipto sobre sus opositores, y en realidad sobre todos los venezolanos, porque él no gobernaba para Venezuela, gobernaba en primer lugar para sí mismo, para perpetuarse indefinidamente en el poder, y en segundo lugar gobernaba por y para Cuba, detrás de Chávez estaba Fidel y la maquinaria de inteligencia cubana.
Lo único que Chávez temía era perder el poder. Así que al ganar lo primero que hizo fue comprar armamento pesado de guerra: tanques, aviones, armas, etc, y le dio armas de guerra a los Círculos Bolivarianos bajo cuerda (¿te suena lo de “Círculos”?). La misión de estos chavistas armados era ser “defensores del proceso revolucionario”. La idea era que cuando alguien o algo amenazara a Chávez y al chavismo, los Círculos Bolivarianos saldrían a defenderlo con las armas. Y salieron varias veces a defender a la revolución, pero no la defendían de golpistas, de fascistas, ni de potencias extranjeras como muchas veces Chávez quiso hacer ver, los Círculos Bolivarianos y los terroristas pagados por Chávez como los llamados Tupamaros o los del popular Colectivo La Piedrita salían a amedrentar a los ciudadanos, a la gente que vivía en Caracas. Se pasean en motos pegando tiros y matando a gente de la oposición cuyo único crimen es protestar en contra del gobierno de Chávez.
La primera en morir fue Keyla Guerra de 17 años que fue asesinada en el 2002, y a Keyla la siguieron un sin número de víctimas hasta el día de hoy.Tienes que tener en cuenta que estas cosas las hacía un gobierno que hasta ese momento se proclamaba democrático. Imagínate lo que puede sentir alguien que de repente ve que el gobierno al que ha votado empieza a hacer todo esto. Mientras tanto en el resto del mundo a Chávez se le veía como un demócrata, campeón de la justicia social, que había ganado y se mantenía en el poder por votaciones populares. Figuras de Hollywood como Sean Penn, y Naomi Campbell se hacían fotos con Chávez y lo declaraban el gran salvador de Latinoamérica. Los venezolanos secuestrados por un gobierno de estas características se les caía la mandíbula hasta el suelo viendo a Hollywood codearse con el chavismo. Los progresistas del mundo entero alababan la labor de Chávez desde sus cómodas democracias occidentales. Cuando los venezolanos denunciaban estas irregularidades los medios internacionales los ignoraban y la corte de La Haya los mandaba de vuelta para su casa.
Chávez logró transformar a Venezuela y convertirla en un país comunista igual a Cuba sin necesidad de dar un golpe de Estado, lo hizo por vías democráticas. Al mismo tiempo todas las razones por las que los venezolanos eligieron a Chávez, todas sus promesas, por supuesto no se cumplieron. Las circunstancias que lo llevaron al poder no sólo no se habían corregido sino que habían empeorado. Aunque el mensaje constante en los medios era que Chávez disminuyó la pobreza en Venezuela, y aumentó el empleo de manera significativa, la realidad era muy diferente. Los datos que manejaban los medios de comunicación eran datos proporcionados por el mismo gobierno de Chávez. Por dar un ejemplo de la manera en la que manipulaban las cifras, con Chávez el desempleo disminuyó sencillamente porque agregó una nueva categoría de empleado llamada “empleados informales” en los que agrupaba a los vendedores ambulantes, los que ponen la manta en el suelo en el medio de la calle, a las empleadas domésticas que trabajan de forma ilegal recibiendo dinero en negro, y los “mototaxis”. Todos ellos vieron su situación cambiar con Chávez porque aunque ganaban lo mismo y vivían exactamente igual que antes, ahora se les consideraba “empleados”.
