¿No merecía pasar el Barça?... Pues ahí estuvo Aytekin, el ángel vengador, para obrar el vergonzoso milagro. Como en la previa de la transmisión del partido, agitemos todos las banderas culés y gritemos: "¡Barça, Barça, Barça!"... Qué puñetera vergüenza.
El honor perdido de Deniz Aytekin
Juan Manuel Rodríguez
En España no paramos de hablar de los árbitros. Periodistas, jugadores, directivos... y ex árbitros. Sí porque, cuando cuelgan el silbato y puesto que en España, como decía, no paramos de hablar de los árbitros, los medios de comunicación incorporamos a nuestras plantillas a ex árbitros... ¿para qué?... Sorpréndanse: para hablar de la actuación de los árbitros. No sé cuál será la tradición en Francia, en Brasil o en Marruecos pero aquí, en España, nosotros, los españoles, no paramos de hablar continuamente de los árbitros. De ahí que me sorprenda tanto que, tras una de las actuaciones arbitrales más calamitosas que uno haya podido presenciar a lo largo del último siglo, aquellos que en el palco preguntan por los árbitros, aquellos que en sus radios debaten sobre los árbitros, aquellos que en sus periódicos analizan con gráficos y trazan las líneas del fuera de juego, hayan abierto, de repente, un paréntesis arbitral para salvaguardar el honor perdido de Deniz Aytekin.
Por un momento pensé que, a lo mejor, ese paréntesis se debía a que el beneficiado por semejante atrocidad arbitral había sido un equipo inscrito a su pesar en la Liga española, el Fútbol Club Barcelona. De ser así, ese paréntesis era un paréntesis cínico e hipócrita, un paréntesis que lo que nos venía a decir era lo siguiente: "Yo sólo hablo de los árbitros cuando me perjudican a mí". Pero rápidamente caí en la cuenta de que, por mirársele, al Real Madrid, equipo auténticamente español, se le mira incluso el contenido de las bolsas de pins, bolígrafos y llaveros que entrega a los colegiados al final de cada partido. En Francia no sé, pero aquí el periodismo deportivo español dedicó horas, días, portadas y debates a dicha circunstancia, y lo más curioso del asunto es que el Real Madrid había sido clarísimamente perjudicado por el árbitro, hasta el punto de que estuvo en un tris de perder el partido por su actuación, como le sucedió el miércoles al PSG.
La UEFA va a apartar a Aytekin de lo que resta de Champions... pero eso no importa. Collina ha elaborado un informe demoledor sobre el colegiado alemán... pero el paréntesis lo cubre todo. Aquí, en España, se ha elevado a los altares a Aytekin porque, al final, hizo justicia a su modo, mientras que se ha establecido un cordón sanitario alrededor de los cuatro gatos que hablamos de atraco: ¡Atraco! ¡Oh! ¡Qué palabra más fea! ¡Atraco! ¡Eso implica premeditación!... Atraco, sí. Robo. Hurto. No quisieron ver el robo del 3% (que ahora parece que era del 4%) y hoy miran hacia otro lado con un latrocinio del 100%. Al final, como el Barça apretaba mucho y el PSG hizo todo lo posible por perder pero resulta que los goles no llegaban... ¿a santo de qué criticar al hombre que se inventó dos penaltis, no pitó otro clarísimo cometido sobre Di María, dejó sin expulsar a Neymar y, en vez de sacar la segunda amarilla a Piqué se la mostró a Cavani por la falta del primero? ¿No merecía pasar el Barça?... Pues ahí estuvo Aytekin, el ángel vengador, para obrar el vergonzoso milagro. Como en la previa de la transmisión del partido, agitemos todos las banderas culés y gritemos: "¡Barça, Barça, Barça!"... Qué puñetera vergüenza.
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