El día que en Valencia se den cuenta de que ganarle al Real Madrid no es ningún título, el día que en Valencia se den cuenta de que la clave está en morir por cada balón en todos los campos de España y no sólo en el Bernabéu, ese día el club volverá a ser grande. Mientras tanto, y tras el 2-1, vaya desde aquí mi felicitación por el subcampeonato del sábado.
Mis felicitaciones al Valencia por el subcampeonato del sábado
Juan Manuel Rodríguez
Gerard Piqué sigue campando a sus anchas por el tramo final (y decisivo) de la Liga sin que absolutamente nadie le pare los pies. Su penúltimo misil ha caído en Málaga, y más concretamente en el domicilio de su entrenador, Míchel, que se verá las caras con su ex equipo en la última jornada del campeonato. Es tan insistente Piqué, reincide con tanta alegría y tanto desparpajo y se muestra tan inmune al hastío y al reproche generalizados, que el personal ha optado directamente por hacerle el vacío, como si no existiera, como si fuera un Piqué invisible. Pero existe, vaya que si existe. Piqué existe, sigue ahí con su lento pero inexorable calabobos, poniendo en juicio la profesionalidad ajena, cuestionando la honorabilidad arbitral, dudando de la limpieza de la competición... Sabe que, traspasado hace tiempo el límite sin que nadie hiciera nada, ahora tiene barra libre.
Me recuerda mucho a una escena de la película Anatomía de un asesinato en la que el abogado, Paul Biegler, interpretado por James Stewart, hace una pregunta a un testigo aún a sabiendas de que va a ser recusada por el fiscal e inmediatamente rechazada por el juez: "Los miembros del jurado no tendrán en cuenta en sus posteriores deliberaciones ni la pregunta ni la respuesta del testigo", dice su señoría. Pero, ¿cómo se hace eso? ¿Cómo deja el jurado de tener en cuenta una respuesta que ya ha sido realizada? ¿Les borran la memoria? ¿Prescinden de todo el jurado? ¿Inician de nuevo el juicio?... Míchel no ha querido entrar al trapo pero, a todo esto, Piqué ha logrado colocarle en el centro de la diana con sus acusaciones. Me estaba preguntando qué sucedería si, en esa última jornada liguera, con el Madrid jugándose en Málaga el campeonato, por ejemplo Camacho tuviera un error tan grosero como el de Jurado el otro día en Cornellá.
Al que no le hizo falta la motivación extra de Piqué fue al Valencia, que se deja la piel a tiras cada vez que visita el Bernabéu. Tras una temporada tan mediocre, después de un año tan insulso, una victoria ante el Real Madrid suponía para el equipo de Voro algo así como el sextete, Champions, Liga, Copa, Supercopas y Mundial, todo junto. Para Superdeporte, una suerte de low cost del diario Sport, también era así puesto que salivaba en su portada con la simple idea de "reventarle" la Liga al Madrid. Quién te ha visto y quién te ve, Valencia Club de Fútbol, convertido en una suerte de filial culé, sobreviviendo en la zona baja de la tabla, coqueteando con el descenso un año sí y otro también. Paco Roig se fue del club hace veinte años pero su espíritu permanece. El día que en Valencia se den cuenta de que ganarle al Real Madrid no es ningún título, el día que en Valencia se den cuenta de que la clave está en morir por cada balón en todos los campos de España y no sólo en el Bernabéu, ese día el club volverá a ser grande. Mientras tanto, y tras el 2-1, vaya desde aquí mi felicitación por el subcampeonato del sábado.
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