Así, con Chávez, la pobreza y la desigualdad alcanzaron niveles insospechados nunca antes vistos en Venezuela. El país con la reserva de petróleo más grande del mundo estaba, en todo sentido, en bancarrota, a la altura de Haití y no lo digo en sentido figurado ni como una exageración, todos los índices económicos de Venezuela y los de Haití estaban a la par.Los cortes de luz en Caracas empezaron en el segundo gobierno de Chávez y al principio sólo eran un par de horas a la semana. Al cabo de unos meses los cortes de luz eran diarios y duraban horas. En aquella época yo trabajaba en el departamento de promociones del canal de televisión HBO como copy-producer y teníamos que salir de la oficina por la tarde todos los días porque no había electricidad. Más de una vez el corte de luz me cogió en el metro y me quedé atrapada bajo tierra, sin luz y sin ventilación hasta dos horas y media. El propio metro cambió con Chávez, no se le hacía el debido mantenimiento ni se agregaban nuevos vagones por lo que el hacinamiento era imposible. Hay vídeos en Youtube. Eso era en Caracas con Chávez.
La corrupción de los gobiernos bipartidistas que nos parecía grave en 1998, como por ejemplo, la destitución de Carlos Andrés Pérez por malversar el equivalente a 3 millones de dólares del presupuesto nacional, palidecían frente a los excesos del chavismo hasta el punto que daban risa. Chávez y sus adeptos se habían transformado en la nueva “Cúpula”. Una clase voraz que robaba sin freno bajo la fachada de los programas sociales y a la que los venezolanos bautizaron como “boliburguesía”. Hay que puntualizar que Venezuela no es España en un sentido: Venezuela tiene un chorro de petróleo que durante la presidencia de Chávez llegó a cotizarse en 130 dólares por barril. Chávez despidió a toda la plantilla de Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA) y puso a chavistas en su lugar. Chávez y sus acólitos tenían la mano metida en la bóveda de oro más grande del mundo.
Es fácil pensar que si la situación era tan grave lo mejor era simplemente irse. Muchos lo hicieron, pero irse no es fácil. Salir y entrar de Venezuela no es tan sencillo como puede ser salir y entrar de España o de cualquier otro país democrático. Chávez nunca llegó a cerrar las fronteras por decreto, no puso tanques en el Arauca, ni en la Selva del Amazonas, no había guardia costera vigilando la Vela de Coro. Pero sin necesidad de desplegar fuerzas militares Chávez fue cerrando las posibilidades que tenían los venezolanos de salir del país. Al principio era muy complicado conseguir un pasaporte. Me sorprendía ver cómo mis amigos pedían una cita para renovarlo o para sacárselo por primera vez y se la daban en una ciudad que estaba a 15 horas de Caracas: Ciudad Bolívar. Pedían requisitos imposibles de conseguir como timbres fiscales que habían sido descontinuados el año anterior.
Imagínate que yo te digo que puedes viajar y sacarte el pasaporte pero necesitas traer un papelito que no existe a una oficina que queda a 15 horas de tu ciudad, y tienes que ir en coche porque no hay trenes. Eso era sacarse el pasaporte en Venezuela. En Venezuela todo el mundo podía salir siempre y cuando tuvieras un pasaporte, que era imposible obtener.El segundo paso fue imponer un control de cambio. La moneda venezolana dejaron de aceptarla en otros países, no la aceptaban en ningún país del mundo y comprar monedas extranjeras en Venezuela pasó a ser ilegal. La única forma legal de conseguir dinero que sirva en el extranjero es pedirlo al gobierno. Cada venezolano tiene un cupo de 4 mil dólares anuales. Eso es lo máximo de dólares que una persona puede comprar en un año, independientemente del dinero que tenga o de la cantidad de viajes que vaya a hacer. Para conseguir estos dólares hay que darle una carpeta al gobierno con el itinerario de viaje, fotocopias del pasaje, y toda la información del viaje que vas a realizar. Mientras viajas has de guardar todas las facturas en un sobre porque al regresar pueden llamarte para que vayas a justificar todos tus gastos ante un funcionario. Imagina que todo tu dinero es papel, que nadie fuera de España acepta tus billetes, y que además el gobierno te prohibe cambiarlo a otra moneda. ¿Qué haces? Básicamente estás encerrado en tu país, no puedes hacer nada, y si quieres salir tienes que dar al gobierno todos los detalles de lo que piensas hacer, cuándo, y por qué.Las líneas aéreas no pueden vender los pasajes desde el exterior. Tienen que venderlos en Venezuela en bolívares. Pero no existen aerolíneas venezolanas, todas son extranjeras. Así que el gobierno venezolano se comprometió con las aerolíneas a cambiarle los bolívares de los pasajes que habían vendido por dólares cada mes. Pero el gobierno no cumple y no les da los dólares. Con estas complicaciones muchas aerolíneas se fueron.
