El Reglamento Taurino más avanzado de nuestro país, debe ser el que rige la Monumental de Mérida y de su aplicación se encarga una Comisión Taurina Municipal (CTM) que, a pesar de todo, sigue siendo la mejor conformada, la más activa y la más experimentada, con que contamos en Venezuela.
AUTORIDAD TAURINA: RAZONES,
EXCUSAS Y TOLERANCIA
Eduardo Soto - Mérida, 14/03/2017
Cuando estamos en vísperas, al parecer, de una convención de autoridades taurinas vernáculas, quizás sea oportuno el momento, para evocar sus orígenes andaluces en el siglo XIX y, al plano nacional, algunos hechos acontecidos en el pasado reciente.
Melchor Ordoñez, destacado abogado y político malagueño, fue quien elaboró en 1847, el primer ensayo de legislación taurina, pues hasta esa fecha, los festejos se hacían libremente, sin orden ni concierto.
La primera corrida en la historia de la tauromaquia sometida a reglamento, se celebró en 1848, en la plaza de Cádiz. Las ocho mil personas que asistieron, quedaron encantadas con la tarde, la aplicación de la normativa fue muy elogiada y Melchor, para decirlo en términos taurinos, adquirió un gran cartel, que le allanó el camino para llegar a Ministro.
Por Real Orden de 1916, se autorizó la lidia de toros desde la edad mínima de cuatro años, lo cual se plasmó en el reglamento de 1924. Este Reglamento se aplicó a los redondeles españoles de primera categoría, que entonces eran los de Madrid, Sevilla, Valencia, San Sebastián, Bilbao, Zaragoza y Barcelona, quedando a discreción de los gobernadores civiles, su aplicación a las demás plazas.
Pero, no sería sino hasta 1968, cuando el Boletín Oficial del Estado, publicó la orden sobre el Registro de Nacimientos de Reses de Lidia, en uno de cuyos artículos se establece la obligatoriedad del marcado a fuego del guarismo, con la última cifra del año de nacimiento del ternero.
El Reglamento Taurino más avanzado de nuestro país, debe ser el que rige la Monumental de Mérida y de su aplicación se encarga una Comisión Taurina Municipal (CTM) que, a pesar de todo, sigue siendo la mejor conformada, la más activa y la más experimentada, con que contamos en Venezuela. Un farmacéutico, tres abogados (entre ellos un ex alcalde), un administrador, dos Ingenieros, dos médicos, dos veterinarios, dos miembros del sector empresarial y un alguacil, todos buenos aficionados, conforman el equipo de la CTM, que trabaja con especial dedicación.
No obstante, esta Comisión fue objeto, con anterioridad a la reciente Feria del Sol, de una intentona, para que la potestad de nombrar la autoridad taurina, recayera en un organismo del gobierno. Se corrió con suerte y se evitó la tarascada, pero hay que estar alertas, pues el afán de acentuar el control político en todos los sectores de la vida nacional, incluyendo el taurino, sigue presente y, desgraciadamente, nunca están faltos de cómplices.
Todos fuimos testigos del grave bamboleo de la Comisión Taurina de San Cristóbal, víctima del furioso vendaval que azotó la Feria Internacional de la ciudad y produjo su provisional fallecimiento. Ahora, todos esperamos expectantes, que se logre completar el Milagro del Fénix.
En cuanto a la Comisión de Tovar, es bien conocido que nuestro pueblo, casi nunca ha tenido suerte con sus autoridades taurinas, característica que parece agudizarse en estos tiempos y en los que se avizoran en el horizonte. Permita Dios, que no se termine de echar por la borda su larga tradición taurina, su reconocida afición y la categoría de su particular Coliseo.
La Comisión de Mérida, también acaba de sufrir avatares de diversa naturaleza y aunque no salió del todo incólume, seguramente no fue fácil dilucidar entre razones, excusas y vendettas. No es sencillo determinar el grado adecuado de tolerancia, a inicios de una celebración cincuentenaria, rebosante de contenido emocional, especialmente, cuando nunca faltan interesados en sacar de tal factor, el mayor provecho posible.
La CTM ha sido pionera en muchos aspectos y, este año, hizo llegar a los ganaderos una planilla para que efectuasen una declaración jurada (ya contemplada en el Reglamento actual), en la que debe constar la edad y el peso de los toros, que van a lidiarse en la Monumental de Mérida.
Confío, pues no sé si ya se ha hecho, que todas las planillas firmadas se ponga a disposición de los interesados a través de los medios, como las fotografías post mortem de las tablas dentarias, pues un tranco de tal trascendencia, no puede pasar tan desapercibido.
De una Comisión Taurina como la de Mérida, cuyo calibre antes señalamos, es de esperar un comportamiento y unos resultados más acordes con el nivel de su composición. Todos podemos tener nuestras opiniones sobre los terrenos en el toreo, pero todos deberíamos estar de acuerdo, en que los de la Autoridad Taurina, deben preservarse a toda costa, sobre todo, en lo concerniente a prerrogativas y competencias que le son propias, exclusivas e intransferibles.
Al igual que en las corridas de toros, cada uno debe ubicarse y ocupar el sitio que le corresponde, sin propasarse o arrogarse funciones ajenas. Cualquier desviación, no puede sino provocar confusiones y equívocos, que redundan en detrimento de la Fiesta Brava e induce a que tal tipo de acciones malsanas, pueda seguir proliferando en el futuro.
Que Dios reparta suerte y pulso, a la próxima Convención Nacional de Comisiones Taurinas.
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