domingo, 5 de marzo de 2017

Olivenza 2017 ( I ) Pruebas novilleriles y ensayo general con todo de las figuras / por J.A. del Moral



Feliz reaparición de Antonio Ferrera, tarde completa de El Juli y bien aunque sin suerte ni demasiados aciertos Alejandro Talavante. Lleno total en los tendidos, ambientazo y, menos mal, no tanto frío como en las dos mañanas precedentes.

Olivenza 2017 ( I ) Pruebas novilleriles y ensayo general con todo de las figuras

J.A. del Moral · 05/03/2017
Tuvimos que hacer acopio de abrigos, impermeables, bufandas y hasta mantas para intentar librarnos del agua y del frío reinante en la región extremeña donde cada año tiene lugar la primera feria de la gran temporada en España. Lleva siéndolo desde hace mucho tiempo y en Olivenza vemos a muchos aficionados de toda España y hasta de Francia, impenitentes de la vecina Portugal además de los de la zona extremeña que en Badajoz cuenta con cantidad de fieles entusiastas de los toreros de la tierra.

Ahora mismo hay tres en primera fila empezando por el más veterano, Antonio Ferrera, que precisamente eligió Olivenza para reaparecer en los ruedos tras dos años de dura convalecencia a raíz de una grave lesión, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante. Nunca Badajoz tuvo tantos toreros entre los que ejercen de figuras, los que aspiran a serlo y banderilleros ilustres.

A mal tiempo, buena cara

Los dos primeros festejos fueron novilladas matinales para seis aspirantes más o menos cuajados de entre los que destacaron con mucha diferencia el sevillano Pablo Aguado y el francés Andy Younes.


Aguado actuó en la primera matinal y Youres en la segunda. Los nombro por delante porque, en mi opinión, de ambos fue lo mejor que se vio. Aguado está ya hecho de cara a una próxima temporada en la que tomará la alternativa. Torero de excelentes maneras clásicas no exentas de esa gracia que poseen los de su tierra. Y Youres es de lo más fino que nos ha llegado de Francia últimamente. Quizá el torero más fino y elegante que ha dado la tierra Gala. Da gusto verle.



Los otros cuatro no resaltan por nada especial aunque saben torear. Pero una cosa es saber torear y otra “decir” el toreo con particularidades que les separen del resto de esta difícil grey.
La gente, a pesar del frío, estaba con ganas de divertirse y pidieron orejas para todos. Fue como poner buena cara al mal tiempo que, ya he dicho, nos hizo pasar más frío que en todo el invierno. No es cuestión en este resumen novilleril de dar palos y de poner pegas a los que no nos gustaron tanto como los ya nombrados.

Primer plato fuerte

Feliz reaparición de Antonio Ferrera, tarde completa de El Juli y bien aunque sin suerte ni demasiados aciertos Alejandro Talavante. Lleno total en los tendidos, ambientazo y, menos mal, no tanto frío como en las dos mañanas precedentes.

La corrida de Garcigrande contó con cinco toros de buenas hechuras y un sexto que se salió del lote por demasiado alto y basto. Fue el garbanzo negro del envío. Los otros dieron opción de triunfo a la ilustre terna con más o menos fuerza que a ninguno sobró.


Muy bien Antonio Ferrera, impecable salvo un tropiezo en banderillas y un pinchazo previo a la estocada definitiva que le privó de cortar una segunda oreja. Apenas se le notó a Ferrera su largo periodo sin poder vestirse de luces. Y como ya le vimos antes del accidente, un torero cambiado a mejor, con más reposo, más temple y más regusto en el manejo del capote y de la muleta que en sus primeros años de aceleración continua. Ferrera va a poder figurar desahogadamente allá donde le llamen que espero sea en muchas plazas y ferias importantes. Y no de relleno, sino con vitola propia. Anduvo mejor con su primer toro que fue el mejor de la corrida que con el lidiado en cuarto lugar. Un toro manejable aunque sin ninguna clase que se fue abajo en parte por falto de fuerza en parte por las cosas raras que intentó hacerle Ferrera para empezar su vulgar faena que tuvo premio de oreja por la gran estocada con que lo mató. La gente se calentó con este espadazo y muchos pidieron el segundo trofeo. Hizo bien el palco en no darlo.


Ferrera, aparte su actuación, fue el objeto mayor de contento y de gracia. El público lo recibió por todo lo alto y sus dos compañeros de terna le brindaron uno de sus toros.


Me gustó El Juli. Sobre todo con su primer toro al que toreó muy bien con el capote y aun mejor con la muleta. Sobre todo en los remates de sus tandas con la derecha y con la izquierda. Relajo, temple, buen gusto, sabor, color, aroma… Ya se lo habíamos visto por televisión y en los videos de sus actuaciones en Lima y en La México. El conjunto de esta faena al segundo toro de la tarde fue merecedor de un par de orejas. Pero solo cortó una por pinchar antes de la estocada definitiva.



El Juli del quinto, un toro sin clase aunque con motor suficiente, fue el todo terreno en cuanto a poder y a ciencia. Lo exprimió por completo en una labor no tan bonita como la anterior aunque convincente para la mayoría que solicitó y obtuvo para el gran torero las dos orejas tras un estoconazo contundente.

Alejandro Talavante apechó con el lote menos propicio. No solo por la pésima condición del sexto toro que, como hemos dicho, se salió muy por arriba y fealdad del resto del envío además de ser el más débil. Sin apenas opciones para rematar su tarde y poder salir a hombros junto a sus colegas. Pero con el tercero, Alejandro podría haber estado mejor de lo que estuvo. Muy elegante en el recibo con el capote, magnífico en un quite por gaoneras. Y equivocado en el arranque de su faena arrodillado en su cite de lejos para recetar dos arrucinas cambiadas por la espalda en las que arriesgó innecesariamente por su difícil y forzosamente distorsionada ejecución.



Esta moda, impuesta por Talavante y quintuplicada hasta la extenuación por Roca Rey, resulta todo lo emocionante que se quiera, pero suele afectar negativamente a las arrancadas naturales de los toros, obligados a ir violentamente por donde no quieren a costa del empeoramiento de sus condiciones. Con la mano derecha, aún pudo lucirse Alejandro. Pero no tanto al natural con su famosa “mano de oro” porque el animal por la izquierda no quiso colaborar y enganchó demasiado el engaño. Y claro, al volver a derechas – el mejor pitón – el toro dijo que nones. Esta ley se cumple indefectiblemente. Alejandro intentó enmendar el fiasco con ajustadas manoletinas y, para colmo, pinchó hondo sin soltar antes de agarrar la estocada. Le regalaron una oreja por pura inercia del paisanaje.

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