Una vez que estaba en marcha el control de cambio y las aerolíneas se fueron del país Chávez facilitó el tema de los pasaportes porque ya daba igual. Sin aerolíneas y sin moneda que sirva en el exterior da igual tener pasaportes, son pocos los venezolanos que pueden salir del país. Cuando lo hacen el gobierno tiene acceso a los detalles pormenorizados de todos sus viajes. Así que sí: de Venezuela puede salir todo el mundo, pero conseguir pasaportes, dinero extranjero, y pasajes es casi imposible.Como comprenderás, bajo estas condiciones el menor de tus problemas es el paro. Ese problema da la risa. Mi madre que es psicóloga infantil me contó cómo los dibujos de los niños se transformaron con Chávez y se convirtieron en dibujos muy parecidos a los que hacen los niños que están atravesando una guerra. Los niños que estaban atravesando una guerra pintaban los mismos motivos que los niños venezolanos: muñecos sin bocas, sin ojos, sin manos, o sin pies. Todo en escala de grises. La gente a mi alrededor estaba cada vez más deprimida. Varios de mis amigos estaban medicados. Otros sufrían de ataques de pánico.
Esa fue mi vida con Chávez. Esta es la Venezuela de la que yo me fui. Me fui cuando no lo soporté más.Es probable que tu escepticismo después de leer esto sólo haya aumentado. Parece imposible que algo así pueda pasar en España. El panorama, la foto del “después” es tan extrema que parece algo distante, la historia de una civilización extraterrestre, algo que jamás podría ocurrir en La Tierra. Después de todo “España no es Venezuela”. Pero ahora que has leído el “antes” y el “después” de Venezuela, voy a explicar cómo se llega de un extremo al otro. Qué fue lo que ocurrió en Venezuela, cómo hizo Chávez para utilizar la democracia venezolana para desmantelar la misma democracia venezolana. Y cómo transformó eso en un método que se puede replicar en cualquier país democrático.
EL GOLPE DE ESTADO BLANDO
Desde la Revolución Francesa hasta 1960 había una única manera de derrocar a un gobierno democrático y de convertirse en el dictador de un Estado: derramando sangre. Sangrienta fue la Revolución Francesa y los golpes de Estado de casi todos los dictadores modernos incluyendo a figuras tan contradictorias como Lenin y Franco. El método era el mismo independientemente del tinte ideológico del tirano: tanques. Estos son los golpes de Estado que todos conocemos y que reconocemos con facilidad.Pero al igual que casi cualquier relación de poder de la naturaleza, en las sociedades humanas el depredador evoluciona junto con su presa y se adapta a ella. En la era de lo políticamente correcto los golpes de Estado han evolucionado y han adquirido un nuevo poder, el poder de la mímesis, con el que se camuflan con ropas democráticas para pasar desapercibidos en el campo de juego de la política internacional.
De esta manera un dictador puede prolongarse en el poder durante años antes de ser identificado por el resto de los gobiernos como tal. Después de todo la ONU no es otra cosa que un club de presidentes y nadie se atreve a ser el primero en señalar a otro como déspota si no hay derramamiento de sangre, porque vaya a ser que el próximo sea él. Así los autócratas más crudos ejecutan la pantomima democrática una y otra vez bajo la complacencia de la comunidad internacional.El truco es muy sencillo: el dictador blando convence a la población de que la democracia significa única y exclusivamente votos. Lo hace por medio de la repetición. En cada discurso, en cada alocución, en cada escrito del dictador blando aparece la palabra democracia y siempre, SIEMPRE, aparece ligada al concepto de los votos. Los votos se convierten en el imaginario colectivo en el sinónimo de la democracia. Así, bajo este esquema, un presidente o a una iniciativa es más o menos democrática dependiendo de si la población la votó o no. De la misma forma, cuanto más veces vaya la población a votar, tanto más democrática es la sociedad. De esa manera el dictador puede hacer lo que quiera siempre que cuente con un resultado electoral favorable.Cada vez que Pablo Iglesias habla de “soberanía popular”, cada vez que habla de “autodeterminación”, de “referendum”, de “participación ciudadana” y de “consultas” no está hablando de otra cosa que de votos. Todo su plan para hacer de España un país “más democrático” se basa en votos. En sustituir la amplia gama de mecanismos democráticos que se han desarrollado como alternativa al voto y para defenderse de lo que tradicionalmente se ha conocido como la “tiranía de las mayorías” por votos. De esa manera basta con encantar a las mayorías como se encanta a una serpiente para ganarse los votos y llevar a cabo cualquier proyecto.
Esto, naturalmente, es una mentira. La democracia y los votos no son dos conceptos intercambiables, no son sinónimos. La votación es un solamente un mecanismo democrático, pero la democracia NO es el voto. La palabra democracia significa varias cosas:
1) Separación de poderes: los gobiernos democráticos están divididos en varias partes independientes las unas de la otras. Esto es una garantía de que ninguna persona puede llegar y quedarse con todo el poder en el país. La idea es que si una parte del gobierno se excede en sus funciones, la población puede recurrir a otra de las partes, que el que escribe las leyes no sea la misma persona que las ejecuta, y que ninguno de ellos esté vinculado a la persona que hace los juicios y administra sentencias. Sin división de poderes un presidente puede escribir las leyes que le convengan a él, ponerlas en práctica, e incluso puede cometer crímenes contra la población porque él mismo es el juez y se absuelve. Aunque un gobierno gane las elecciones por el voto popular, si no existe la separación de poderes no es un gobierno democrático.
2) Libertad de expresión y medios de comunicación independientes: un gobierno no es democrático si la gente no tiene la libertad de expresarse sin miedo a represalias. No sólo en lo personal, sino públicamente. Por esa razón los medios de comunicación deben estar en manos de los ciudadanos y no en manos del gobierno. Si el gobierno es el único dueño de los medios de comunicación, o impone medidas punitivas sobre ellos, entonces el único mensaje que recibirán los ciudadanos son los mensajes que le convienen al gobierno. Las críticas al gobierno son silenciadas, las visiones alternativas de la realidad también. La libertad de expresión es crucial porque dado que el gobierno tiene un monopolio de las armas y la represión (policía, militares) es más fácil desatar cualquier tipo de masacre sobre su población si controla los medios de comunicación. Da igual si el gobierno entró por voluntad popular, si no existe libertad de expresión y medios de comunicación independientes, no es una democracia.
3) Estado de derecho: en el cual todos los ciudadanos son iguales ante la ley. El Estado democrático es neutral. No existen dos clases de ciudadanos: de primera y de segunda, dependiendo de qué tan fieles son al gobierno, o cualquier otro criterio. En una democracia la ley es la misma para todos. Si la ley se aplica de manera diferente de acuerdo con la persona no es una democracia, independientemente de cuál sea la “participación ciudadana”.
4) Separación entre la vida pública y la vida privada: los ciudadanos de un Estado democrático tienen una vida privada al margen del Estado. El gobierno no se involucra en los detalles privados de la vida de la gente incluyendo los países a los que van de viaje, el historial de su navegador, los detalles de sus cuentas bancarias, o lo que escriben en su diario personal. Si no existe espacio para la privacidad de los ciudadanos el estado no es democrático y da igual cuánta gente acude a las manifestaciones a favor del presidente.
5) Libertades básicas garantizadas por la ley: las democracias respetan derechos básicos como el derecho a la propiedad, o el derecho a transitar libremente. Estos derechos no son solamente nominales. En la práctica funcionan y el estado democrático los protege. Si un estado prohibe o limita la movilidad de sus ciudadanos, tiene políticas confiscatorias o expropia sus bienes, no es un estado democrático. Da igual el apoyo que tengan en las encuestas.
6) Alternancia en el poder y múltiples candidatos en cada elección: los períodos presidenciales en las democracias son cortos y se elige un ganador entre múltiples opciones. Esto garantiza que todos tendrán la oportunidad de ser representados y nadie se hará con el poder indefinidamente.
Si para ser un presidente democrático no basta con ser elegido por la mayoría, entonces para ser un dictador tampoco basta llegar al poder sin el consentimiento expreso de la mayoría. Si esto fuese así cuando un presidente electo queda incapacitado para gobernar y se forma un gobierno de transición hasta que se realizan unas nuevas elecciones, ese presidente provisional sería un dictador. No es el caso. Un dictador es una persona que no respeta la separación de poderes, que atenta contra la libertad de expresión, que sustituye la ley de derecho por sus caprichos, que elimina la separación entre la vida pública y la vida privada y que desconoce los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Es interesante comprender que por naturaleza toda persona que llega al poder intenta maximizar el alcance de su gobierno y busca debilitar estos principios democráticos. Toda democracia es un estado de constante tensión entre los gobernantes y las leyes. Las leyes buscan salvaguardar los principios democráticos a lo largo del tiempo y por eso son estables y en teoría las modificaciones deberían ser mínimas, solo correcciones que se hacen a lo largo del tiempo. Es la misma razón por la que los períodos presidenciales en las democracias sean tan cortos. Es muy difícil que una persona que se va a ir en 4 o en 5 años cambie sustancialmente las bases del gobierno que recibió. Por estas razones la democracia es una TRADICIÓN muy valiosa que se pasa de generación en generación como una joya familiar.
Si los dictadores blandos manipulan la información y hacen creer a la gente que la democracia no es otra cosa que votos, ¿por qué lo hacen? ¿Cuál es la intención? Es muy sencillo. Los dictadores blandos pasan medidas que son dictatoriales a través de votaciones populares y las denominan medidas “democráticas”. Voy a poner un ejemplo para que se entienda bien: en el pasado los dictadores se quedaban en el poder bajo amenaza militar. Quedarse cincuenta años en el poder es una medida claramente dictatorial. Ahora imagina que en lugar de usar el terror, el gobierno hace una votación popular para preguntar a la población si quiere o no quiere que el presidente pueda ser reelegido indefinidamente una y otra y otra vez. La gente vota a favor y el presidente se atornilla a la silla por cincuenta años. ¿Es esto democrático? Desde luego que no, a menos de que tu definición de democracia sea “votos”.Pero el juego es doble. Los usurpadores crean iniciativas para “profundizar la democracia” a través de “la voluntad popular” como referendums, comicios populares y plebiscitos; pero al mismo tiempo y en paralelo destruyen todas y cada una de las premisas democráticas reales: disuelven la separación de poderes, nacionalizan y monopolizan los medios de comunicación, cambian las leyes de toda la vida por leyes ambiguas que pueden modificar en cualquier momento a su antojo. Es decir, mientras la población está ocupada votando si desean que pinten el color de las paredes del parlamento de blanco o de beige, los usurpadores están saboteando la división de poderes, cambiando las leyes de juego a placer, sustituyendo a los jueces por otros corruptos que absuelvan o castiguen a quien elija el presidente, y eliminando todas las libertades ciudadanas. A esto llaman una “democracia real”.
Dado que las democracias blandas basan su farsa en los votos, es imposible llevarlas a cabo sin la complicidad del pueblo. Por lo tanto es un juego de imagen. Es una pantomima en todo el sentido de la palabra. Los dictadores se visten con ropas democráticas, y dicen palabra por palabra lo que saben que los ciudadanos quieren escuchar aunque eso vaya en total contradicción con sus verdaderas intenciones. Prometen cosas que de antemano saben que no pueden cumplir, se presentan como demócratas fervientes y utilizan toda clase de cursilerías discursivas porque lo único importante en el golpe de Estado blando es ganar votos. Años después, cuando el dictador se ha cimentado en el poder y la democracia ha sido disuelta, se retira la careta democrática para revelar al verdadero dictador que hay detrás.
Para ilustrar el punto os voy a enseñar cómo eran los discursos de Chávez en su primera campaña presidencial. El contraste con el Chávez del chándal es brutal. Mientras dura la campaña política, el discurso del dictador blando cambia dependiendo de su audiencia. Si quieren ganar la mayor cantidad de votos tienen que hacer promesas contradictorias a diferentes grupos de interés. Es curioso contrastar lo que dice Pablo Iglesias sobre la independencia de Cataluña y del País Vasco. Si está hablando en un debate de la tele entonces su postura nace del amor a España y a sus pueblos, su apoyo se limita a los comicios “hay que respetar la elección de cada quién”. Pero cuando habla en una herriko taberna omite los comicios, los verdaderos portavoces de la voluntad vasca y apoya directamente la independencia diciendo: “cuando finalmente os vayáis y decidáis como pueblo, os echaremos mucho de menos”
Cuando hay contradicciones como esta la audiencia reacciona como si estuviera ante una prueba rorscharch, la de las manchas de tinta: cada quien concluye lo que quiere. Los españoles que sienten afinidad por Pablo Iglesias y que sin embargo no están a favor de la independencia de Cataluña y de Euskadi se van pensando que Pablo Iglesias sólo dice eso de “cuando os vayáis” para ganar sus votos y que si gana respetará la unidad de España. Los independentistas creen lo contrario: que la careta es la que se pone en la tele pero una vez gane las elecciones les dará la libertad de irse por su lado. ¿Cuál es la postura real? Ninguna. Pablo Iglesias no está con los separatistas ni con los que creen en una España unida. Pablo Iglesias está con él mismo y su ambición. Lo único que quiere es usar los votos de todos para ganar las elecciones y después da igual.
Basta con observar el programa de Podemos para entender que su plan de gobierno sigue punto por punto el programa del gobierno de Chávez en Venezuela. No es una casualidad. Es un método que puede ser replicado y utilizado en otros países para subvertir el orden democrático. Cuando digo que el programa de Pablo Iglesias y de Podemos sigue el programa de Chávez, lo digo en serio: es una copia al pie de la letra. Son exactamente las mismas maniobras. Pablo Iglesias ni siquiera lo oculta. Lo dice abiertamente. Y lo que quiero es demostrar es las consecuencias de cada uno de esos pasos y a dónde conduce este método.
FRANQUICIA DICTATORIAL
La primera vez que escuché a Pablo Iglesias hablar en la televisión me di cuenta de que las ideas no eran suyas. Las había escuchado demasiadas veces en Venezuela, de la boca de Chávez. Lo primero que hizo Chávez fue instigar la división de clases. Esto lo hizo desde su campaña electoral. Inventó un término para denominar a sus enemigos que eran quienes tradicionalmente habían tenido el poder político en Venezuela: los partidos políticos y los empresarios. A todos estos los denominó “La Cúpula”. La frase se hizo muy popular, no solamente entre sus seguidores sino que todo el mundo empezó a usarla: los otros candidatos, los mismos partidos políticos, los presentadores de la tele. Todo el mundo hablaba de la noche a la mañana de “La Cúpula” y de cómo derrotarla. Pablo Iglesias hace exactamente lo mismo con “La Casta” que suena vernáculo y franquista, y que aparece de repente en todos los medios españoles.Una vez que Chávez ganó las elecciones se deshizo del término. Después de todo, el acto de elegir a Chávez había sido el golpe fatal a la bestia llamada “Cúpula”. Con Chávez en la silla, en el imaginario chavista ya no hay una “Cúpula” porque fue derrotada. Así que Chávez sustituyó el término por otro. Su enemigo ya no era esa temible Cúpula todopoderosa y malvada. Su enemigo pasó a ser la oposición de quienes decía muchas cosas, principalmente que eran “fascistas” y “neo-yanquis” pero a quienes bautizó con el término de “Escuálidos”, es decir de “poca cosa”. Con ese término quería decir que la oposición no es una amenaza porque son dos o tres.
Este truco no se lo sacó Chávez de la manga, es una copia directa de la misma propaganda soviética de los “bolcheviques” que significa “la mayoría” frente a los “mencheviques” que eran su oposición y a quienes denominaron de esa manera porque significa “la minoría” aunque en la práctica los mencheviques eran más.“La Casta” de Pablo Iglesias no es otra cosa que “La Cúpula” de Chávez. Es el mismo concepto y la misma estrategia, y ha funcionado de la misma manera aquí y allá. Imagino que si Pablo Iglesias ganase las elecciones también dejaríamos de escuchar la palabra “Casta” y sería reemplazada por un nuevo término pegajoso para referirse a la oposición. Un término que haga parecer a la oposición como una fuerza irrelevante.
Cuando lo escuché hablar de “La Casta” busqué el programa de Podemos, lo leí y me di cuenta de que Podemos son parte del aparato chavista y que lo que están haciendo y pretenden hacer parte de una serie de medidas, de un manual estratégico que les entregó Chávez y que quieren usar para transformar el Estado español que es democrático en una dictadura comunista.¿Cómo lo supe? Es muy simple. Todo lo que aparece en el programa de Podemos es una réplica punto por punto de lo que Chávez hizo en Venezuela y que ya exportó a Bolivia y a Ecuador. No se trata de un paso puntual y aislado. No es un tema de mecanismos universales de gobierno. Por la combinación de pasos y el orden en el que piensan ejecutarlos se trata de una réplica exacta que nadie podría inventarse por su lado espontáneamente.Es como las leyes de propiedad intelectual o de derechos de autor. Todos los músicos componen sus canciones utilizando las mismas 8 notas. Pero cuando aparece una seguidilla de notas exactamente igual, en el mismo orden y disposición en dos canciones diferentes un músico demanda a otro por copia. ¿Cómo saben que es una copia y que no se le ocurrió a cada uno por su lado? Pues porque las probabilidades de que dos personas diferentes compongan la misma melodía exacta es nula.Lo mismo ocurre con la política. Todos los políticos trabajan con las mismas herramientas, pero son tantas y tan variadas que cuando dos políticos implementan las mismas medidas en el mismo orden es obvio que una es el modelo de la otra, o que ambas son una réplica de un modelo anterior.El caso es que todo lo que propone Pablo Iglesias ya lo puso en práctica antes Chávez. Todas las estrategias que Pablo Iglesias está usando: las habilidades de oratoria con las que se dirige a la audiencia, los mensajes que dirige a los medios de comunicación, sus planteamientos políticos, la red de Círculos Podemos, todas sus maniobras no son las que podría elaborar una persona sin experiencia política. Podemos ganó 5 escaños porque alguien les enseñó cómo hacerlo, una persona con la experiencia política de haber gobernado mucho tiempo. Así que las propuestas de Pablo Iglesias no son suyas. Las aprendió en Venezuela.
El método para desencajar las democracias occidentales por vías democráticas es creación de Chávez y lo usó para replicar el modelo venezolano en varios países de Sudamérica que se han convertido en satélites bolivarianos. Y ahora pretenden extenderlo a lo que ellos llaman “Europa del Sur”.Las mismas personas que conforman hoy el núcleo de Podemos, trabajaron antes en el CEPS y recibieron por concepto de “asesoramiento” pagos del gobierno chavista que casi alcanzaron los 4 millones de euros. Además algunos de ellos vivieron en Venezuela, (Monedero llegó a vivir junto a Chavez en el palacio de gobierno venezolano durante 5 años). Si estas personas proponen hacer paso por paso en España lo que se hizo en Venezuela, es poco probable que lo estén haciendo por motu proprio.En el método Chávez, a diferencia de otras dictaduras violentas, se utiliza la misma democracia para desmantelar la democracia. Se empieza con un gobierno demócrata y si se aplican todos l
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